Justo
antes de comenzar Félix, el coordinador del ciclo de ponencias le dice a un
ponente: “es la primera vez, y aunque hayamos hecho prácticas siempre es
complejo, seguramente habrá fallos”. Pero en realidad, este aviso a navegantes sobre
los posibles fallos tecnológicos derivados de impartir online y por streaming
un curso tradicionalmente presencial como este de mindfulness, sin quitar alguno
que ciertamente se ha dado, ha sido más una excusa preventiva o una captatio
benevolentiae de cajón una premonición cumplida. Es la UNED, la
pandemia ha pillado a la universidad en general y a este campus en especial
decentemente preparado para ejercer con éxito esa educación a distancia que da
nombre a la institución y de la que, en este este curso, sus ocho ponentes y casi
60 asistentes han dado buena fe.
Unas
palomas nos arrullaban justo desde el otro lado del cristal de la ventana. Es fácil
distraerse con ellas, pero tampoco es difícil concentrarse en una sala con dos
personas y sin más ruido que el del aire. Y cuando una voz calmada te habla de cómo
dominar tu atención a través de la respiración, sobre cómo experimentar el
presente sin que tu mente escape hacia divagar sobre errores pasados o temores del
futuro, cuando te hablan de cómo vivir el momento hasta el punto de paladear un
trozo de chocolate como si hubieras vuelto a la infancia; al final la cosa cala.
Al final te pica el gusanillo y terminas por seguir buscando en internet incluso
cuando la conferencia acaba.
II CURSO
DE LOS XIV CURSOS DE VERANO DE LA UNED - GUADALAJARA: MINDFULNESS EN CONTEXTOS EDUCATIVOS: INTERVENCIONES, EXPERIENCIAS
Y PERSPECTIVAS DE FUTURO’.
Aparte
de los conocidos beneficios para la salud física y mental, que ya fueron
trabajados en sendos cursos los dos veranos pasados, existen investigaciones que
avalan el uso del mindfulness en contextos educativos como un mecanismo óptimo para
favorecer mejoras en el rendimiento académico, bienestar e inteligencia emocional
niños y adolescentes; su desarrollo integral; o la prevención de trastornos
asociados a desequilibrios alimenticios, emocionales, atencionales y en las
capacidades de autocuidado y lidia con el fracaso. El mindfulness no es la panacea
que acabará con todos los problemas, pero es una herramienta de utilidad
probada en educación y merece la pena expresarlo.
Si
tenemos en cuenta los beneficios probados de un programa bien planteado (y ojo
porque aquí no vale cualquier cosa) podemos deducir que la práctica de la
atención y consciencia plena a edades tempranas desemboca en un mayor
equilibrio emocional y psicológico. Y eso es el mindfulness, estar atento de
manera intencional a lo que hacemos, prestar atención objetiva e imparcial a lo
que pensamos, a lo que sentimos, a lo que experimentamos reenfocando lo que
hacemos como si jugáramos a un videojuego en tercera persona.
Sin
embargo, ninguna de estas ponencias, habría sido posibles sin la dura labor del
personal docente y no docente de la UNED y del centro San José, que brindaron
un apoyo esencial al equipo formado por Félix Hernández, secretario de campus
de la UNED en Guadalajara, ponente y coordinador del curso; y Montserrat
Conde, directora del mismo, doctora, docente de psicología de la UNED y
encargada de la primera de las ponencias.
PRIMERA
PONENCIA | MINDFULNESS: DE LOS MONASTERIOS A LAS AULAS
Literalmente
mindfulness es un arcaísmo en inglés sinónimo de prestar mucha atención.
Estuvo en desuso hasta 1881, cuando un magistrado británico destinado en Ceilán
llamado Thomas William Rhys Davids lo recuperó como traducción aproximada del
concepto budista que en la lengua litúrgica pali se llama sati, «memoria del
presente».
Casi
un siglo más tarde, en la década de 1970, el iniciador de esta técnica Jon
Kabat-Zinn eligió mindfulness como nombre para su programa. Desde entonces se
ha promocionado el mindfulness con objetivos diversos, con la idea de mitigar
el estrés, principalmente el causado por el trabajo o las enfermedades.
