viernes, 12 de julio de 2024

La revolución cultural como vehículo del cambio político y económico

El ciclo de conferencias, destinado al análisis de los imaginarios del arte vinculados a los procesos revolucionarios, ha llegado a su fin a través de Amador Fernández-Savater con la ponencia ‘Salir de la tierra del Faraón: la revolución como Éxodo’.

La revolución política y económica, según Fernández-Savater, “tiene unos límites a la hora de transformar la realidad”. Para un cambio cualitativo “hay que modificar la subjetividad de la piel del ser humano mismo”. La revolución cultural “pretende alcanzar el nivel psíquico y antropológico de la naturaleza humana”. El término cultura, en términos del filósofo, se va a relacionar con el “nivel antropológico de las formas de vida”. 

Para los revolucionarios y revolucionarias a la transformación, “como cambio objetivo en la política o la economía”, era necesario añadirle “una capa más a la hora de percibir y relacionarse con el mundo”.

La revolución antecede “el comienzo absoluto”. Es el “derrocamiento del orden antiguo y la aurora de un mundo nuevo”. La revolución cultural se encarga de “producir un hombre nuevo”. Para Fernández-Savater el concepto de “tabla rasa” entraña ciertos peligros como el “uso del terror convertido en herramienta pedagógica”.

La construcción de lo nuevo ha estado “muy marcada por una fuerza de voluntarismo”, entender la novedad como “lo que debe ser impuesto”. El militante “empuja lo que es, para que sea lo que debe ser”. En este esquema –proyección y posterior encarnación– el arte “se convierte en instrumento”. Una situación que deriva en el planteamiento de si resulta necesario “modificar el lenguaje” o aplicar estructuras conocidas “al servicio de otros fines”. En sentido marxista “el cambio en los modos de producción” a la larga “provocará el cambio de conciencia social”. Amador Fernández-Savater, ha señalado que en la Unión Soviética “el imaginario burgués del progreso se traduce desde los fines capitalistas a los socialistas”.

En los años 60 “surge una nueva idea de revolución”. La meta no es tanto “la toma de poder” como el “éxodo” o “la fuga hacia una sociedad paralela”. No se trata de “destruir lo viejo, sino de contagiar lo nuevo a través de otras formas de vida”. Se cambia el verbo tradicional de la revolución que es “tomar” por el de “salir”. Formas culturales como la música “buscaban atraer y no imponer”. La revolución se intenta producir “aquí y ahora”.

Son varios los problemas para universalizar la revolución de la década de los 60, ya que, en muchos casos, eran los jóvenes –despojados de cargas familiares– los que tenían la disponibilidad para “dar ese salto al vacío”. Además, era necesario abordar si podía existir una revolución ajena al capitalismo.

En el momento presente encontramos “que se ha evaporado la idea de revolución”. Según los términos de Mark Fisher ha triunfado “el realismo capitalista”. El deseo se vehicula “por los caminos del mercado”, una institución que “se nos ha pegado al cuerpo como una forma de segunda naturaleza”. De este modo se extiende la sensación de que “otro mundo no es posible”. Es por ello útil analizar si puede existir una “fuga del deseo” que se articule por caminos diferentes. Unos precedentes que tienen consecuencias como el fenómeno de la "Gran Dimisión”, por el que muchas personas en Estados Unidos dejaron sus trabajos tras la pandemia de la COVID-19 como rechazo a sus condiciones laborales y salariales. Una deserción entendida como “gesto de fuga”, pero que también lidia con otros problemas como “la desafección política o con los medios de comunicación”.

El hombre nuevo en la primera secuencia revolucionaria acabó siendo “el trabajador”, en la segunda el “drop out” o “que se desconecta”, y en la tercera el “agotado”. El filósofo ha acabado planteando cuáles son los horizontes futuros o las posibilidades de crear nuevos imaginarios en estos “tiempos de la deserción”.

El curso ha concluido con una mesa redonda, en la que han intervenido varios de los ponentes de las tres jornadas, denominada ‘Capitalismo y cenizas: la dinámica revolucionaria como combustión y agotamiento de sus imaginarios’.

jueves, 11 de julio de 2024

Imaginarios, revoluciones y puntos de partida

Segunda jornada, en sesión de mañana, del curso dedicado al análisis de los imaginarios artísticos y su vinculación con los procesos sociales. La primera ponencia ha llevado por título ‘La revolución en marcha: cuando el futuro éramos nosotros’, y ha sido dirigida por Yayo Aznar Almazán –Catedrática. UNED–. 

Aznar Almazán ha comenzado su intervención haciendo referencia a Hannah Arendt, ya que, según la filósofa alemana, “la revolución nos enfrenta al problema del comienzo”.

La revolución se constituye como "una masa que avanza o, incluso, una persona sola”. La catedrática ha explorado diversas imágenes insertas en movimientos revolucionarios, por ejemplo, el cuadro ‘El cuarto estado’, de Giuseppe Pellizza da Volpedo (1901). En esta obra aparecen un grupo de proletarios en huelga, dos hombres avanzan al frente con determinación –uno de ellos, ataviado con un chaleco, posee cierto aire de distinción, y una mujer, con un niño en los brazos, apela a los dos sujetos.

Relacionado con las huelgas del siglo XX, Almazán ha subrayado que “la violencia real y la representada, era mucho menos cruda por parte de las clases populares, que la ejercida por el estado”. El imaginario revolucionario plantea una “marcha hacia delante a la que jamás se llega” y es necesario reflexionar sobre si estas obras, concebidas desde una sublimación nostálgica, son referencias para la búsqueda de horizontes futuros de justicia social.

La segunda conferencia de la mañana ha sido impartida por Gabriel Cabello Padial –Profesor Titular de Historia del Arte. Universidad de Granada–, con el título ‘Cuerpo político y cuerpo colectivo. Figuraciones de un imaginario de la Revolución.

Cabello Padial ha comenzado su intervención con el texto de Fabre d’Églantine, en el que proponía el cambio del calendario durante la Revolución francesa, del que se extrae que “las imágenes son la fuente de la superstición”.

Durante la Revolución francesa, la museificación se entiende como una forma de extraer esas imágenes de la superstición para ordenarlas de manera conveniente –con tintes políticos. También, aparecen nuevos rituales que soporten el imaginario revolucionario, es el caso de la exposición del cuerpo de Marat tras su asesinato, o el cuadro realizado por Jacques-Louis David. Ritos que, por otra parte, no pueden escapar de la mitificación anclada en la iconografía cotidiana.

Marat, aparece por primera vez en un cuadro de David en ‘El juramento del juego de pelota’ (1791). En esta obra aparece un “cuerpo colectivo” unido a través de una "coreografía gestual", además, muestra una serie de “exterioridades” como los ventanales, en los que apreciamos una fuerte tormenta. En los márgenes aparecen los sans-culottes a los que no se les permite la entrada o Marat en un punto de fuga. 

Con la llegada de la Revolución rusa, surge la necesidad de crear un nuevo imaginario que representara al proletariado. En casos como el de Malévich, adivinamos figuras sin rostro de campesinos que elevan su presencia desde la geometría suprematista. La expresión del movimiento, en la abstracción, es una forma de “representar una multitud”. El artista se concibe “como un obrero más”, de ello son prueba retratos como los de Ródchenko delante de su obra ataviado como el trabajador de una fábrica. En ‘La Dictadura del Proletariado’ de Deineka (1925), observamos una mano –desde la fábrica– de la que se despliegan una serie de hilos que sostienen los diversos organismos soviéticos. El trabajo colectivo femenino, también es otro de los elementos presentes en el trabajo de Deineka. Su obra va evolucionando hacia un Realismo socialista, en el que observamos “un cuerpo colectivo guiado por las emociones”.

