viernes, 10 de julio de 2015

El curso 'La Unión Europea y Rusia tras Ucrania' cierra con las líneas de un nuevo orden (o desorden) mundial

La última jornada del Curso de Verano retomaba el debate que ayer quedó abierto con el que se volvían a examinar las causas, las consecuencias, las responsabilidades y la posibles respuestas a la crisis de Ucrania así como a analizar los “liderazgos” de la Unión Europea y Rusia en el nuevo panorama mundial.

El profesor e investigador, Nicolás de Pedro, ha abierto esta última jornada con la ponencia: ‘La UE como actor global en el siglo XXI’. La pregunta que se planteaba era: ¿Qué papel juega la Unión Europea en el actual orden mundial?. De Pedro ha respondido a la misma partiendo de percepciones más que de teorías: “Yo siempre defiendo el análisis en base a las percepciones, el trabajo de campo y las opiniones sobre el terreno”. En este sentido, De Pedro desvelaba las grandes diferencias que existen entre la positiva percepción que de sí misma tiene la Unión Europea y  la negativa de Rusia. 

Por su parte,  la indiferencia de terceros países sigue eludiendo a la UE en sus agendas y cálculos estratégicos. El profesor ilustraba esta última cuestión con la realidad de países como India, donde aún se sigue entendiendo Europa como Francia, Alemania, Gran Bretaña, etc. Según De Pedro, la idea global de una unión en Europa sólo se entiende en estos territorios en términos comerciales e incluso humanitarios: “para muchos países la Unión Europea es solo un ONG gigantesca”. Y es la propia Unión Europea la responsable de esta percepción. Según el ponente, "Europa es un proceso hacia dentro" que se ha ido diseñando dentro de sus fronteras pero cuya política exterior es muy limitada. La dicotomía entre los países miembros que apoyan una mayor integración y los que mantienen una idea más soberanista ha frenado gran parte de las propuestas en política exterior: “En la UE no hay una política exterior bien definida, hay 28 políticas exteriores”. No obstante, De Pedro ha adelantado que cada vez tienen más peso las instituciones dedicadas a seguridad y política exterior. Además, en los últimos años la Unión Europea ha ido adoptando medidas comunes como la Política Europea de la Vecindad a la que subyace la idea de armonizar los ideales europeos en los países vecinos. “Sin embargo, ya no solo se habla de países de vecinos, también de habla de los vecinos de los vecinos entre los que destacan los países de Asia Central”, explicaba Nicolás de Pedro.  El problema llega cuando Rusia entiende los intereses de Europa en estos países como una amenaza de la UE que trata de extrapolar este poder blando, es decir, su capacidad de atracción con el señuelo del deseado Estado de Bienestar.

El desequilibrio como orden
La última ponencia del Curso de Verano llegaba con las explicaciones del doctor en Historia Francisco Veiga que aportó a las jornadas un nuevo punto de vista temporal. De esta manera, el profesor  y experto en Europa Oriental, ubicó en el tiempo y en el espacio los acontecimientos que han favorecido el actual Orden Mundial basado en el “desequilibrio como orden”. Para entender lo que está ocurriendo en la actualidad, Veiga ha querido remontarse a 1990 apoyándose en una atenta selección de fotografías que ilustraban los momentos más destacados de la historia actual.



Los primeros años de la década, comenzaba el ponente, fueron los de la Post Guerra Fría en la que Bush padre intentó imponer lo que llamaban el New World Order (NWO). Un Nuevo Orden Mundial que, según Veiga, se jugaba en Europa del Este, en la zona post-soviética. Continuando la estructura cronológica de su intervención, llegaba al periodo comprendido entre 1996 y el año 2000 en el que se expandía la idea de globalización: el capital, las comunicaciones y los transportes cruzaban fronteras en un clima de cierta felicidad en la que, sin embargo, no todos eran felices. Rusia, que durante los años noventa se adolecía de una situación complicada, estalló con Kosovo. En su paseo por la historia más actual, Veiga llegaba hasta el 11 de septiembre de 2001, fecha en la que todas las potencias se unían para combatir al terrorismo islámico: “durante esta época se invirtió mucho dinero en defensa y hubo mucha especulación en torno al petróleo, lo que acabó recalentando la economía”. Así se llegó a 2008, el año de la Subprime, de la quiebra de Lehman Brothers y, por ende, del inicio de la crisis mundial. El NWO de los noventa fracasaba y el equilibrio se desordenaba hasta hoy.  

“¿En qué punto estamos ahora?”, se preguntaba Veiga. “No hemos dado un salto al nuevo paradigma…quizá lo estemos dando ahora”. Sus argumentos sobre el nuevo “desequilibrio del orden” pasaban por la preponderancia del ideal cultural de Occidente que, según el ponente, seguía fundamentando el sistema económico imperante al que ni China ni Rusia presentarían alternativa. “Es difícil suponer grandes cambios, pero si se firma el TTIP (entre la UE y Estados Unidos) podría caer el modelo de las clases medias”, y se acusaría la importancia de una frontera que salvaguardaría a Occidente de un entorno hostil.

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