Montserrat
no elude la conexión entre el mindfulness y tradiciones religiosas dhármicas del
subcontinente indio en la Edad de Hierro hace basadas en la meditación, como
es el caso del budismo. No obstante, según Conde, el mindfulness se ha
convertido en una técnica universal, y pese la espiritualidad con la que en
ocasiones se vive a no es necesariamente nada más que una serie de técnicas de
gestión psicológica o terapias cognitivo-conductuales, sanas o bajo ciertas
patologías, pero desprovista de elementos religiosos más allá de los que se le
pretendan asignar libremente.
Kabat-Zinn, psiquiatra
y e iniciador del mindfulness, fue quien inicialmente desarrolló programas como
el Mindfulness-Based Stress Reduction (MBSR), —en español reducción del
estrés basada en la atención plena, a cuya sombra se diseñaron las
Mindfulness-Based Interventions (MBIs), dirigidas hacia grupos más
específicos como es el caso de la Mindfulness-Based Cognitive Therapy (MBCT),
—terapia cognitiva basada en la atención plena—, diseñada para pacientes con
depresión mayor con alto riesgo de recaída y recurrencia, trastorno por estrés
postraumático, la ansiedad.
Por
ello, a la pregunta sobre qué es el mindfulness, Montserrat Conde responde
afirmando que consiste en saber prestar atención a un objetivo, focalizar
nuestra conciencia en el momento presente sin valorar, enjuiciar y reconociendo
y aceptando cualquier pensamiento sensación o cosas que ocurran en ese momento,
sin intentar cambiarlo. Sin pensar en cómo querríamos que fuese sino cómo es. No
es dejar la mente en blanco, abandonarse a las pasiones o enjuiciarlas
emociones de forma maniquea. No es una técnica de afrontamiento ni una técnica
de relajación es un ejercicio racional de libertad y una actitud vital representada
metafóricamente con acierto en esta ilustración.
Sus principales
componentes del mindfulness son, según Conde: la atención, la ausencia de
juicio valorativo, la paciencia, la humildad curiosa y la aceptación del
momento. Así, a través de la atención, o bien hacia algo del exterior o había
algo de nuestro interior como la respiración (uno de los pilares del mindfulness)
lograríamos aprender progresivamente a dominar una atención cada vez más
selectiva, sostenida e intensa. Esa atención, debe tamizarse por la ausencia
de prejuicios y el deleite del presente; la paciencia, que nos lleve, a
través del autocontrol a romper a voluntad la rueda de la rutina
automatizada cuando esta toma el control sobre nosotros y se convierte en prisa
injustificada e impaciencia (enemiga de la no violencia según Gandhi).
Logrado
esto, la mente del principiante sería la perspectiva ideal según Montserrat
para lograr lo que considera clave del mindfulness, la aceptación del
momento presente, el tratar de asumir la realidad sin oponer resistencias
innecesarias, es decir, asumiendo sin pasividad hasta dónde llega nuestra
capacidad de cambiar las cosas y hasta donde no. Pero como toda herramienta, el
mindfulness necesita práctica para aprender a ser usada, pues de lo contrario
puede ser en el mejor de los casos inútil, y en el peor de los casos algo
peligroso para la salud mental.
En
base a esos componentes, entre los ejercicios más útiles para lograr la atención
plena se encontrarían según Montserrat Conde, la atención a la respiración
plena y su entrenamiento, la capacidad de atención multisensorial y presente
(esa que sentías cuando eras niño y vivías en ese mundo primigenio, mágico y
nuevo de sensaciones, colores, sabores y verdades absolutas intensas y puras); el
escaneo corporal (tumbado o no), etc.
Gracias
a esto, según Conde encontramos una serie de beneficios más que probables derivados
de la buena praxis del mindfulness. Algunos de los más importantes serían el control
del estrés y la ansiedad, el estímulo de la creatividad (ligada a una mente
en calma mucho más fácil de surcar), el incremento de la tolerancia activa hacia
uno mismo y los demás, la empatía, la concentración (clave en alumnos con TDAH),
la empatía, o la autorregulación funcional de emociones.
Tanto en
pacientes con patologías previas como en pacientes sanos, la introducción
del mindfulness en la psicología científica moderna ha
sido probada como una técnica válida y positiva. Es decir, no nos encontramos
ante un movimiento misticista y espiritual cuyo placebo paracientífico se
encuentre desprovisto de experimentación validada.