La ponencia ha concluido con la problemática histórica de la representación colectiva de los diferentes imaginarios sociales a lo largo de la historia, con la consideración de las partes que permanecen excluidas.

La tarde ha tenido como punto de partida la exposición de Patricia Mayayo Bost –Profesora. Universidad Autónoma de Madrid–, con ‘Imágenes para las revoluciones feministas’.

La intervención ha comenzado con el análisis de la identidad estética de los primeros movimientos feministas. El morado, verde y blanco –libertad y dignidad; esperanza; honradez–, como colores representativos, y toda una serie de herramientas ancladas en una mercadotecnia –la comercialización del prendedor de Emmelin Pankhurst (c. 1909)– orientada a la “captación de fondos”. Buscaban una conexión con los medios de “naturaleza reproducible”, para llegar a “públicos amplios”. Las imágenes tenían gran “capacidad de resignificación”, además, “se prestaban a ser fácilmente reconocibles e identificables con la lucha feminista”.

Algunas caricaturas del siglo XIX, representaban a las mujeres con facciones duras y angulosas, alejadas estas ilustraciones de la concepción tradicional de la belleza, ya que estaban reclamando espacios políticos tradicionalmente reservados a los hombres. Si analizamos ciertas fotografías del siglo XIX del hospital de La Salpêtrière, observamos que reproducen la estética de algunos de los retratos de Géricault, con el afán de realizar una catalogación “objetiva” de las enfermedades mentales. Sin embargo, las imágenes “distaban de ser neutras” y “estaban mediatizadas” en base a la tradición artística occidental. El concepto de la “histeria” se empleaba para referirse a las mujeres que “desafiaban el decoro burgués”. Un buen ejemplo de la reproducción de este concepto es el cuadro ‘Una lección clínica en la Salpêtrière, de Pierre Brouillet (1887), basado en la praxis del doctor Charcot.

Siguiendo el hilo del imaginario de la “histeria”, ubicamos las representaciones de los “espectáculos de fenómenos”, que estaban basadas en las clasificaciones biológicas sobre los “tipos raciales”, asociando a la raza caucásica como “la más evolucionada” y "separada" de los orígenes evolutivos. Un tipo de imágenes –del XIX– vinculadas a la deformación y los excesos, se insertaban dentro de un contexto de sufragismo incipiente.

Todo este “bestiario” del siglo XIX, aparece recogido de forma crítica en la obra de la artista multidisciplinar palentina Marina Núñez. Mayayo también ha realizado un recorrido por el trabajo de la artista performativa romana Chiara Fumai (1978-2017), que a través de la encarnación de ciertas personalidades marginalizadas recupera elementos narrativos desechados por la historia.

La conclusión, del segundo día de intervenciones, ha tenido lugar en voz de Luis Navarro Monedero –Filósofo, escritor, ensayista y activista– con su exposición ‘Virus, máscaras, voces. Formas invisibles del cambio de siglo’.

Navarro Monedero, ha subrayado que el virus se mueve “en un plano de la realidad que escapa a nuestra percepción”. Los usos de “las máscaras a través de los tiempos han sido muy diversos, aunque no sólo los de encubrimiento o mentira”. También ha afirmado que nuestra identidad es “el producto entre una negociación entre los referentes”.

El filósofo, ha destacado que “Mayo de 1968, consigue reconciliar los movimientos revolucionarios del mundo del arte con los cambios sociales”. La imagen del artista “se diluye en lo colectivo”. Los situacionistas “dieron carta de estilo al movimiento”. Una de las herramientas estilísticas de estos creadores era el “détournement”, que lanzaba una resignificación sobre elementos existentes en la cultura popular. Este recurso estilístico conlleva “una pérdida de respeto al signo y a la tradición”.

El ponente ha hecho referencia a “cierta debilitación de la obra de arte en lo concerniente a su impacto político”. Se corre el riesgo de asumir “el signo convertido en objeto de consumo”. En los tiempos actuales, elementos como los memes, tienen esa capacidad de "desvío", que "desde lo molecular" se acaba extendiendo por amplias capas de la sociedad.

miércoles, 10 de julio de 2024

Trauma de apego y terapia centrada en compasión y regulación emocional

 El apego y la terapia centrada en compasión y regulación emocional centraron el discurso en la última jornada del Curso de Verano “Trauma, crianza y terapia”. 

Trauma de apego: 

¿Qué es el apego?”, comenzó exponiendo Mónica Ahrendy García, psicóloga Sanitaria, profesora tutora en UNED y coordinadora en ‘Somos Estupendas. “El apego es un sistema primario, es el sistema primario del ser humano. Es un sistema de conexión relacional con el otro. La naturaleza ha creado eses sistema para que nos aferremos a la vida. Es un sistema primario de vinculación que nos va a proporcionar el modelo funcional interno, es decir, las gafas con las que yo veo la vida”, prosiguió.

Mónica Ahrendy, en su ponencia

 El apego se divide en diversos subtipos (seguro, inseguro, evitativo y ansioso) y se desarrolla a través de miles de pequeñas interacciones, rupturas y reparaciones. “Eso es lo que provoca que yo vaya generando unas expectativas”, afirmó García. 

Gustamos a las personas por cómo les hacemos sentir. Si los problemas no se solucionan se produce un distanciamiento”

El apego se encuentra en la base, por debajo de la mentalización y de los sistemas superiores. Un sistema de apego secundario, según la psicóloga Sanitaria, también cortical, que permite la relexividad y que puede ejercer “como muletas cuando el sistema de apego no ha funcionado bien”. 

Asimismo, se puede trabajar en terapia pero también se puede conseguir con figuras naturales. “No necesitamos ir a terapia pero es difícil encontrar a personas, profesores, amigos pareja, que te proporcionen esta sensación”, continuó Mónica. A continuación. Señaló las claves sobre cómo se trabaja el apego en la consulta. 

Recomienda, en primer lugar, observar el estilo de apego del paciente. Después, fomentar la seguridad emocional, establecer límites claros, adaptar el enfoque terapéutico, trabajar en la relación terapéutica y fomentar la autonomía, es decir, ayudar al paciente a “desarrollar habilidades de autorregulación emocional y fortalecer su autoestima, lo que puede contribuir a un estilo de apego más seguro”. 

“El apego no se cura. Nuestro organismo se da cuenta antes que nosotros, se produce una reacción y ésta no se puede impedir. Mi cuero va a reaccionar a ciertos estímulos que desarrollaron ese trauma de apego. Pero lo importante es lo que ocurre después de reaccionar”

Dicen que “cada maestrillo tiene su librillo”, pero las fases del proceso terapéutico son comunes para todos. Entre ellas se encuentra el establecimiento de la relación, la estabilización y seguridad, el conocimiento de la estructura del funcionamiento y el procesamiento del trauma”. 

“Nuestro objetivo en terapia es ser Pepito Grillo”, continuó exponiendo Mónica Ahrendy, “el paciente interioriza la voz de su terapeuta. Entonces yo empiezo a sobrar, tenemos que ser absolutamente prescindibles”. A su vez, concluyó su ponencia calificando a los terapeutas como “seres que no son ni objetivos ni imparciales”. Además, afirmó que una tarea esencial es la de “reflexionar sobre tu propio apego y cómo puede influir en la relación con el paciente. Por ello, hay que ser reflexivos y conscientes de nuestras propias emociones”. 

Trauma, terapia centrada en compasión y regulación emocional: 

“Sé amable con cualquier persona que conozcas porque puede estar librando una dura batalla”. Ésta fue la presentación de Félix Hernández Lemes, psicólogo general sanitario, profesor-tutor de la psicología de la emoción y supervisor del Servicio de Psicología Aplicada del Centro Asociado a la UNED de Guadalajara, en la última ponencia de este curso de verano. 


