lunes, 1 de julio de 2024

Cocinando la cultura gastronómica

Jesús de Andrés, vicerrector de Centros Asociados de la UNED y director de este tercer curso, ha compartido con Lorena Jiménez Nuño, directora del centro asociado de la UNED en Guadalajara, la apertura oficial de ‘Gastronomía y vino en Guadalajara’.

                                            Foto: Óscar Izquierdo 

Enmarcado en la 35 edición del ciclo de formación veraniega de la UNED, el curso ha dado comienzo en Mondéjar, principal zona productora de vino de Guadalajara, en la biblioteca del IES Alcarria Baja, entidad que acoge el aula de la UNED en la localidad que acaba de acoger su primer curso académico “cumpliendo con la misión de esta institución de llevar la cultura y la formación a cualquier lugar de la provincia de Guadalajara”, señaló Lorena Jiménez.  

La directora de la UNED agradeció “el trabajo de Rebeca Cantarero, coordinadora de Aulas Universitarias en UNED, para montar este curso que hace tiempo que queríamos organizar para dar respuesta a las peticiones de algún alumno, y que la pandemia frustró en 2020”.

                                            Foto: Óscar Izquierdo


Jiménez hizo un resumen por los temas que se explorarán en el curso, se congratuló por poder contar con expertos en enología, pastelería, gastronomía o cultura porque “engrandece aún más este curso de verano” que, explicó, “va a proporcionar valiosos conocimientos” y animó, a la veintena de alumnos inscritos, a los que agradeció su presencia, a “compartir la experiencia entre todos para hacerla más gratificante y enriquecedora”.

Por su parte, el vicerrector Jesús De Andrés, subrayó que Guadalajara tiene “un aroma especial. A asado, migas, chuletas a la brasa, dulces con miel. Y aquí en Mondéjar a buen vino”, agradeció “el apoyo de la Diputación de Guadalajara” para llevar a cabo este curso que espera que sea “participativo y dinámico, y que tenga un toque lúdico”.

                                            Foto: Óscar Izquierdo

De Andrés recordó después a los pioneros que dataron y repasaron la gastronomía guadalajareña. Por un lado al pionero, con ‘Gastronomía de Guadalajara’ de Antonio Aragonés Subero prologado por Camilo José Cela. Por otro, a Antonio Martínez Gómez-Gordo, cronista oficial de la ciudad de Sigüenza y médico endocrino que junto a su hija, Sofía Martínez Taboada, escribió el libro ‘La Cocina de Guadalajara’.

Del pasado efímero y el presente tecnoemocional de la cocina española

El sociólogo, investigador y divulgador especializado en nutrición y gastronomía, autor 25 libros y colaborador habitual desde hace años de numerosos medios de comunicación, Miguel Ángel Almodóvar, comienza su ponencia elogiando la trayectoria de su compañero de profesión, investigaciones y amigo, el desaparecido y pareja de la ex ministra Magdalena Valerio, Lorenzo Díaz. Valerio que está presente en el aula de Mondéjar participa y enriquece la ponencia con sus comentarios.

En un tono distendido, con un discurso plagado de anécdotas, no exento de una buena dosis de crítica, y amenizada con continuas alusiones a referencias cinematográficas, literarias, históricas y culturales, el experto esboza la situación del presente de la cocina española, abundando en los numerosos reconocimientos que los restaurantes españoles y sus chefs han logrado en todas las escalas internacionales, lo que denota la alta “calificación de la cocina española” afirmó Almodóvar que demostró después la “gran disociación que existe en España entre cocina y restaurantes con sus chefs a la cabeza porque -especificó el experto-hay todo un tinglado detrás de las grandes restaurantes, ajeno a lo culinario”.

                                                Foto: Óscar Izquierdo

Continúa el investigador repasando los orígenes y la evolución de lo que denominó ‘el trévede’ de la cocina española: gazpacho, paella y tortilla de patata, dando interesantes pinceladas históricas.

Almodóvar hace después hincapié en los momentos más significativos, a su parecer, de la cocina española, como cuando, mediados los 70, “se inicia el movimiento de renovación de la nueva cocina vasca, con Arzak y Pedro Subijana” y entra en escena el uso del aceite de oliva y se recuperan técnicas tradiciones. “Se sientan las bases de la cocina actual española” apunta el sociólogo.

Sería ya en la década de los 2000 cuando Ferrán Adriá “traslada la emoción que se vive en otros entornos a la cocina” apunta Almodóvar. Es el tiempo de las deconstrucciones, las esferificaciones, etc., y El Bully está a la cabeza.

En 2003, sucede un hecho determinante para la experta visión del ponente. La política entra de lleno en la cocina y el sociólogo lo detalla bien: “En el contexto del ‘Pacto de las Azores’, los críticos anglosajones -que controlan el mundo editorial y los principales medios de Comunicación- entierran a la gastronomía francesa –país que se posiciona en contra del acuerdo- y comienzan a destacar a la cocina del tercero de los países socios del pacto. En agosto de aquel año, la fotografía de Ferrán Adría aparece en el New York Times”. 