A
través de los vínculos con la neuroplasticidad probados por diferentes instrumentos
de medición como escalas MAAS, cuestionarios FFMO, pruebas médicas como resonancias
magnéticas, tomografías, electroencefalografías, etc. se puede observar mejoras
cuantitativas en la gestión o prevención de determinadas manifestaciones
patológicas o mejoras cualitativas ligadas al estímulo plástico de
distintas áreas del cerebro. Por tanto, según la ponente y directora del
curso, se ha garantizado que apretando las teclas correctas (algo que
exige la correcta formación entre los instructores) pueden y tienden
a lograrse beneficios para el iniciado como reducciones en la percepción
relativa del dolor crónico, prevención en las recaídas en las adicciones o la depresión,
contención de los efectos negativos derivados del TDA, etc.
Aplicaciones
del mindfulness en educación:
Según Conde,
en los últimos años ha proliferado prolifera distintos países y etapas educativas
el uso del mindfulness ligado al vínculo entre la atención plena la
inteligencia emocional. El mindfulness favorecería en uno mismo, según
Conde, sentimientos de consciencia voluntaria asociados al autocontrol derivado
de la capacidad de identificar y gestionar nuestras propias emociones. “Hay que
saber bien, qué te pasa para ponerle remedio”, afirma; y ese conocimiento,
permite además desplegar con aquellos que nos rodean “sentimientos de empatía y
habilidades sociales útiles” tanto para uno mismo como para los demás. Pero
esto no se circunscribe a los alumnos” apostilla, “en los profesores (sobre
todo en secundaria) el mindfulness permite gestionar el estrés y el agotamiento
mental mejorando la experiencia y la praxis docente, tal y como han demostrado iniciativas
dentro de nuestras fronteras, como son programas educativos aulas felices, crecer
respirando, escuelas despiertas, TREVA; o fuera de ellas.
II PONENCIA
- CARLOS GARCÍA RUBIO – “LA PRÁCTICA DEL MINDFULNESS EN LA ESCUELA DEL SIGLO
XXI”
Carlos
García , experto en mindfulness en contextos educativos y
miembro de Sukha Mindfulness y del Nirakara Institute, es además instructor de
terapia, académico e investigador.
Al respecto de los programas nombrados, fue
el cofundador de crecer respirando y tras comenzar la ponencia susurra con voz
tranquila unas palabras que emergen con suavidad desde los altavoces
que dan voz a la imagen en streaming: “Toma una postura cómoda que te permita
estar presente, estar ahí. Cierra los ojos” -os juro que es difícil, pero se
puede tomar apuntes con los ojos cerrados. - “No tienes nada que hacer, nada
que conseguir. Déjate estar aquí y ahora. No tienes necesidad de vivir en un espacio
y un tiempo diferentes al espacio y al tiempo que vives” -Silencio prolongado y
cómodo- “Sin prisa, déjate llevar por el aquí y el ahora. Siente el aire
entrando y saliendo de las fosas nasales. Suelta toda esa tensión innecesaria.
Si la atención se marcha a pensamientos recurrentes, reconócelo y deja que la
atención vuelva al aquí y al ahora, al cuerpo y a la respiración. Poco a poco
vas preparando cuerpo y mente. Nos preparamos para compartir y aprender.” Así
que los asistentes abrimos los ojos, y con ellos observamos con atención el
siguiente video viral que nos brinda Carlos.
García
lo aclara: “quiero que a lo largo del tiempo que vamos a compartir vivamos descubriendo,
experimentando y abriéndonos a la experiencia tal y como es. Sin juzgarla. Abiertos
a conocerla. El mindfulness es una atención al momento que permite aproximarnos
al momento presente como la niña que vive y siente la lluvia por primera vez”. De
acuerdo con el ponente, hay dos componentes que aparecen en la mayor parte de
las definiciones del mindfulness: monitorización de la atención (que incrementa
la conciencia de la propia experiencia e incluye apertura a la experiencia y experimentación
del tiempo y el espacio comunes) y la actitud de apertura amable y de aceptación
curiosa, en la que observar la experiencia presente conduce a aceptar lo que
hay, etiquetarlo sin juzgar, y actuar en consecuencia y con ella. “Mindfulness
no es necesariamente estar tranquilo, es estar en el presente, la relajación es
colateral. Pero no es solo prestar atención, es aceptar” apostilla.
El mindfulness
no es la tranquilidad, es una relación activa
con el presente. El mindfulness es un estado que se puede entrenar
mediante una serie de prácticas. Esto establece rasgos o
presencias que se pueden enmarcar fácil y útilmente en una concepción
determinada de la escuela y en una determinada praxis educativa. Según García “huelga
decir” -como por otro lado hace ya todo ese corpus mysticum de programaciones
didácticas que flotan en el limbo del trecho que va del dicho al hecho en
nuestro sistema educativo - “que esa concepción de la escuela ha de ser
integral, y que, resumiendo mucho, además de los contenidos, debe centrarse en
el desarrollo cognitivo y socioemocional del alumno”.