Tras una breve definición del concepto de "trauma", que hace referencia a “las consecuencias de la exposición a experiencias personales que suponen una amenaza a nuestra supervivencia”, introdujo el argumento central de la charla: la terapia centrada en compasión. 

En primer lugar se basó en una reflexión de Dalái Lama (“si quieres que otros sean felices, practica la compasión. Si tú quieres ser feliz, practica la compasión”), y, posteriormente, en otra que razona sobre el concepto de autocompasión en psicología, cuya autoría recae en la psicóloga estadounidense Kristin Neff (“cuando la compasión se dirige hacia uno mismo se denomina autocompasión. Conlleva amabilidad u entendimiento del propio dolor y sufrimiento en lugar de ser autocrítico con uno mismo, percibiendo las propias experiencias como parte de al experiencia humana y observando los pensamientos y sentimientos dolorosos con perspectiva”). 

'Compasión' proviene del término latino ‘compati’, que significa “sufrir con”. Para otros, como Javier García Campayo, al que Félix se refirió en numerosas ocasiones, la compasión es la “capacidad de hacerse consciente de ese sufrimiento humano”. O, también, como “la respuesta emocional al dolor o sufrimiento de otra persona, que implica un deseo auténtico de ayudar”, tal y como se muestra en el libro ‘Compassionomics’. 

“Nuestros padres son los que crean para nosotros una “base segura”, nos dan un modelo de trabajo sobre cómo manejarnos con las amenazas, nos protegen de las  amenazas externas”

En una exposición basada en un mayoritario componente teórico, para Hernández “la investigación ha demostrado que el sistema afiliativo orientado a la satisfacción, la calma y la seguridad, se ha desarrollado significativamente con la evolución de la conducta de apego propia de los mamíferos. Gilbert afirma que el sistema afiliativo fue diseñado como regulador de la naturaleza”.

Los padres gozan de un papel trascendental en los cuidados y en el desarrollo de sus hijos. Tanto es así que su estilo de apego predice en un 75% el estilo de apego de sus descendientes. Para Hernández la mayoría de las investigaciones sobre la autocrítica “se centran en la relación con los padres. Así sabemos que muchos padres no proporcionan suficiente cariño y apoyo a sus hijos sino que intentan controlarlos Así, recurren a técnicas despiadadas como método para alejar a sus hijos de problemas o para mejorar su conducta, los niños asumen que las críticas son una herramienta motivadora útil y necesaria. Lo que significa que los comentarios despreciativos reiterados, que algunas personas adultas repiten en sus cabezas, suele ser el reflejo de las voces de sus progenitores”. 

Los mensajes más relevantes de la Teoría Centrada en la Compasión (CFT) son: las cosas que te han pasado en tu vida no son tu culpa, pero es tu responsabilidad aliviar tu sufrimiento; la compasión se trata de elegir la mejor versión de ti que puedas ser; estás viviendo una vida que no elegiste.

Tras calificar a la autocompasión como una “habilidad que se puede aprender y mejorar con práctica”, Félix Hernández recomienda relacionarse con calidez y amabilidad con uno mismo, en lugar de ser autocrítico, recordar que el sufrimiento y el fracaso son parte de la experiencia humana compartida y afrontar los sentimientos negativos de forma equilibrada para no identificarse demasiado con ellos. 

Y, como punto y final de este curso de verano, concluyó con el mantra de la autocompasión (AC): “Cada vez que percibo algo de mí mismo que no me gusta o cuando algo va mal en mi vida me repito lo siguiente: éste es mi momento de sufrimiento, el sufrimiento forma parte de la vida, pido ser amable conmigo mismo, pido ofrecerme la compasión (o amabilidad) que necesito”. 

Imaginarios para una revolución: de la representación de la clase obrera al discurso de las vanguardias

Este miércoles, 10 de julio, ha dado comienzo el curso, emplazado en la sede de UNED Guadalajara, ‘Economías del arte 2: Imaginarios de la revolución’. Una formación, coordinada por Yayo Aznar Almazán –Catedrática Uned–, cuyo objetivo es analizar el imaginario de las revoluciones, partiendo de la disyuntiva entre las obras asimiladas –a pesar de mostrar la realidad de su época– por la economía de consumo y la necesidad de generar expresiones artísticas críticas con la sociedad. 

La primera ponencia ha llevado por título ‘En tiempos de huelgas’, a cargo de María Ángeles Baños Gil –Doctora en Hª del Arte y Profesora Tutora en el CA de Guadalajara–. La ponencia ha partido con la proyección del filme ‘La salida de los obreros de la fábrica’, de Harun Farocki, (1995). Se trata de una película realizada a través de material descontextualizado que el director monta, a modo de yuxtaposición, para revelar los contenidos del tema subyacente. Las secuencias de Farocki “nos muestran los ciclos de la vida material de esos trabajadores” y “da voz a esos testigos mudos de la sociedad”.


El filme, atravesado por el testimonio de Farocki en voz over, parte del popular cortometraje de los hermanos Lumière, que contempla la salida de un grupo de trabajadores y trabajadoras de una fábrica. Durante el trayecto narrativo, el realizador analiza diferentes escenas de la historia del cine –combinando ficción y documental–, conectadas por la representación de la clase obrera. En las secuencias, el director hace una reflexión sobre el tiempo del trabajo y el de ocio, que comienza con la salida del emplazamiento industrial. A su vez, el ocio ha sido sujeto fundamental de cierto cine de ficción, dejando de lado las vicisitudes de la actividad industrial. Además, la cinta se encarga de lanzar una cuestión sobre la pervivencia de la conciencia de clase y la legitimidad de las protestas como fuerza simbólica, que ejerce un mecanismo de control sobre las posibles represiones derivadas de la reivindicación.


La segunda ponencia, ‘Sobre la rebelión de los medios: máquinas sin control y montajes dialécticos’, ha sido conducida por Víctor del Río García –Profesor Titular. Uned–.

Víctor del Río García ha arrancado su intervención dando importancia al siglo XX, como “elemento gravitacional”, a la hora de pensar en las revoluciones. Ha destacado que existe “un poso de melancolía en nuestro concepto sobre la idea de revolución”. Según el profesor, el tinte ideológico a la hora de abordar estas cuestiones “oscila entre el entusiasmo amnésico o una dimensión reaccionaria”.

La revolución “tiende a repetirse ya que genera una insatisfacción inmediata”. En esencia, a la hora de establecer una nueva legitimidad, se trata de un acontecimiento “recursivo e inconcluso”. Nuestro concepto de revolución “rara vez hace una retrospección más allá del fenómeno de la Revolución Industrial”.

El siglo XX se concibe como “un intento permanente de reiniciar la historia en un mundo mejor, que trata de revocar las legitimidades caducas”. A la hora de pensar en ciertas representaciones mediáticas, con valor ideológico, encontramos que las conexiones temporales en el caso de la ciencia ficción plantean una disyuntiva “sobre el origen y el destino de la humanidad”, al modo que reflejan las vanguardias artísticas.

Víctor del Río García se ha referido al concepto de “factografía”, acuñado por los artistas soviéticos, para encontrar formas de representación en las que se alcanzase la muerte del autor como sujeto para que “el relato emane de la compilación de los hechos”.

La conferencia ha tratado de abordar las relaciones entre revolución política y transformación estética, en el siglo XX, y de la pervivencia de esas conexiones en nuestro consumo mediático actual.

martes, 9 de julio de 2024

‘Mindfulness’, trauma en terapia y su decodificación: el cerebro materno

Con la segunda y penúltima jornada del curso “Trauma, crianza y terapia”, las ponencias de cuatro expertas en desarrollo, cuidado y diagnósticos clínicos desde el punto de vista de la psicología, volvieron a entretener y enseñar durante ocho horas a un público interesado y entregado. 

