miércoles, 1 de julio de 2015

La UNED de Guadalajara reflexiona en su tercer Curso de Verano sobre la figura de Santa Teresa en el V centenario de su nacimiento

Durante los próximos 1, 2 y 3 de julio se celebra en Guadalajara el Curso de Verano de la UNED "Rostros, relatos e imágenes de Teresa de Jesús. Reflexiones en el V Centenario de su nacimiento". La directora del Curso y profesora de Historia del Arte de la UNED, Esther Alegre Carvajal, ha presentado en la tarde del miércoles 1 de julio el programa de conferencias que se van a llevar a cabo, además de explicar que la visión que se va a dar de Teresa de Jesús se centra más en su contexto histórico que en su faceta literaria.


En la mesa de conferencias también se encontraba el codirector del Curso y profesor de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de Madrid, José Antonio Guillén Berrendero; quien ha presentado la primera conferencia llevaba a cabo por Trevor J. Dadson, proffesor of Hispanic Studies en Queen Mary University of London.

Tradición y reforma en la vida religiosa de la princesa de Éboli
Durante esta primera conferencia, el profesor e historiador Trevor J. Dadson como gran conocedor de la figura de la princesa de Éboli, que ha recibido en este año 2015 la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica por sus servicios a la cultura española, ha analizado tres aspectos fundamentales en la vida de Ana de Mendoza. En primer lugar el contexto religioso en el que nace la princesa de Éboli. En segundo lugar el mundo de las corrientes reformistas que ella vive. Y finalmente, la última parte de su vida en la que impera la tradición.

En cuanto al contexto religioso en el que nace la princesa de Éboli, nacen multitud de corrientes religiosas que se distancian del escolasticismo espiritual, que no necesitan de la rigidez de la Iglesia Católica. Corrientes reformistas como los jesuitas o los alumbrados, que necesitan del apoyo y la protección de los nobles, como la familia Mendoza. Los Mendoza estaban muy al frente de las nuevas ideas religiosas de la España renancentista, rozando problemas con la Inquisición por su apoyo a los alumbrados.

Era en este mundo de diversidad religiosa cuando en junio de 1540 nació en Cifuentes Ana de Mendoza, princesa de Éboli. Hija única del matrimonio entre Diego Hurtado de Mendoza y María Catalina de Silva, de familia aristocrática, fue instruida por su madre y su tía María de Mendoza; ambas mujeres instruídas del Renacimiento. Formaban parte de un grupo de lectura en Toledo junto al humanista Álvar Gómez de Castro. Además, su madre Catalina poseía una biblioteca con 300 volúmenes con los que educó a su hija en casa. Una biblioteca humanista muy grande para la época, que abarcaba todos los saberes. 

Además, en la vida de la princesa de Éboli también influyó su amistad con la Infanta Juana, que tan sólo tenía cinco años más que ella. La Infanta era una apasionada de la religión, jesuita, que exploraba el recogimiento. La facción ebolista favorecía a los recogidos y los jesuitas, nuevas modas espirituales y, evidentemente, Ana de Mendoza se vió afectada por este ambiente religioso. 

La princesa de Éboli y Teresa de Jesús se conocieron en el palacio toledano de Luisa de la Cerda, de familia aristocrática adyacente a los Mendoza. El 10 de junio de 1569 Teresa de Jesús llegó a Pastrana, villa ducal de los príncipes de Éboli, para fundar el convento de la orden de las carmelitas. Pero en la década de 1560 los príncipes de Éboli pierden poder político, debido a que el marido de Ana de Mendoza, Ruy Gómez de Silva, pierde la confianza del rey Felipe II en favor de la Casa de Alba. 

En 1569 Ruy Gómez de Silva y su mujer compran la villa de Pastrana saliendo así de la corte de Felipe II. El príncipe de Éboli convirtió la iglesia parroquial de Pastrana en colegiata, que se abrió al culto en febrero de 1573. Como señores de la villa, los príncipes de Éboli dedicaron todo su tiempo y energía a los movimientos religiosos y como patrocinadores esperaban que las fundaciones religiosas cumplieran con lo estipulado por ellos. En 1573 enviudó la princesa de Éboli y quiso que se cumpliera el testamento de su marido Ruy Gómez de Silva, que se rezase contínuamente por su alma en los conventos que se fundaron en Pastrana. El testamento enfrentó la religión tradicional y la reformista, y Ana de Mendoza eligió la tradición en este momento de su vida. Eso suposo la ruptura con la orden de las carmelitas y con Teresa de Jesús, que salió de Pastrana, donde la princesa de Éboli fundó un convento franciscano en 1574 en el que viviría hasta su muerte en 1592. Allí colocó como priora a una amiga, Felipa de Acuña y Mendoza, y obliga a las monjas a hacer oración contínua. “Cuando te enfrentas con la muerte, la tradición siempre vuelve y ella (la princesa de Éboli) lo que quiere es salvar el alma de su marido con la oración silenciosa”, ha comentado para terminar Trevor J. Dadson. 

Las fundaciones teresianas de Pastrana. Un conflicto.
La segunda conferencia de la tarde ha sido llevaba a cabo por la directora del Curso, la profesora Esther Alegre, que ha querido reflexionar haciendo una comparación de la obra "La ciudad de las damas" de Christine de Pisan, escrito en 1405; con "Castillo interior" escrito por Santa Teresa a mitad del siglo XVI. En ambos libros se habla de la ciudad en el Renacimiento y ambos están escritos por mujeres. 

