martes, 11 de julio de 2023

Historia, aplicaciones y psicobiología de la hipnosis.

La jornada del martes ha arrancado, en sesión de mañana, con la exposición, “Hipnosis en Psicoterapia, (Destruyendo falsos mitos)”, por Carlos Conde Arranz, –Profesor-Tutor Uned Guadalajara y UNED Madrid en el Jacinto Verdaguer. Psicólogo Sanitario y Forense y Experto en Hipnosis Clínica–. 

 
La intervención ha comenzado con una cita de Ambroise-Auguste Liébeault, que afirma, acerca de los procedimientos de la sugestión hipnótica, que “una idea se instala en el cerebro a través de una orden y se transforma en acto”.

Otro, psicólogo especialista de este campo, Milton Erickson, decía que “no sabes todas las cosas que puedes hacer. Usa la hipnosis para explorar sabiendo que vas a encontrar algo de lo que no tienes conocimiento todavía”.

 “Son muchos los mitos que sobrevuelan como satélites a la hipnosis”, decía Conde.

Las técnicas de relajación profunda ya aparecen en el Antiguo Egipto, como las que “aparecen en el papiro de Ebers, Luxor (1534 a.c.)”. Encontramos algunas de estas herramientas en la India (3.500-5.000 a.c.), como “cánticos, repetición palabras, mantras, fijación, etc.”. También en los rituales de las culturas griega, romana, celta y cristiana. Por ejemplo, en los “templos del sueño griegos (300 a.c), conocidos como Asclepeiones”.

Avanzando en el tiempo encontramos al médico, alquimista y filósofo Theophrastus Bombast von Hohenheim, más conocido como Paracelso, “predecesor del mesmerismo”. Van Helmont, “fue otro precursor del magnetismo animal mesmeriano y de los fluidos magnéticos”.

En la hipnosis autoritaria, –siglo XVIII–, “el poder se encuentra en el hipnotizador, que da órdenes directas. En esta época, encontramos el enfrentamiento entre Johann Joseph Gassner, “sacerdote y exorcista que basaba sus intervenciones en la tradición y la fe”,  y Franz Mesmer, “que era médico y se basaba en la ciencia, postulando el denominado magnetismo animal”.

Entre las alternativas al fluidismo, ubicamos la sugestión. Las sugestiones son “directivas, repetitivas y autoritarias”. Los sujetos “especialmente sugestionables, eran llamados epoptas”. Entre sus precursores encontramos a José Custodio de Faria.

En el siglo XIX, aparecen los primeros estudios científicos sobre la hipnosis. Es, el médico escocés, James Braid el que cataloga estos procesos como “estados neurofisiológicos semejantes al sueño” y lo denomina “sueño nervioso”. Braid, “relega las teorías fluidistas” y aplica técnicas como “la fijación de la mirada, la concentración y el monoideísmo”.

También en el XIX, encontramos la rivalidad entre dos escuelas: Salpêtriéré y Nancy. Desde la primera se considera a la hipnosis una “neurosis histérica inducida” y la segunda la describe como una “sugestión mediante ideas persistentes relacionadas con el sueño y la focalización de atención”.

Ya en el siglo XX, Richard Bandler y John Grinder, los padres de la programación neurolingüística, plantean que “toda comunicación es hipnosis”. Por otro lado, para David Spiegel la hipnosis es un “estado psicofisiológico de concentración focal, atencional y receptiva en el que se da una disminución en la conciencia periférica”. Según Milton Erikson, el “enfoque psicoterapéutico, a través del trance hipnótico ayuda al paciente a utilizar sus propias asociaciones mentales, recuerdos y potenciales de vida para lograr sus propias metas terapéuticas”.

El proceso hipnótico consiste en las fases de “aceptación, inducción o profundización, sugestión y salida o deshipnotización”. El trance es “un estado de consciencia temporal y alterado, situado entre la vigilia y el sueño o el subconsciente”.

Son varios los mitos en torno a la hipnosis. El primero es que este procedimiento “no pertenece al campo de la psicología científica”, que es practicado por “charlatanes” y que sus beneficiarios “son personas crédulas y dependientes”.