    Mariló Gascón, en su ponencia

“Trauma es cualquier experiencia amenazante y desbordarte que no podamos integrar. Después de tales experiencias a menudo, nos quedamos con una sensación disminuida de seguridad de los demás y el mundo y con la sensación también de sentirnos inseguros dentro de nuestra piel”, escribía Pat Ogden en 2015. Por lo tanto, ¿de qué sirve el trabajo del ‘mindfulness’ en terapia para trabajar el trauma?

“La meditación consciente puede ayudar a que se dé una regulación desde la corteza preforntal. No lo podemos sacar nosotros solos, necesitamos una serie de interacciones con otras personas porque el trauma no es individual sino social”, comenzó indicando Mariló Gascón Aguilar, psicóloga general sanitaria. 

El principal órgano al que afecta el trauma es el cerebro, cuya función principal es garantizar la supervivencia. Para intentar evitarlo se pone en marcha el sistema nervioso autónomo, y, durante su funcionamiento las respuestas son completamente distintas en cada caso. Activa la lucha o huida del sistema nervioso simpático, o, por otra parte, la calma y el colapso del sistema nervioso parasimpático. 

“Entre las habilidades ‘mindfulness’ y meditación ‘mindfulness’ hay que distinguir que en terapia no se trabaja la parte meditativa”, comentó Gascón antes de mencionar una cita de Rothschild, psicólogo clínico, que defendía que el 'mindfulness' “es un recurso que contribuye a regular el nivel de activación y establecer la estabilidad en medio de síntomas traumáticos”. Para ella, estas terapias consisten en reforzar la corteza prefrontal, lo que denomina “regulación de arriba a abajo en el cerebro”, y, después, recalibrar el sistema nervioso autónomo, “regulación de abajo a arriba”. 

Además, afirma que “el psicoterapeuta ‘mindfulness’ tiene que acompañar al cliente en la exploración de la experiencia, ayudarle a centrarse en las sensaciones del cuerpo, ser flexibles en las prácticas, adecuarlas a cada cliente y acompañarles en la integración del trauma”. 

Si las características del trauma son la disociación, rumiación cognitiva, desregulación emocional, desconexión cuerpo-mente, culpa, vergüenza, miedo, ira, rabia, enfado o ansiedad, ¿cuáles son los mecanismos de acción del ‘mindfulness’? “Regulación de la atención, la consciencia corporal, regulación emocional, desidentificación de los pensamientos, consciencia dual, exposición, actitud auto-compasiva, aceptación e integración”, añadió Mariló, que expuso los principios básicos de este tipo de terapia. 

Entre ellos se encuentra, por ejemplo, permanecer dentro de la ventana de tolerancia, la atención como recurso de estabilidad mediante el empleo de anclajes externos y la conexión cuerpo-mente. “Todas las personas tenemos tres sistemas de regulación de traumas y amenazas”, finalizó la psicóloga clínica su exposición: “Centrado en el logro (querer, perseguir, conseguir), en la afiliación (seguridad, amabilidad, conexión, calma), y en la amenaza (búsqueda de protección y seguridad)”. 

Cerebro materno: implicaciones en el cuidado y la dificultad de regulación: 

¿Cuándo una madre puede ser considerada como tal? ¿Una madre que no ha llegado a dar a luz debería ser considerada madre? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar desde que se tiene a la cría para valorarse la maternidad? ¿Cómo afecta el concepto de ser madre a una persona que, a pesar de tener al hijo, no se ve como madre? Paula Stoica, psicóloga general sanitaria y tutora en la UNED, daba la bienvenida con estas preguntas a la segunda ponencia del día. 

Paula Stoica, en su ponencia

Una exposición centrada en la mujer, la que sufre unos cambios cerebrales, estructurales y funcionales significativos durante el embarazo. 

“Cuando hay pérdidas de embarazo muchas madres lo ven como un fracaso, pero ese tiempo de seis meses ha cuidado a su bebé”

“Con respecto a los estructurales, entre la segunda y cuarta semana del embarazo se aprecia un aumento de la sustancia gris en el córtex prefrontal superior e inferior y en diversas áreas subcorticales como el hipotálamo, la sustancia negra y la amígdala. Todas estas áreas participan de una u otra forma en las conductas que lleva a cabo la madre para el cuidado”, continuó Stoica. 

En relación a los neuroendocrinos, los niveles de oxitocina aumentan considerablemente durante el embarazo y producen euforia, sueño más ligero, incremento de la sensación de cariño hacia el bebé. Es decir, es la gran causante de los cambios cerebrales relacionados con la maternidad y este tipo de cuidados. 

“La capacidad de la madre para reconocer el llanto de su hijo mejora desde el primer día de dar a luz”, prosiguió la psicóloga clínica. Ya quedan mencionados los cambios funcionales, que se deben, según Stoica, a que, “en las primeras semanas de vida del bebé, la respuesta neutral de la madre al llanto de su hijo implica un estado de alarma que actúa de movilizador hacia su hijo, provocando cierto grado de ansiedad. La activación cerebral se produce posteriormente entre las 12 y 16 semanas del bebé y corresponde a un proceso de aprendizaje por parte de la madre para asociar y entender el llanto más como una conducta de carácter social”. 

Además de la oxitocina, la prolactina, con efectos benéficos en el aprendizaje, memoria o conducta social, también forma parte de las hormonas que sostienen el cuidado. En resumen, provoca cambios neuronales y conductuales que se encargan de construir el “cerebro materno”, término incluido en esta jornada por Paula Stoica. 

“El vínculo materno-filial es considerado la conexión más poderosa e instintiva que existe”

El vínculo, el instinto, el cuidado y la intuición, conceptos tan trascendentes en la maternidad, comienzan a acaparar la conversación. Tanto es así que, en muchas ocasiones, el dolor del hijo se convierte en el dolor del padre y fallos en la protección de sus descendientes ocasionan un dolor muy grande en los progenitores. 

Stoica, antes de concluir con referencias al amor, se refirió a la construcción del cuidado: “No es algo que no sale de forma natural si no que lo tenemos que construir. Cuando hablamos de cuidado lo hacemos donde no tiene cabida el dolor, el cuidado también implica una atención constante al dolor”.  

“La madre y la cría establecen el vínculo en una especie de danza comunicacional, en la que el mayor aporte en las respuestas es intuitivo. El cuidado está impregnado de amor. El amor no es sólo una emoción, es un proceso biológico. ¿Pero, cómo damos amor? Uno de los aspectos más importantes en el cuidado es el disfrute del otro”, sentenció Paula Stoica. 

Decodificando la biología del trauma: terapia más allá de los diagnósticos clínicos: 

A las 17 horas de la tarde llegó la etapa reina de la segunda jornada de este curso de verano. Dividida en dos partes, la primera protagonizada por Lucía Ema Llorente, psicóloga, psicoterapeuta, psiconeuroinmunóloga, y, la segunda, por Beatriz Cazurro Burgos, psicoterapeuta y formadora. 

“Allá por 1994 Jean-Paul Sartre dijo que en psicología todo se puede explicar con tres palabras: la infancia decide. Está documentado que las experiencias diversas durante la infancia dejan huella. La perspectiva es saber qué explica todos estos diagnósticos, cómo el cerebro infantil es capaz de reconocer el estrés, cómo lo organiza y qué significa “estrés” para un niño y para un bebé”, fueron las primeras frases que brotaron del conocimiento de Llorente. 

Lucía y Beatriz, en su ponencia

Arrancó su exposición mencionando las tres bases en las que se sustenta el apego: “Neurodesarrollo”, que tiene que ver con movimiento, patrones y reflejos, “relación y contexto con el ambiente” y “biología”. Todo ello forma un grado de regulación al que llamamos “apego” y que se divide en tres tipos biológicos: regulado, desregulado y adaptado. 

