miércoles, 1 de julio de 2015

Etxenike y Calaf ponen el punto final al Curso de Verano sobre Manu Leguineche

La tercera y última de las jornadas del Curso de Verano dedicado a Manu Leguineche contó con la presencia de dos profesionales de la palabra: Luisa Etxenike, escritora y profesora de Teoría del Relato, Literatura y Género de la Universidad del País Vasco; y la periodista Rosa María Calaf. El cometido de ambas en la sesión de clausura fue la de aportar, esta vez desde una perspectiva femenina, nuevos rasgos del Leguineche escritor y periodista.

Pese a no haber tenido la oportunidad de tratar personalmente a Manu, Etxenike demostró ser una gran conocedora de su obra, de su labor creativa, de la que hizo un brillante ejercicio de análisis desde el punto de vista filológico.

“Su escritura permite el gozo pero sin rebajar el acto intelectual”. Con esta afirmación Etxenike inició un recorrido por las cualidades de Leguineche como hombre de letras; una persona que supo a través de su maestría en el manejo de las palabras una obra perdurable en el tiempo.

A partir de tres de sus obras más importantes: La felicidad de la tierra, El club de los faltos de cariño y El camino más corto, Etxenike realizó un viaje a través de la forma, el fondo y la dimensión ética y política de sus escritos. De la primera cuestión, Etxenike destacó el carácter misceláneo de sus obras, repletas de detalles, aunque sin perder por ello la sencillez y sobriedad que siempre caracterizó su escritura. También la polifonía temática, encuadrada en el fondo, de la que se da buena cuenta en El camino más corto, donde se aprecia cómo la aventura inicial del conocimiento del mundo exterior acabará siendo un viaje al interior del propio periodista. Es precisamente esa captación del mundo exterior la que da contenido a la dimensión ética y política de su obra,  que no fue otra que la de ser un humanista activo porque nunca se olvidó de los que padecían la historia. “Nunca estuvo al lado de los que hacen la guerra, sino de los que la padecen”; “por eso sus libros nunca envejecerán; por esa eternidad de la aproximación humanística”, culminó.

Curiosidad, emoción, conocimiento
“No vengo en calidad de amiga, ni de analista ni tampoco de compañera. Vengo como una discípula de Manu”. Desde esta modesta perspectiva Rosa María Calaf abordaría la que vendría a ser la última de las cuestiones programadas en el curso de verano: Manu como pionero de los corresponsales españoles. Para ello, la que fuera corresponsal de TVE, haciendo gala de su buen hacer periodístico, realizó una magnífica labor de investigación que le llevó a contactar con un compañero de la escuela de Leguineche, quien le aportó los datos necesarios para regresar a los años de niñez y juventud de Manu.

Ya en los años de escuela, relató Calaf, Manu apuntaba maneras de ser buen escritor en un trabajo de clase que se publicó en la revista escolar que premonitoriamente se hacía llamar Vuelos. También en aquella época empieza a ser manifiesta su pasión por el fútbol, el cual practicaba tercamente desde la posición de defensa; y su gran sentido del humor.

Ya en los años de adolescencia su incansable interés por el exterior desembocaría en el Manu que, años más tarde, iniciaría una expedición a alrededor del mundo para saciar sus ansias de curiosidad, de conocer de primera mano la vida. Fue con este viaje donde Manu supo entender la importancia de la labor social del periodismo.

“El periodismo de antes era mucho más que un trabajo, era una forma de vida”, rasgos que poco tienen que ver con lo que se está convirtiendo el periodismo hoy día, “devorado por la prisa, la inmediatez y el todo vale, donde se da más importancia a lo que impacta que a lo que importa”, reivindicó Calaf, quien no quiso terminar su intervención dando un sentido agradecimiento al que fuera pionero de los corresponsabes de guerra.

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