Última
jornada sobre el curso dedicado al ciclo de la vida de las mujeres de la
nobleza en
El control masculino “era ejercido por el padre en la condición de hija, soltera o doncella”. Después, “por el esposo en el estado de casada”. Con la viudedad “la potestad masculina va a desaparecer” y de este modo la mujer “podrá ejercer unos roles que hasta el momento le habían sido vedados”.
Para las mujeres “cada relación familiar daba lugar a un estatus diferente” y estos daban lugar a “distintos aspectos de la realidad femenina”. Al margen de los lazos personales y emocionales, en el matrimonio y los grupos familiares “la muerte de la esposa no afectaba a la posición familiar”. Sin embargo, la muerte del esposo “desencadenaba una alteración del estatus familiar anterior”. En la época la viudedad se entendía como una situación vital en exclusiva de las mujeres. Esta nueva condición traía aparejada “una pérdida del poder social y económico”.
La historiografía reciente ha insistido en ofrecer una visión positiva de la situación de viudedad. Las damas de las élites consiguen “potenciar una autoridad y autonomía”, alcanzando un estado de “paradigmática libertad”. Existe un contraste entre la “actitud pasiva" cuando son hijas o esposas y los “proyectos propios” que comienzan a desarrollar tras el fallecimiento del cónyuge.
Alegre
Carvajal ha establecido un vínculo muy estrecho entre las viudas y la
potenciación del mecenazgo artístico durante esta etapa. A diferencia de los
hombres, “cuyo patronazgo artístico tiene lugar en el transcurso de su periodo
vital”.
Los
tratados moralistas de los siglos XV y XVI, –que eran conocidos por las mujeres
bien porque estaban alfabetizadas o por los sermones de los sacerdotes–,
pretenden definir “el cometido y las obligaciones” de las mujeres casadas para
“definir su rol y las fronteras de la institución del matrimonio”. Los textos
de la época asocian la viudedad al encierro como “un esquema de comportamiento
impuesto por la sociedad o la propia viuda”, algo que aparece en los escritos
de Juan de
Los
elementos visuales de la viudedad son “la vestimenta negra y la toca blanca”,
algo que aparece recogido tanto en imágenes pictóricas como en ilustraciones. No
obstante, algunos de los retratos de las damas de la nobleza aportan indicios
de su “investida autoridad”. En ocasiones estas mujeres acceden a sus “derechos
nobiliarios”. Aunque, el gobierno de una mujer en el siglo XVI, “podía estar
disputado”. Entre estas mujeres existía un elevado sentido de conservación de “la
reputación del patrimonio inmaterial de su linaje”, lo que derivó en “la
construcción de palacios y capillas familiares”.
La segunda ponencia de la mañana ha sido dirigida por Alejandra B. Osorio –Associate Professor of History, Wellesley College, Boston (EE.UU.)–, y ha llevado por título: ‘La muerte, las mujeres y los testamentos: tumbas, genealogías y voz’.
Osorio ha destacado que “la tumba cristiana se convirtió en un lugar de tránsito en el que el alma residía de manera temporal en búsqueda de la resurrección”. La epidemia de peste negra provoca un horror entre la población europea y genera “demandas e instrucciones explícitas en los testamentos” que están relacionadas “con la ubicación del enterramiento y las posesiones a heredar”. Los bienes materiales se traducen como “un vínculo entre vivos y muertos” y añaden “una extensión de la voluntad de los fallecidos”.
Prepararse para la muerte requería “poner en orden los asuntos de la vida de manera cotidiana y no postergar este acto hasta el momento del fallecimiento”. Buen ejemplo de esto son los textos que componen el ‘Ars moriendi’, que datan del siglo XV.
Para
las mujeres el convento, “etapa final de la vida terrenal”, se interpretaba
como lugar de “entendimiento con Dios” en aras de la muerte. A su vez, se ponía
especial énfasis en la preservación de los testamentos como un elemento destinado
a la “conservación de su voz”. Estos documentos expresan poder tanto “sobre
sus bienes”, como en “sus vidas eternas”. El contenido “revela dinámicas
sociales y políticas importantes que nos ofrecen datos que van más allá de su
cualidad de mecenazgo”, un análisis, –el del patronazgo–, que se constituye
como el más extendido dejando de lado otros aspectos vitales de las
mujeres de la nobleza en
Por último, las profesoras Esther Alegre Carvajal y Valeria Manfré han presidido la mesa con destino a extraer las conclusiones del curso previas a su clausura.
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