“¿Cuál es la respuesta? Tú, tú eres la respuesta, no la técnica ni el conocimiento, tú”

Posteriormente continuó afirmando que es el contexto el que siempre produce el conflicto y que hay más de cinco sentidos. A los más conocidos, olfato, gusto, tacto, oído y vista hay que añadir, según, Llorente, “el sistema inmune, interocepción, nocicepción (sensores que no sindican el dolor y se activan con el rechazo social) y neurocepción (nuestro sistema autónomo escanea el ambiente para ver si éste es seguro o peligroso, un radar, como un escáner, nos da el 80% de la información del entorno”. 

Tras mencionar que las sensaciones homeostáticas (sed, hambre, fatiga, tristeza o curiosidad) inducen movimiento, mostró una gráfica en la que sin curvas, “ritmo y sinconicidad”, no hay avance, no hay vida. Concepto que hila con la homeostasis. Es decir, equilibrio y estabilidad.  

“Necesitamos un estrés puntual. Si nosotros, como adultos, no estamos regulados, cómo vamos a regular a un niño” 

El neurodesarrollo comienza en el útero. “Es extraordinario, al igual que en el nacimiento”, añadió. La base de la disociación se establece en el periodo de cero a seis meses. El llanto, los reflejos táctiles y el movimiento de extremidades, por el contrario, al mismo nivel que la creación de la médula espinal, hasta los dos meses. “Del mes uno al seis se desarrolla el tronco del encéfalo, con la percepción de contornos, movimiento horizontal de ojos, respuesta a sonidos, sensación de frío, calor, hambre, dolor…”, sentenció. 

Dos horas después llegó el turno de  Beatriz Cazurro Burgos, que arrancó con una definición sobre trauma: “Un trauma es un choque emocional que produce un daño duradero en el inconsciente”. A lo que añadió: “Pero, ¿y el cuerpo?”. 

“Somos absolutamente dependientes durante muchos años. A mayor dependencia, menos recursos, y, cuanto menos recursos, más posibilidad de trauma”

El trauma es “una experiencia personal, no un suceso, es una herida interna, una ruptura duradera del yo debido a sucesos difíciles o dolorosos. Es una respuesta global del cuerpo cuando se siente superado por el entorno. Es un impacto en nuestro sistema nervioso que puede perdurar tiempo después del incidente y activarse en cualquier momento”, continuó. Y, si no se resuelve, limita nuestra forma de ver el mundo, de relacionarnos, impide el disfrute y la alegría. 

Para ella hay dos tipos de trauma: ‘T’ con mayúscula y ‘T’ con minúscula. Es decir, marcas duraderas de sucesos aparentemente habituales que pueden dejar en la psique infantil ausencia de sucesos buenos y necesarios, fallas en la conexión emocional con adultos, insuficiente satisfacción y rupturas del apego seguro. 

Antes de mencionar un informe de Amnistía Internacional llamado ‘Iceberg de la violencia infantil’, en el que el asesinato, la agresión física, la penetración o los gritos o amenazas se ubican en la parte visible y los chantajes, humillación, abuso de poder, ignorar o el castigo en la invisible, definió una experiencia traumática como la "desproporción entre la amenaza a la que nos enfrentamos y los recursos con los que contamos”. 

“El cerebro está preparado para anticipar el peligro. La vida no está preparada para los niños ni las embarazadas, es normal que nos encontremos solos en situaciones que nos sobrepasen”, sentenció. 


lunes, 8 de julio de 2024

Trauma, crianza y pareja: el guion de vida en los hijos e hijas de violencia de género

Con un éxito rotundo y más de 130 alumnos (entre la modalidad ‘online’ y presencial), el Espacio Joven Europeo de Azuqueca dio al bienvenida al penúltimo Curso de Verano planteado por el centro asociado de la UNED en Guadalajara: ‘Trauma, crianza y terapia’.


“En nuestra vida influye más el código postal que el código genético, nacer en un país o en otra o en una determinada clase social. El factor que mejor predecía alteraciones psicológicas era la clase social de la madre”. Así, directo, conciso y contundente, José Luis Martorell Ypiéns, profesor de Terapia de Familia y especialista en Psicología Clínica, arrancaba la que iba a ser una brillante exposición sobre el guion en los hijos en hijas de violencia de género.

¿Cómo son de adultos los niños que han crecido en entornos con violencia de género? Cuando empiezas a hablar con ellos, en terapia, te das cuenta que ese primer entorno en el que crecieron, con violencia, por ejemplo, hacia su madre, han sido definitivos para marcar aspectos de su propia vida”, continuó el supervisor del Servicio de Psicología Aplicada de la UNED, con 45 años de experiencia como psicoterapeuta.

Antes de entrar en materia señaló algunos aspectos clave a la hora de referirse a los hijos e hijas de violencia de género. Para Martorell, no son testigos sino víctimas ya que crecen inmersos en violencia, lo que les provoca consecuencias físicas (retraso en el desarrollo y alteraciones de alimentación o sueño), consecuencias emocionales (ansiedad, depresión, baja autoestima, inseguridad, aislamiento, dificultades con la empatía), consecuencias cognitivas (fracaso escolar, indefensión aprendida), consecuencias conductuales (agresividad, falta de habilidades sociales, adicciones), y neurofisiológicas (alteraciones bioquímicas y estructurales, hiperexcitabilidad permanente).

“Pero, ¿qué es la Teoría de guion de vida?”, preguntó José Luis alzando la voz. Como respuesta expuso una cita de Eric Benre, psiquiatra canadiense. Éste consideraba que un guion es “un plan de vida formado en la primera infancia bajo la presión parental y que después continúa en vigor. Es la fuerza psicológica que impulsa a la persona hacia su destino, tanto si la persona combate como si dice que es su libre voluntad”. Como ejemplo, prosiguió, “si tengo que estar callado porque si no me pegan, eso ya es un guion”.

Una teoría a la que se refirieron grandes figuras de la literatura como Franz Kafka en ‘Carta a mi padre’ (“Si comenzaba a hacer algo que no fuera de tu gusto y tú me amenazabas con el fracaso, el respeto por tu opinión era tan grande en mí, que el fracaso, aunque fuese mucho más tarde, era irremediable”) o Albert Camus (“El sol que brilló sobre mi infancia me libró de todo resentimiento”).

¿Quién soy? ¿Quiénes son los otros? ¿Quién tiene el poder? ¿Qué tengo y qué puedo hacer? ¿Cómo ser feliz o cómo estar bien? Éstas son algunas de las preguntas que nos formulamos cuando somos pequeños. Mientras, “estás bien”, “puedes pensar, “puedes equivocarte”, “puedes aprender”, “te quiero”, “puedes confiar en mí” son algunos de los mensajes positivos que se dan cuando el guion va bien.

En cambio, un guion positivo se puede convertir en dramático cuando va dirigido a hijos e hijas que han crecido en entornos de violencia de género. Inseguridad, desconfianza del otro, duda, vergüenza, culpa, miedo, alerta permanente, “una versión de sí mismo dominada por el abuso”, “éxito atribuido a factores externos” son algunas de sus consecuencias, según Martorell, que finalizó su ponencia con una reflexión acerca de cuándo una terapia concluye con éxito: “Toda terapia termina con éxito con una persona que se quiere y acepta”.


Trauma, crianza y pareja:

A partir de las 19 horas arrancó el turno de Arun Mansukhani, psicológo especialista en Psicología Clínica y asesor de la Comisión Europea en delitos de odio. “La terapia me mantiene unido a la realidad, “sentarse delante de una persona que está pasando por un proceso difícil y acompañarle en ese proceso te devuelve al sufrimiento humano”, indicó el también sexólogo.

