Abordando la violencia contra personas con discapacidad
Afrontamos la última
jornada del curso para continuar abordando la problemática de la violencia
digital desde distintos aspectos.
Y de la misma manera que
en otros colectivos, el uso de las tecnologías ha provocado cambios en su forma
de vivir la vida, y de comunicarse y relacionarse con el mundo, también en personas
con discapacidad intelectual, que representan alrededor del 2% de la población
general.
El uso de los
dispositivos tecnológicos, las redes y las plataformas digitales “les ayuda a
mejorar y potenciar sus capacidades porque les obliga a esforzarse” afirma Pilar
Gutiez Cuevas -profesora titular de Educación en la Universidad Complutense de Madrid, y presidenta de AMPAT (Asociación Madrileña de Profesionales de la
Atención Temprana), entre otros- y quien dirige esta ponencia.
El hecho de querer dañar
a los grupos más vulnerables pone de manifiesto que hay disminución en los
aspectos morales, de sensibilidad o responsabilidad. “Nos estamos
deshumanizando. La normalización de esas conductas agresivas es preocupante” advierte
la Profesora Gutiez.
Y lo peor es que el mayor
riesgo radica en “sus iguales” porque los recientes estudios realizados por
ONCE y CERMI indican que aumenta el riesgo al sufrir violencia cuando se
integran en grupos de ‘inclusión’ en su centro escolar. Por lo que puede decir
que “la normalización implica riesgos” asegura la ponente.
Entre el alumnado con
discapacidad la prevalencia del acoso tiene lugar en 1º y 2º de la ESO (40%),
mientras que en 5º y 6º se sitúa en el 37% de los casos. “Ya no hay ‘hombre del saco’ ahora está el
‘amiguito’ en internet” y WhatsApp (18,8%) seguido de Facebook (10,3%) las
redes sociales donde se producen los mayores índices de ciberacoso.
Las encuestas a alumnos
con discapacidad también revelan datos muy preocupantes en cuanto a las causas
del acoso y ciberacoso escolar o los lugares donde tiene lugar este.
Para empeorar aún más la
situación, estos colectivos tienen,
además, menos recursos para defenderse y comunicar lo que les está pasando. Solo
en un 38,7% reconoce ‘haber pedido ayuda’.
Por eso es fundamental formales
para que conozcan todos los riesgos a los que se exponen, para que sepan
identificar las situaciones de peligro, para potenciar su inteligencia
emocional y controlar el tiempo de uso de dispositivos y medios digitales. “Hay
que extremar y enseñarles a controlar al máximo su privacidad” señala Pilar
Gutiez que incide en que “la supervisión parental, de profesores, de los
adultos” vuelve a cobrar valor. “Si le adviertes de que no ande cerca de un
precipicio, cómo no hacerlo con respecto a los riesgos del entorno digital”
Pero además es necesaria
una sensibilización social y la formación de los profesionales y docentes del
entorno educativo.
La Profesora Gutiez va
más allá y asegura que “no basta con hacer protocolos maravillosos ¿dónde están
los recursos y los mecanismos de aplicación?”. Y califica las actuales medidas como
“absolutamente escasas y muy poco resolutivas”.
En el contexto de la
violencia sexual los datos siguen siendo alarmantes. Se multiplica por cuatro
el daño a la población con discapacidad, y las mujeres tienen un 40% más de
riesgo de sufrir abusos sexuales.
Ciberacoso y adicciones en la adolescencia
En esta sesión de cierre
del curso, Valentín Martínez-Otero Pérez -profesor Titular de Educación en Universidad Complutense de Madrid y
director del grupo de psicosociología de investigación sobre violencia- ha ido
un paso más allá para analizar algunas de las peores consecuencias del mal uso
de la tecnología: el ciberacoso y la adicción.
Y
si bien, la relación entre la violencia digital y la ciberadicición no tiene
una causalidad directa, una adicción puede derivar en conductas agresivas o
violentas en el entorno digital.
Internet tiene múltiples
cebos para convertirse en algo muy adictivo. Su amplia disponibilidad, bajo
coste y fácil manejo aumentan su potencia adictiva. Y esta capacidad adictiva
aumenta cuando se usa como instrumento de juego más que cómo herramienta
educativa.
La adicción a internet
está a punto de convertirse en una importante emergencia de salud pública.
Dependiendo de los estudios, se reflejan una prevalencia entre el 1,6% y 22,8%.
“Es perturbador y fundamental su
prevención desde el punto de vista sanitario” apunta el ponente.
Las pautas de prevención
son, entre otras, reducir su uso a herramienta de trabajo educativo, potenciar
la búsqueda responsable e inteligente en internet, limitar el tiempo -4 horas
diarias, sería el máximo ideal- o promover la navegación compartida y el
trabajo cooperativo en los centros escolares. Pero de nuevo, el Profesor Martínez-Otero
advierte sobre un tema recurrente a lo largo del curso: “Tener unos valores es
esencial porque para el ser humano son asideros, fundamentos, luces en la
oscuridad, iluminan el camino”.
Hay contenidos que
normalizan la violencia y “la desensibilización sistemática hace que
naturalicemos la violencia en vez de repulsarla” asegura el ponente.
Aunque no todo uso
problemático de la red conlleva una ciberadicción, entre los malos usos que se
enmarcan en la violencia digital destaca el ciberacoso, una conducta sistemática, que no da tregua y que no es
sencillo de eludir porque en muchas ocasiones son anónimos e invisibles para
sus víctimas.
Prestar la oportuna atención
a las señales de alarma, la prevención, y hacerlo de manera temprana es
fundamental una vez más y debe ser llevada a cabo por padres y profesores de
manera conjunta.
“Comienzan a ser inquietantes las cifras de ciberacoso”
asegura Martínez-Otero, aunque no se ha establecido que exista mayor
sufrimiento en hombres o en mujeres, si bien hay algunos datos que indican
mayor presencia entre grupos de mujeres.
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