El segundo mito es que la hipnosis “puede dejar a la persona enganchada en un trance” del que no se logra salir. Pero, lo cierto, es que “sólo el uno por ciento no recuerda nada de lo que ocurre durante el proceso”.

El tercer mito es que la hipnosis “puede explicitar o agravar patologías latentes de la persona” e incluso “el desarrollo de alteraciones psíquicas en individuos sanos. Además del “empeoramiento de los individuos con problemas psicopatológicos”. Pero la realidad es que “no tiene que generar ningún trastorno”, aunque haya que tener “precaución en pacientes con esquizofrenia o trastornos disociativos”.

En cuarto lugar se tiene la creencia de que la hipnosis “provoca un estado parecido al sueño” y que “si no se consiguen estas características, la persona no está hipnotizada”. Pero “no es imprescindible la sensación de sueño o relajación”, ya que existen las “sugestiones indirectas” o las “instrucciones motivacionales hacia la tarea”.

En quinto lugar, se suele considerar que la hipnosis “elimina y anula el control voluntario de la persona”, convirtiendo al sujeto en un “autómata en manos del hipnotizador” con el fin de “cometer actos delictivos o que le pongan en evidencia”. La verdad es que la hipnosis “no implica pérdida de voluntad o control”, ya que “si lo pierde en hipnosis, lo hace también en vigilia”.

El sexto mito es que la hipnosis “provoca reacciones inusuales, excepcionales y casi mágicas en las personas”. De ser atípicas, las reacciones, lo son “a nivel emocional”. El proceso “potencia competencias y habilidades” y “no crea ningún estado especial, salvo el del propio trance”.

También se piensa que la hipnosis “es una terapia muy eficaz que no requiere ningún esfuerzo del paciente por cambiar el comportamiento”. Pero en realidad, este proceso, “no es una terapia, sino una técnica” y “requiere una implicación o interés del paciente”.

El mito número ocho es que “sólo los muy susceptibles o débiles pueden ser hipnotizados”. Sin embargo, “ser sugestionable no indica debilidad” y sólo “una de cada cuatro personas no es hipnotizable”.

La mañana ha finalizado con la ponencia, “Hipnosis en el control del dolor”, a cargo de Isidro Pérez Hidalgo, –Psicólogo Clínico. Director de CHC Psicólogos. Presidente de la Sociedad Hipnológica Científica y miembro de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática–.

Franz Anton Mesmer (1734-1815), pensaba, que “el magnetizador prácticamente tenía un don”. El hipnotizador, mediante su energía, “era capaz de equilibrar a la persona”.

En el siglo XIX, se consideraba que “los fenómenos hipnóticos se debían a una cuestión energética”. Hacia 1820-1830, se producen las primeras experiencias “con la hipnosis como analgésico”. James Esdaile, realizó “cientos de operaciones, a través de un coma hipnótico”, dentro de ese proceso “en el nivel más profundo el paciente no se comunica y consigue una anestesia profunda espontánea”. Además, el paciente “demuestra rigidez catatónica”. Esdaile comprobó “que la mortandad postoperatoria disminuía”. 

Ya en los años 50 la hipnosis se empleaba en cirugía. También, esta técnica, ha sido muy utilizada en estomatología. Otro de los campos de la medicina, en los que ha sido llevada a cabo la hipnosis, es la obstetricia. Por supuesto, encuentra su potencial en la psicología clínica.

El dolor se entiende como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada a un daño tisular real o potencial”. En líneas generales, el dolor se puede dividir en tres tipos: el dolor nociceptivo, “que proviene de un daño concreto”; el dolor neuropático, en el que los “circuitos del dolor son los que están dañados”; y por último el dolor nociplástico, “no existe un daño, pero sí una sensibilización”.

Entre las principales aplicaciones de la hipnosis, en el control del dolor agudo, están “la angioplastia, la quimioterapia, la cirugía plástica, las quemaduras, el parto e intervenciones ginecológicas”. También en dolor crónico como “cefaleas, dolor oncológico, artritis, lumbalgia, fibromialgia y síndrome temporomandibular”.