Pero, ¿a qué no referimos cuando hablamos de “trauma”? Jean-Martin Charcot, neurólogo francés, fue el primer investigador interesado en la salud mental. Él se refería a la histeria, una enfermedad mental causada por un trauma psicológico. “Frecuentemente, por abuso sexual”, añadió Mansukhani.

Posteriormente, Charles Samuel Myers, médico inglés que ejercía como psicólogo, demostró que un 30% de hombres y un 27% de mujeres sufrieron trastorno de estrés postraumático en algún momento después de la Guerra de Vietnam. A partir de aquí comienza a catalogarse al trauma como enfermedad mental.

El trauma se ha reducido mucho menos en el entorno de la intimidad, hablamos de violencia sexual, aumento del número contra mujeres y niños. En países desarrollados 19-35% niñas y 14-26% niños, sólo 1-2 de cada 10 es denunciado y se suelen comunicar entre los 35-45 años”, continuó Arun, que mencionó el Original ACE Study, donde los doctores Felitti y Anda demuestran que el trauma no sólo esta asociado con la salud mental sino con la salud en general.

El concepto de “trauma” ha ido variando con el paso del tiempo y, desde lo acontecido en Vietnam, ahora nos referimos a “bullying” en los centros escolares o soledad. Éste afecta a los neuroretransmisores (adrenalina, noradrelina, dopamina y cortisol) y el cortisol, por ejemplo, está íntimamente relacionado con el sistema inmunológico.

Lo que pasó, pasó, fue horrible, pero ya no me afecta, y todo nuestro trabajo va encaminado a eso”, Arun Mansukhani.

Lo que ocurre es la amenaza percibida, la persona no regresa a la normalidad, se queda en un estado de alerta permanente, preparado para responder en un determinado momento. ¿Qué es algo traumático? Algo que provoca una desregulación permanente”, afirmó Mansukhani.

Y, además, el estrés se puede convertir en trauma en varias fases. Algo puede ser traumatizante si es demasiado intenso u ocurre demasiado pronto, cuando es menos intenso pero más repetitivo, y, como los niños “carecen de autorregulación”, relataba Arun, “necesitan a las figuras de apego para calmarse”. Pero, a su vez, para el especialista en Psicología Clínica, “las personas que tienen personas de apego cerca sufren menos trauma y los niños que tienen dificultades de apego buscan afecto. Entonces el apego se vuelve protagonista porque nos enseña a cómo autorregularnos, corregularnos y desregularnos (cómo hago para volver a la normalidad después de una mala noticia) en la intimidad, tres cosas centrales en las relaciones de pareja”.


Con estas afirmaciones introdujo el trauma en la infancia y en la pareja, los puntos centrales de su exposición, en la que expuso los tres sistemas que hemos heredado de las generaciones pasadas (sistema de jerarquía, defensa y apego) y los diferentes tipos de traumas: acción (“Todo lo que te hicieron o dijeron que no debería haber ocurrido, todo lo que viste y oíste que no deberías haber presenciado”) y trauma de omisión (“Todo lo que deberían haberte hecho o dicho y nunca ocurrió, cosas que deberías haber visto u oído pero no lo hiciste”).

La emoción desregulada es el problema central para las parejas de alto nivel de conflicto (Alan Fruzzetti, 2006)”

Autorregularme, corregularme y qué es lícito, las tres cosas que se aprenden en una buena estructura familiar. Ir educando en qué expresiones son correctas y cuáles no. Ahí es dónde se va a ir aprendiendo y dónde el niño va a ir llegando a las relaciones que tiene los adultos”, mencionó el Mansukhani, poco antes de referirse a las “dinámicas conflictivas”.

En ellas hay que distinguir la conexión-distanciamiento, huida-persecución (una de las partes está más distanciada que la otra), evitación del conflicto (relación superficial, evitación de la intimidad), reactivas (hay conflictos abiertos basados en la crítica, desprecio, victimización…), y destructivas (dominante-dominante, dominante-sumisa, sumiso-sumisa).

“A partir de ahí toca trabajar en pareja el pegamento tóxico: familiaridad-patrones de apego, qué consideramos manifestaciones del amor y qué no, familiaridad en la comunicación y cómo se resuelven los conflictos”, sentenció Arun Mansukhani.

viernes, 5 de julio de 2024

Viudedad, testamento y legado

Última jornada sobre el curso dedicado al ciclo de la vida de las mujeres de la nobleza en la Edad Moderna. La sesión ha iniciado con la directora del curso Esther Alegre Carvajal –Catedrática Universidad Historia del Arte. UNED–, a través de la conferencia titulada: ‘La viudedad femenina en la Edad Moderna. El controvertido poder de las altas aristócratas’.


La intervención ha comenzado con la cuestión de si la pérdida del esposo resultó “ser una ventaja”, como recogen algunos estudios con perspectiva de género, o “una debilidad”, en función de cierta literatura moralista, para estas mujeres de la nobleza.

El control masculino “era ejercido por el padre en la condición de hija, soltera o doncella”. Después, “por el esposo en el estado de casada”. Con la viudedad “la potestad masculina va a desaparecer” y de este modo la mujer “podrá ejercer unos roles que hasta el momento le habían sido vedados”. 

Para las mujeres “cada relación familiar daba lugar a un estatus diferente” y estos daban lugar a “distintos aspectos de la realidad femenina”. Al margen de los lazos personales y emocionales, en el matrimonio y los grupos familiares “la muerte de la esposa no afectaba a la posición familiar”. Sin embargo, la muerte del esposo “desencadenaba una alteración del estatus familiar anterior”. En la época la viudedad se entendía como una situación vital en exclusiva de las mujeres. Esta nueva condición traía aparejada “una pérdida del poder social y económico”.

La historiografía reciente ha insistido en ofrecer una visión positiva de la situación de viudedad. Las damas de las élites consiguen “potenciar una autoridad y autonomía”, alcanzando un estado de “paradigmática libertad”. Existe un contraste entre la “actitud pasiva" cuando son hijas o esposas y los “proyectos propios” que comienzan a desarrollar tras el fallecimiento del cónyuge. 

Alegre Carvajal ha establecido un vínculo muy estrecho entre las viudas y la potenciación del mecenazgo artístico durante esta etapa. A diferencia de los hombres, “cuyo patronazgo artístico tiene lugar en el transcurso de su periodo vital”.

Los tratados moralistas de los siglos XV y XVI, –que eran conocidos por las mujeres bien porque estaban alfabetizadas o por los sermones de los sacerdotes–, pretenden definir “el cometido y las obligaciones” de las mujeres casadas para “definir su rol y las fronteras de la institución del matrimonio”. Los textos de la época asocian la viudedad al encierro como “un esquema de comportamiento impuesto por la sociedad o la propia viuda”, algo que aparece en los escritos de Juan de la Cerda o Francisco de Ávila.

Los elementos visuales de la viudedad son “la vestimenta negra y la toca blanca”, algo que aparece recogido tanto en imágenes pictóricas como en ilustraciones. No obstante, algunos de los retratos de las damas de la nobleza aportan indicios de su “investida autoridad”. En ocasiones estas mujeres acceden a sus “derechos nobiliarios”. Aunque, el gobierno de una mujer en el siglo XVI, “podía estar disputado”. Entre estas mujeres existía un elevado sentido de conservación de “la reputación del patrimonio inmaterial de su linaje”, lo que derivó en “la construcción de palacios y capillas familiares”.

 


La segunda ponencia de la mañana ha sido dirigida por Alejandra B. Osorio –Associate Professor of History, Wellesley College, Boston (EE.UU.)–, y ha llevado por título: ‘La muerte, las mujeres y los testamentos: tumbas, genealogías y voz’. 