                                                Foto: Óscar Izquierdo

Repara Almodóvar en otro momento revolucionario que ocurre en 2007 cuando Santi Santamaría en el transcurso de Madrid Fusión manifestó: “No creo en la cocina científica, ni en la intelectualización del hecho culinario” y fue aún más allá, convirtiéndose en objeto de las iras de los grandes del colectivo de chefs, asegurando que “somos una pandilla de farsantes que trabajamos por dinero para dar de comer a ricos y snobs”.

El experto divulgador culinario confiesa tener “un discurso derrotista” pero confía en que “la esencia de la cocina española se conserve en los restaurantes de la periferia” cuyos propietarios -extranjeros en su mayoría- siguen haciendo platos tradicionales, que es lo que aprendieron a hacer de los anteriores dueños de los establecimientos.

El sociólogo cierra su intervención invitando a los asistentes a “repensar nuestra gastronomía y saber hacia dónde vamos”.

Dulce entusiasmo

La segunda de la charlas, bajo el título ‘Aplicación de la uva y vino en el mundo dulce’, corrió a cargo de Fátima Gismero Agudo, pastelera, premio ‘Revelación Madrid Fusión 2021’, tras su  trayectoria con algunos de los mejores profesionales de su sector, se hizo cargo de la panadería-pastelería familiar que ahora lleva su nombre en Pioz (Guadalajara) sin abandonar sus vertiente como formadora, que la lleva de un rincón a otro del planeta.

La joven y premiada pastelera cautivó a todos los asistentes no solo con la degustación de sus dulces (dio a probar hasta tres de sus dulces productos) sino con su magnetismo y apasionada charla sobre un trabajo del que lo único que no le gusta es “madrugar”.

                                                Foto: Óscar Izquierdo

No es de extrañar que te conviertas en pastelera “cuando creces viendo a tu abuelo, y a tus padres trabajando en la panadería familiar y te despiertas con el aroma del pan recién hecho” relató la joven emprendedora cuyos progenitores hace 28 años que se lanzaron a esta aventura de abrir una panadería en el garaje de casa.

Con 16 años, una joven Fátima decidió formarse en pastelería en Madrid, primero, y después en Barcelona, mientras empezaba a trabajar con algunos de los grandes pasteleros y panaderos de la Ciudad Condal. Con Solé Graells, distribuidor oficial de productos de alta gama para cocina, que trabaja estrechamente con la familia Adriá, entre otros, guiada por su innata inquietud, acabó especializándose en técnicas moleculares y dirigiendo un espacio de formación dentro de la empresa.

Años después, regresó a Pioz porque “soy muy de mi casa y de mi familia, y siempre tuve claro que quería volver aquí” aunque reconoce también que “me gusta trabajar para mí porque puedo hacer lo que me da la gana, he sido bien mandada pero no me gusta que me manden” reconoce la ahora empresaria pastelera, que al poco de regresar a “su casa”, como habla de su obrador, fue reconocida, en 2021 con el premio Pastelera Revelación en Madrid Fusión, con el postre ‘La almendra, del origen a la evolución’.

Desde Pioz trabaja con productos de cercanía, como la miel y las uvas de Pioz o el queso de Hita, fusionando tradición e innovación porque como reza uno de sus lemas de vida: “sin tradición no hay evolución”.

Y mantiene los pies en la tierra, pese a los numerosos reconocimientos, los programas de televisión porque como explica “solo hago pasteles, no he inventado ninguna vacuna”. Aunque señala la suerte que tiene porque “estamos presentes en los mejores momentos de las familias y tenemos mucha responsabilidad en ese sentido”.

La uva en los dulces

En una nuevo camino de innovación, Fátima comenzó a trabajar con las lías de la uva - materia sólida que queda en un depósito o barrica después de la fermentación de la uva, formadas por las levaduras muertas y otra serie de sustancias procedentes de la uva – aprovechando la materia prima local.

“Tengo la suerte de que la bodega Alto de Pioz, son amigos y me hacen llegar lías de distintas uvas, malvar y tempranillo, principalmente” explica la repostera que empezó a trabajar con ellas “sustituyendo las levaduras con lo que conseguimos fermentaciones más lentas y productos más ligeras”. Helados, bombones o tartas de queso, que conservan “las connotaciones de color y acidez de la uva”.  

                                                Foto: Óscar Izquierdo

La repostera explicó también como trabaja ya en su proyecto de tienda on line ‘Fatima Gismero. Visionary Patissier’ y dio buenas pinceladas de su perfil como empresaria: “Para mí es muy importante hacer equipo. Tengo un grupo con una media de edad de menos de 30, todas con muchas ganas, y hemos logrado conciliar unas condiciones para que todas tengamos vida, y hasta yo voy a tener vacaciones en verano” señalaba sonriente mientras retiraba el protector a una tarta hecha a base de lías, y sin parar de hablar,  contaba, emocionada, que esta semana están como “locos”, preparando su asistencia a Port América, un festival gastronómico que se celebra en Pontevedra.


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