lunes, 4 de julio de 2016

La ciudad ideal como demostración de poder

La búsqueda de la ciudad ideal no es algo que ocupe y preocupe sólo a los urbanistas de hoy en día. Ya en los siglos XVI y XVII las esferas de poder, representadas principalmente en la figura de los nobles, intentaban levantar ciudades-corte. Un espacio en el que hacían una demostración de su poder frente al poder del monarca, a la vez, que intentaban llegar a la construcción de una sociedad ideal.
Esta ha sido la idea principal de la ponencia realizada por Adolfo Carrasco Martínez, profesor de Historia Moderna de la Universidad de Valladolid en la primera ponencia del curso "Los espacios Palaciegos en la Edad de la Nobleza: el arte al servicio de una idea". Curso que se desarrolla en Guadalajara entre el 4 y el 6 de julio y que está dirigido por Esther Alegre Carvajal.
Según Adolfo Carrasco la idea de la aristocracia era construir ciudades palacio que se podían levantar en cualquier espacio: en las propias ciudades, en las afueras o en medio de la nada, como ocurrió con el Duque de Medina Sidonia. Una intervención en los espacios urbanos que no fue fácil porque encontró resistencia en muchos casos: unas veces las trabas eran puestas por el propio poder (administrativas, políticas) y otras eran impuestas por la propia estructura de la ciudad con zonas incómodas, insalubres e incluso peligrosas.

El profesor Adolfo Carrasco hablando de cómo la nobleza crea sus ciudades palacio



Estas dos realidades hacen que se produzcan confictos y tensiones, pero los nobles quieren ante todo poner orden en la ciudad para así dejar constancia de su poder. Según el profesor Carrasco "cambian lo que pueden y lo que no lo decoran: visten calles, ocultan lo sucio y deplorable..." Todo ello para demostrar el poder de quien ordena. Su poder. 
Para el profesor Adolfo Carrasco esta idea se manifiesta en tres modelos de ciudad  palacio que surgen en esda época con distinta tipología: Guadalajara, con Los Mendoza, Doñana, con el VIII duque de Medina Sidonia, y Lerma.

Guadalajara, un proyecto no planificado

Los Mendoza llegan a Guadalajara en el siglo XIV y tendrán su momento culmen con el Cardenal Mendoza. Él es, en opinión de Adolfo Carrasco, el líder natural y el auténtico cerebro de la familia. Aunque no tenían una estrategia concreta ni nada planificado, empiezan a tejer una malla de la ciudad que les lleva a controlar, o al menos intentar controlar, la política de la ciudad. Para ello empiezan a constuir su ciudad ideal basada en diversos edificios. Sin duda el principal es el Palacio del Infantado. Es el centro del poder aunque está situado a las afueras de la ciudad. En él ubican todos los elementos de dominacion: la sala de audiencias, el archivo... y articulan el Salón de Linajes como el lugar más importante donde explican la historia de la familia.
Al Palacio del Infantado se unen, según Adolfo Carrasco, otros edificios como la Iglesia parroquial de Santiago, unida al Palacio por un pasadizo y que demuestra su poder para privatizar el espacio religioso, o la Iglesia y el Panteón de San Francisco que supone el culmen de su idea de "ciudad-palacio". Para el profesor Carrasco los Mendoza fueron tejiendo una malla de la ciudad durante cien años pero no fue una estrategia planificada. Ellos poco a poco fueron conquistando la ciudad y montando su modelo de ciudad- ideal.
Todo lo contrario ocurrió en el caso de Lerma. Allí el I Duque de Lerma, en un ejercicio increíble de poder levantó un proyecto integral de ciudad en tan sólo catorce años. El desarrollo fue tal que la superficie construida por el Duque era más grande que el caserío que existía en un principio.
El tercer caso expuesto por el profesor Carrasco es el de Doñana donde el Duque de Medina Sidonia levantó, en una zona de desierto y en tiempo record, una ciudad "efímera" ya que se construyó para que el Rey pudiera cazar durante tres días. 
Estos han sido tres ejemplos destacados en esta primera jornada del cursos de verano de la UNED de Guadalajara sobre Espacios Palaciegos. Tres ejemplos de cómo los nobles en esa época no se conformaban con crear sus propios palacios sino que buscaban ir más allá, ocupando nuevos espacios para crear una ciudad "perfecta".
Pero el poder no estaba sólo en el diseño de la ciudad si no en la propia estructura y diseño de sus principales edificios: los Palacios. Edificios, llenos de símbolos arquitectónicos, que se repiten de edificio en edificio.

Los símbolos del poder real  
 
Para  Juan Carlos Ruiz Sousa, profesor de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, en los palacios hay varios símbolos que se consideran como los "Espacios del Monarca" y que se repiten de forma sistemática en los palacios de la época. 
El profesor Ruiz Sousa debatiendo con los alumnos asistentes al curso de UNED Guadalajara

Entre esos espacios destaca la fachada del palacio, elemento que está presidido por una ventana que llega al suelo que es donde el rey aparece de pie, como "rey heroico". Esa fachada, normalmente, da a una plaza íntima a la que se accede desde una arco de triunfo.
El segundo elemento es el salón del trono polifuncional donde se realizan todo tipo de actividades. Un salón que en Castilla y Al Andalus tiene un diseño especial y único alejado de los diseños que se hacían en otros lugares ya fuera Cataluña, Londres o Francia habitualmente en forma de T.
Otros elementos a destacar son, según el profesor Ruiz Sousa, los andamios, una galería que usaban para ver desde lo alto los espectáculos de la época que se desarrollaban a los pies del palacio. A ellos se suma el tesoro, formado por libros, documentación, escrituras... Era un espacio, de acceso restringido, ubicado en zonas altas del Palacio para salvarlo de incendios e inundaciones. A todo ello se suma lo que Ruiz Sousa denomina "jardín feliz" un espacio donde se exalta, ante todo, la cultura, un ejemplo para el profesor es el Patio de los Leones de la Alhambra de Granada.
En esta época no sólo importan el poder si no que hay una obsesión por dar una imagen sabia de los monarcas por eso en todas sus representaciones aparacen dando una oda, despachando con los sabios... Son los "espacios de la virtud" según Juan Carlos Ruiz Sousa.
Elementos todos ellos que se repiten en diversos castillos y palacios de la época: el Alcázar de Segovia, el Palacio de Tordesillas y sobre todo y ante todo el Alcázar de Sevilla, el espacio que para el profesor Ruiz Sousa mejor encarna todos estos símbolos de poder.

 


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