Osorio ha destacado que “la tumba cristiana se convirtió en un lugar de tránsito en el que el alma residía de manera temporal en búsqueda de la resurrección”. La epidemia de peste negra provoca un horror entre la población europea y genera “demandas e instrucciones explícitas en los testamentos” que están relacionadas “con la ubicación del enterramiento y las posesiones a heredar”. Los bienes materiales se traducen como “un vínculo entre vivos y muertos” y añaden “una extensión de la voluntad de los fallecidos”.

Prepararse para la muerte requería “poner en orden los asuntos de la vida de manera cotidiana y no postergar este acto hasta el momento del fallecimiento”. Buen ejemplo de esto son los textos que componen el ‘Ars moriendi’, que datan del siglo XV.

Para las mujeres el convento, “etapa final de la vida terrenal”, se interpretaba como lugar de “entendimiento con Dios” en aras de la muerte. A su vez, se ponía especial énfasis en la preservación de los testamentos como un elemento destinado a la “conservación de su voz”. Estos documentos expresan poder tanto “sobre sus bienes”, como en “sus vidas eternas”. El contenido “revela dinámicas sociales y políticas importantes que nos ofrecen datos que van más allá de su cualidad de mecenazgo”, un análisis, –el del patronazgo–, que se constituye como el más extendido dejando de lado otros aspectos vitales de las mujeres de la nobleza en la Edad Moderna.

Por último, las profesoras Esther Alegre Carvajal y Valeria Manfré han presidido la mesa con destino a extraer las conclusiones del curso previas a su clausura. 

jueves, 4 de julio de 2024

La vida de las beatas y las problemáticas derivadas de la maternidad

Segunda jornada del curso dedicado al ciclo de la vida de las mujeres de la nobleza en la Edad Moderna. El punto de partida, en la sesión de mañana, ha venido de la mano de la ponencia ‘Nobles y adolescentes: las damas protagonistas de las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes’, a cargo de José Ignacio Díez Fernández –Catedrático de Universidad de Literatura Española. Universidad Complutense de Madrid–.

Díez Fernández ha comenzado su intervención haciendo referencia a la “discutida veracidad” de los retratos de Miguel de Cervantes que conservamos. En ellos la presencia de una “gran frente” connota una atribuida inteligencia.

En las obras de Cervantes “observamos muchas mujeres que no se corresponden con el resto de las que aparecen en otros textos de la época”. La imagen que se traza de las mujeres en las referencias de la Edad Moderna son “misóginas” en relación al halo de independencia de las que se muestran en el trabajo del literato alcalaíno. Son numerosas las lecturas que se han hecho sobre los “heterodoxos orígenes” del autor.

La literatura de la época no “busca la originalidad”, sino la “imitación de los mejores”. Cervantes encuentra modelos de “mujeres poderosas” en las novelas de caballería.

En los títulos de las ‘Novelas Ejemplares’, (Miguel de Cervantes, 1613) encontramos la importancia de las mujeres. Una de sus características es que son todas bastante jóvenes, a excepción de la protagonista de ‘El casamiento engañoso’ –pese a que el personaje tiene 30 años–.

En ‘La gitanilla’ Cervantes arranca con el estereotipo de que “todos los gitanos son unos ladrones”. El relato termina con una anagnórisis, pues la protagonista, que ha sido raptada y educada entre gitanos, resulta ser de origen noble. Una de las características de este personaje es que “aunque le diera el sol, no se ponía morena”. La protagonista es, según Cervantes, “hermosa y discreta”, aunque también algo “desenvuelta”, un adjetivo con carácter peyorativo en la época. Además, el nombre del personaje, Preciosa, implica no sólo “belleza”, sino que tiene un “precio alto”. Preciosa tiene algunos elementos en común con la Marcela del Quijote. Por otra parte, Preciosa pone en valor un “sentimiento de libertad” ya que se rebela ante “la bárbara e insolente licencia” que sus parientes “se han tomado de dejar las mujeres o castigarlas, cuando se les antoja”. De alguna manera, el personaje rechaza “la ley gitana”. Tras la revelación del origen de Preciosa, el caballero que se enamora de ella puede casarse con la joven “porque pertenece a su misma clase social”.

En ‘La española inglesa’ un caballero inglés, llamado Clotaldo, tras la invasión inglesa de Cádiz, rapta una niña y la lleva a Londres. Aunque la familia inglesa la educa en los valores cristianos, –pues son "secretamente cristianos" en una Inglaterra protestante–, su estatus es el de “esclava”. Isabela reúne condiciones de nobleza que pueden resultar en un “buen matrimonio”. El hijo de Clotaldo y su esposa Catalina, Ricaredo, se enamora de Isabel y pide a sus padres romper el compromiso del matrimonio concertado con una chica escocesa. La reina Isabel, enterada de la existencia de la joven pide que la lleven a su presencia. Tras una serie de avatares, en los que prevalece la “virtud y la belleza interior”, se hace posible la boda entre Ricaredo e Isabela.

La exposición ha concluido con la reiteración de José Ignacio Fernández Díez sobre la aparición de “personajes femeninos atípicos” en los relatos de Cervantes, que se contrapone a la visión de otros textos de la época.

Esther Alegre Carvajal ha destacado que, pese a la aparición de estos personajes femeninos jóvenes en la literatura, los estudios demográficos ponen de manifiesto que “las mujeres trataban de postergar los matrimonios a partir de la veintena”, ya que de esta forma ejercían cierto “control sobre la natalidad”. 

La segunda intervención de la mañana ha llevado por título ‘Jóvenes nobles que no toman estado. Beatas y dirigidas espirituales de la nobleza: modus vivendi y mecenazgo en instituciones eclesiásticas’, impartida por Macarena Moralejo –Profesora Ayudante Doctor. Departamento de Historia del Arte. Universidad Complutense de Madrid–.


El concepto de “beguina” hace referencia a una mujer que “no toma votos religiosos”, por tanto, “no es monja”. Normalmente, “vive con otras mujeres en una comunidad al margen de las estructuras oficiales de la Iglesia católica”. En algunos “beaterios”, o “beguinatos”, “rechazan a la Iglesia por su corrupción y falta de asistencia a las mujeres”. Viven en solitario o constituyen una comunidad de mujeres. Lejos de estar “sometidas a ningún tipo de regla o disciplina son fieles a sí mismas y están alejadas de cualquier tipo de voto que supusiera una represión”. Dedicaban su vida a rezar y trabajar, “pero no dentro de un monasterio, pues no concebían la Iglesia como institución”. 

En lo relativo al concepto tradicional de beata en España, encontramos textos como ‘Aviso de gente recogida’ de Diego Pérez de Valdivia, publicado en 1585.

Las “beatas” son mujeres que toman la decisión de “convivir de forma independiente, alejadas de sus familias de la sociedad, haciendo de la vida religiosa una razón de existencia y una forma de subsistencia”. Adoptan un hábito religioso (“monjil y toca”) como vestimenta entre los muros de su residencia, “propiedad de ellas mismas o de su familia”. A menudo utilizan la indumentaria de la orden tercera de San Francisco de Asís, es el caso de las mujeres de la familia Mendoza que habían “optado por enterrarse como terciarias con el cordón de San Francisco”.

Profesan el celibato “ocupándose en exclusiva de la oración y las obras de caridad bajo la dirección espiritual de jesuitas o de cualquier otro religioso”. Sebastián de Covarrubias en la definición del término “beata” en su Tesoro de la lengua castellana publicado en 1611 se hizo eco de la asociación de significado con “bienaventurada”. Covarrubias incide en que estas mujeres “pretendían alcanzar un estado superior a través de la vida recogida y la tranquilidad de ánimo”.