Esto
incluiría, según García, la atención, la memoria, a función ejecutiva
y el pensamiento, el lenguaje, las competencias socioemocionales
y otros elementos necesarios (junto a los contenidos) para construir seres
humanos competentes, autónomos, conscientes de su sentido vital y saludables a
todos los niveles. El currículo escolar obedece a una sociedad con una necesidad
concreta, pero “¿Qué tipo de currículo debería tener la escuela para cubrir las
necesidades actuales?” se pregunta García Rubio, y la respuesta es uno que
incluya el abanico de aquello que escapa a los contenidos evaluables entre lo
que se encuentran las emociones y la atención. “La educación socioemocional y
la formación competencial en ella ha de ser explicita. Se han de poner deberes
para la vida. Se ha de practicar ejercicio social y emocional. Se ha de enseñar
habilidades que promueven el desarrollo socioemocional del mismo modo que
enseñamos a leer o escribir”, afirma García, y precisamente el mindfulness brinda
las oportunidades y herramientas “para poner en marcha esas habilidades”,
concluye.
Pero
no todas las intervenciones contemplativas son realmente aplicaciones en
mindfulness y no todas las que se plantean como tal resultan existosas. Una
buena aplicación de intervenciones basadas en mindfulness (MBIs) , ha de
incluir según Carlos García el desarrollo de un nueva relación con la
experiencia caracterizada por estar en el momento presente; el apoyo a esta relación
mediante programas basados en prácticas empíricamente asociadas a un incremento
progresivo de la atención y la autorregulación consciente; y la capacidad para
enmarcar en nuestro sistema educativo y sus tabulas rasas legales un programa
integral que involucre al participante en un entrenamiento sostenido en la práctica
del mindfulness.
Gracias a estas intervenciones hemos de buscar procesos de desarrollo
cognitivos y emocionales, procesos de mejora de la competencia social con resultados
palpables en bienestar, autoconcepto y calidad de las relaciones entre
iguales, capacidad de apoyo y frente al bullying; implicacion en la clase, mejoras
en el comportamiento o el clima de la misma y en el clima, y sobre todo una patente
disposicion a aprender y a reenfocar el programa para ajustar su efectividad y
viabilidad. “Mediante la meditacon, producimos una familiarizacion con habtos
saludables. Pero estos solo pueden lograrse a medio y largo plazo o con
una implicacion progresiva. “Si uno es capaz de enseñar a los 4
-7 años capacidad de autocontrol se está favoreciendo la reduccion de problemas
academicos y de bienestar en los alumnos en su edad adulta” asevera, “la
autorregulacion, incrementos del rendimiento academico, menores tasas de
obesidad y adicción a las drogas, menores tasas de desemploeo y comportamientos
agresivos en la edad adulta, menroes tasas de depresion y ansiedad, menores
tasas de suicidio, etc. El cerebro es más plástico a edades tempranas y por
tanto, tendrá un mayor impacto que a edades mas tardías.” , apostilla.
Pero,
además del alumnado, Carlos García ha participado en entrenamientos de
mindfulness para docentea. Cuenta que cuando era pequeño la profesora de
educación física les daba clases de relajación que le ponían nervioso. Aquella
profesora tenia una buena intención, sin embargo, no sabia bien como hacerlo. De
hecho, según García diversos programas con la intención de llevar las
competencias socioemocionales llegaron a fracasar debido a la ausencia de docentes
cualificados para una aplicación a la escala requerida que se tradujo en
consecuencias incluso negativas para el alumnado y el personal docente implicado.
Para concluir, García reconoce que “llevar el mindfulness al aula es más
difícil que con adultos Siempre es necesario empezar por trabajar en primera
persona”. No contaba con las herramientas ni la formación
suficiente. Los profesores muchas veces queremos aplicar el dia siguiente a oír
una charla sobre Mindfulness las técnicas incluidas en ella, pero “si uo
no está preparado para esto, si no pasa un proceso de aprendizaje más o menos
largo” no es posible implementar con éxito el mindfulness en el
sistema educativo. “Es importante entender que no hace falta leer muchos
libros, requiere un conocimiento intelectual combinado con otro experiencial y
guiado” afirma.
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