Es la contraposición de la ciudad del príncipe renacentista con la ciudad del guerrero castillo-palacio fortificado. Teresa de Jesús crea esta imagen de castillo-palacio que le permite romper con los grupos de la ortodoxia tridentina, cuando Valdés se hace con las riendas de la Inquisicón y ella se ve acosada. A todo esto hay que añadir la variación sufrida en el contexto social por la mujer desde los inicios de Humanismo hasta el siglo XV, como en ese extenso camino desde una obra a otra. La ciudad nobiliaria toma forma siguiendo dos opciones: una crea una ciudad con un palacio plenamente urbano, como Pastrana o Guadalajara. Y la otra transforma una fortaleza medieval en un castillo aislado, como en Alba de Tormes. Dos tipologías urbanas, castillos o ciudades, que son formas de transmisión de una representación ideológica visual en una sociedad que cada vez se va polarizando más. 

Christine de Pisan y Teresa de Jesús construyen dos imágenes literarias que se pueden visualizar en ejemplos concretos. Imágenes que hacen visible una ideología subyacente. Al fijarnos en la obra de Christine no sólo se narra el que se construya una ciudad no sólo para mujeres, sino también creado por mujeres. La querella de las mujeres es un enfrentamiento, fundamentalmente literario en el siglo XV y también parte del siglo XVI entre los partidarios de la capacidad de la mujer y los partidarios de la inferioridad de la mujer. Christine hace una defensa férrea de las capacidades de las mujeres. Consciente de la novedad de su propuesta ella misma pinta las miniaturas que acompañan su obra, en las que muestra el esfuerzo constructivo de las mujeres. Christine creó una utopía. Las mujeres de la alta aristocracia, al menos en la familia Mendoza, sí vieron que la ciudad sí era un quehacer femenino. Pastrana fue construida por ejemplo por Ana de Mendoza. 

En cuanto a Teresa de Jesús, Esther Alegre se centra en el conflicto que generan las fundaciones de Pastrana. Es un antes y un después en el renacimiento en Castilla. En 1561 se inician las fundaciones teresianas con el Convento de San José de Ávila. La casa de los Mendoza había orquestado cobijo a los franciscanos, erasmistas, jesuitas que defendían una espiritualidad de recogimiento y misticismo. Un grupo de damas Mendoza, como la princesa de Éboli van a alentar las primeras fundaciones de Teresa de Jesús. Alentada por este grupo y con el puesto del príncipe de Éboli en la corte, Teresa da curso al inicio de la reforma en la rama masculina. No sólo hizo el convento de la princesa, sino que consiguió gracias a Ruy Gómez el convento masculino en Pastrana. 

Pero dos celebres conflictos entre la princesa de Éboli y Teresa de Jesús romperan su relación. Cuando la Inquisición incauta el libro de la vida de Teresa de Jesús y el cierre del convento de las monjas carmelitas, cuando la princesa de Éboli se queda viuda. Estos dos asuntos se han resumido históricamente como un conflicto entre dos mujeres, debido al carácter algo frívolo de la princesa de Éboli y el carácter tenaz de la Santa. Pero estos conflictos son más complejos y explican la toma de postura de Teresa de Ávila, que cobijada en sus primeras fundaciones por el grupo ebolista de los Mendoza, se pasa al otro grupo politico, los albistas, en una situación difícil

En 1570 Teresa de Jesús recibe de la Casa de Alba a través de mediadores fundar Alba de Tormes. En 1571 el rey Felipe II cambia su política y se decanta por el Duque de Alba frente al príncipe de Éboli. La ortodoxia tridentina va avanzando y empiezan a ahogar la reforma de Teresa. Se declara la clausura de todas las monjas y Santa Teresa es nombrada priora de su primer convento en la Encarnación de Ávila, se la encierra en la clausura. 

Además, el cisma entre los carmelitas calzados y descalzos en Andalucía, que parecía que se iba a extender a Castilla, parece un problema de difícil solución y amenaza la obra de Teresa de Jesús. Teresa vislumbró el problema de la orden carmelita y temió por sus conventos de 13 monjas. Pastrana era el único enclave donde convivían dos conventos reformados, uno masculino y uno femenino. Por tanto era el lugar donde el contagio del problema era más fácil. Necesita desligarse, así que muerto el príncipe de Éboli se despega del grupo politico que le había prestado su ayuda y se acerca a los Alba. En 1574, la duquesa de Alba le pide que vaya a Alba de Tormes cuando su marido el duque de Alba se va a Flandes y gracias a la intervención del Papa, deja la clausura. El partido ebolista ha perdido poder y en Alba de Tormes disfruta de un fructífero momento intelectual. En "Castillo interior" evoca el castillo de los Alba, de forma consciente construye una metáfora que permita legitimizar la postura intransigente, las nuevas políticas. La monja de Ávila moría en Alba de Tormes en 1582, cuando acude al nacimiento del nieto de la duquesa. Así será libre de toda sospecha. En 1622 fue beatificada, mientras que la duquesa de Éboli fue encerrada en Pastrana hasta que fallece.
 

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