Más allá de las decisiones individuales o colectivas, cualquier beata “debía adoptar el modelo de santidad como referente”, circunstancia que implicaba “la renuncia al mundo material, la mortificación de los sentidos y purificación permanente para el establecimiento de una comunicación perfecta con el Padre Eterno”. A partir del siglo XVI, en un periodo de cambios y reformas en el plano religioso, sacerdotes, teólogos y miembros de las altas jerarquías eclesiásticas “alentaron entre las beatas la aceptación de una vida de recogimiento y recato”. 

Esta forma de vida “despertaba suspicacias” entre las familias y las instancias oficiales. A lo largo de los siglos XVII y XVIII “el rechazo y desprecio hacia las beatas se acentuó”. El Diccionario de Autoridades publicado en 1726 recoge que la beata era “irónicamente y en significación contraria, y según el vulgo, la mujer que, fingiendo recogimiento y austeridad, vive mal, y se emplea en tratos y ejercicios indecentes y perversos”.

En muchas ocasiones la figura del director espiritual “condiciona la voluntad de las beatas”. Ser “beata” implica también “la renuncia a la maternidad”. En los textos de la Edad Moderna  aparece la idea de “desprenderse del orgullo y la vanidad” en lo concerniente a las mujeres.

La “beata” tendencialmente se “mimetiza con la noción de virgen y virginidad”, algo de lo que da cuenta la pintura de la época. Las mujeres de clase media alta rechazan el lujo accesorio mediante una “contención decorativa” pero mantienen algunos elementos ornamentales que favorecen la devoción.

Por último, Moralejo, ha glosado la figura de Catalina de Mendoza (1542-1602) y su vinculación a la compañía de Jesús. 

El cierre del ciclo de conferencias de la sesión matutina ha estado regido por Javier Burrieza Sánchez –Profesor Titular de Historia Moderna. Universidad de Valladolid–, con ‘Gobierno de la Ciudad de Dios: la presencia de las monjas nobles en el panorama conventual de la España Moderna. 

La exposición ha tratado sobre el hecho de ser monja en la edad moderna dentro del universo de las órdenes religiosas. Además, ha abordado el retrato de la monja noble: “Ser hija de quien soy en cualquier rincón”, en palabras de María Esperanza de Aragón. También se han contemplado sus funciones de gobierno en los conventos y monasterios y en calidad de reformadoras. Por otro lado, se han abordado casos de nobles, monjas y artistas y aquellas que fueron propuestas como modelos de la santidad. 

El estado seglar en los siglos XVI y XVII “es considerado inferior”. Entre las órdenes religiosas podemos distinguir entre “monacales, mendicantes y regulares”. En el siglo XVII aparecen distintas congregaciones cuya misión es, entre otras, la educación, aunque exista para ellas, también, la clausura.

En el siglo XVI surgen una serie de conventos dentro de las ciudades, buen ejemplo de ello son los creados por Santa Teresa de Jesús (1515-1582). El Concilio de Trento supone un “reforzamiento de la clausura”. En algunos de los conventos podíamos hallar nobles como Margarita de la Cruz o Catalina de Mendoza. Algunas de estas mujeres provenían tanto de linajes legítimos como de relaciones extramatrimoniales.

 


En sesión de tarde, Silvia Z. Mitchell, –Associate Professor of History. Prude University, Indiana (USA) y URJC–, ha llevado a cabo una exposición sobre ‘Ser madre y ser reina. La regencia femenina en el ciclo político de las reinas: el caso de Mariana de Austria’.

Mariana de Austria (1634-1696) ocupaba una “posición privilegiada dentro de la dinastía”. Fue educada “en la corte y la política dinástica y participó en rituales de la corte”. Además, tuvo tutores y maestros compartidos con su hermano Leopoldo I y fue instruida “en alemán, latín y español”.

Mitchell ha destacado la larga trayectoria política de Mariana de Austria tanto como reina consorte (1649-1655), como durante la regencia de su hijo Carlos II (1665-1675). Durante su periodo de actividad tuvo que hacer frente a los conflictos con Luis XIV por el territorio español en los Países Bajos o la independencia de Portugal. La profesora ha destacado que Mariana se desempeñó “como una estadista de primera clase”. La relación de la reina con su hijo Carlos tiene una doble vertiente “personal y política”. 

María Jesús Fuente Pérez, –Catedrática Historia Medieval. Universidad Carlos III de Madrid–, concluyó el turno de intervenciones con la ponencia ‘Madre hay más que una. Mujeres de la realeza y de la nobleza ante la maternidad. Siglos XV-XVI en los reinos hispánicos’.

 


Cabe plantearse si las mujeres nobles y las del pueblo se enfrentaban a los mismos problemas a la hora de entender la maternidad. El gran modelo de madre es el de María, “que fue virgen antes, durante y después del parto”. El periodo de la concepción conlleva “problemas físicos y condicionantes ideológicos”, el parto tiene asociado “el riesgo de muerte” y después aparecen los “problemas derivados de la crianza”. 

Para la Iglesia, la virginidad y la castidad son unas de las virtudes más “destacadas y valiosas” del cristianismo. Las relaciones sexuales sólo se concebían “para la procreación” y para las mujeres cristianas muchos días del año estaban “restringidos” a la hora de mantenerlas. 

En cuanto a los métodos para concebir se ideaban “pociones diversas” totalmente nocivas para la salud de las mujeres. Por otro lado, también, se apelaba al “rezo”. Pero, además, existían métodos para no concebir, entre ellos los anticonceptivos que servían tanto para no provocar el embarazo como para deshacerse del feto, algo “castigado por la ley, la religión y la sociedad”. 

¿Qué mujeres querían o necesitaban ser madres? Sobre todo, “las reinas y las mujeres de la nobleza”, pero también “las campesinas” debido a posibles sanciones económicas (“vasallo mañero”).

A la hora de parir ya encontramos testimonios previos a la Edad Moderna, como el de Margery Kempe (c. 1373-1438) que hablaba de “miedo y depresión”, en relación a las dificultades de su primer embarazo. El oficio de partera “tenía una gran consideración”.

A su vez nos encontramos las prescripciones de los “teóricos de la maternidad” en textos como los de Francisco de Villalobos o Bernardo de Gordonio. Estas obras tienen su continuidad en los siglos XVI y XVII.

En cuanto a los partos de las reinas tenemos algunos ejemplos como los de Isabel la Católica, con textos que glosan y ensalzan sus virtudes. Entre los peligros del parto encontramos las enfermedades como, por ejemplo, las fiebres que provocaron el fallecimiento de Lucrecia Borgia.

En el caso de las “madres privilegiadas” se plantea la opción de la elección de nodriza. El contrato se realizaba “entre hombres”, el padre de la criatura y el marido de la nodriza. A instancias de las condiciones para ser nodriza se valoraba una “salud del cuerpo” y la “salud del alma”, por “las ideas y las leyes sobre la transmisión de valores a través de la leche”, también la Iglesia “regula la prohibición de lactancia de nodrizas musulmanas o judías”. Los nacimientos de la nobleza se saldaban con grandes fastos y ofrendas.

En lo referido a la crianza encontramos numerosas imágenes pictóricas de la Virgen María enseñando a leer al Niño Jesús. Siguiendo este modelo, ubicamos a las madres de la nobleza transmitiendo este conocimiento a sus vástagos. Esta identificación de las mujeres de la nobleza con la Virgen María, “es utilizada políticamente”. Hay que añadir que la esfera familiar de la realeza, está “vinculada a la acción pública y política”.

María Jesús Fuente Pérez ha concluido destacando que la mayoría de las problemáticas de la maternidad ya estaban planteadas desde hace siglos, lo que apareja la necesidad de un estudio acerca de su evolución y repercusiones sociales.

La jornada ha finalizado con una mesa de debate titulada ‘Ciclos de vida femeninos y ejercicio del poder’.