Los sujetos con “alta sugestionabilidad”, consiguen mejores resultados en la reducción del dolor. Las sugestiones hipnóticas “son eficaces en el dolor clínico y en el inducido experimentalmente”. Son numerosos los estudios que avalan estas técnicas, con mejorías comprobadas de forma empírica.

Es necesario distinguir entre dolor y sufrimiento. El dolor “puede ser puntual e inevitable, pero el sufrimiento se puede alargar”. La hipnosis para el tratamiento del dolor “no debe ser la intervención única, sino que debe acompañar a otras técnicas psicológicas o médicas”. La hipnosis “no es un placebo, aunque las expectativas son importantes”. 

En cuanto a la eficacia comparada de la hipnosis clínica con otras herramientas psicológicas en el control del dolor, se ha demostrado que “consigue reducciones mayores que otras técnicas no hipnóticas”. La hipnosis clínica “con sugestiones de analgesia es más efectiva que con sugestiones de relajación solamente”. Estos procedimientos, también, “influyen sobre algunas estructuras cerebrales”.

Con anterioridad al tratamiento hipnótico del dolor, hay que cuestionarse “la información previa del paciente sobre la etiología de su problema”. Hay que saber “la valoración del paciente sobre la intervención mente-cuerpo”. Conocer “qué resultados han tenido tratamientos anteriores”. Los motivos “que han derivado al paciente a tratamientos con hipnosis”. El conocimiento “de la hipnosis clínica que tiene el paciente”. Las “expectativas sobre la hipnosis de la persona a tratar”. También es muy importante, “evaluar la sugestionabilidad”.

La hipnosis clínica exploratoria “se ocupa de buscar causas u orígenes del dolor”. Para ello, “utiliza técnicas como la regresión, el puente afectivo o el interrogatorio de ideodinámica”. Se tiene en cuenta que “el origen del dolor está frecuentemente asociado a acontecimientos sensibilizadores o conflictos no resueltos”.

Por su parte, la hipnosis clínica para modificar el síntoma “emplea una serie de estrategias para reducir el dolor”. Entre ellas, “la hipoanalgesia, el desplazamiento del síntoma, la disociación y la distorsión del tiempo”. 

La autohipnosis produce “una reducción de la percepción cotidiana del dolor, que puede llegar a ser permanente”. Además produce “periodos de descanso y confort”.

La sesión de tarde, ha arrancado con la exposición, “Hipnosis en el embarazo y el parto”, por Cristina López Micó, –Psicóloga General Sanitaria con Máster en Psicoterapia Humanista Integrativa. Hipnoterapeuta y miembro de la Sociedad Hipnológica Científica. Especialista en Fertilidad y Psicología Perinatal y Directora y Fundadora de Fertilidad y Familia–.

López Micó, ha comenzado su intervención hablando de la importancia, –dentro de los procesos de fertilidad–, de “creer para hacerlo realidad”. Ha continuado con un hecho tangible en la sociedad, y es que “cada vez existe un aumento de las dificultades para concebir”. Frente a esta problemática es necesaria una “colaboración entre especialidades y profesionales”, para ello son distintas las disciplinas que pueden contribuir a la mejora de la concepción.

La infertilidad “es una problemática con múltiples causas”. Es necesario “un abordaje integrativo e interdisciplinar”. También, se debe perseguir “la empatía con los pacientes”, en los procesos comunicativos. Por otro lado, es primordial la presencia de “más psicólogos especialistas”.

Las “creencias limitantes”, influyen mucho en estos procesos. Desde su experiencia, Cristina López, sigue un procedimiento que comienza con un “abordaje integrativo e interdisciplinar en la familia y en la búsqueda de embarazo”. Con un “acompañamiento, presencia, empatía, soporte y contención”. Hay que valorar el “consciente e inconsciente”, para incidir en “las programaciones mentales y creencias que limitan nuestra vida”,

Entre las fases de trabajo en la búsqueda de un embarazo, encontramos la “evaluación”, el “análisis de factores de riesgo” y las “variables que están afectando a la fertilidad”. También se puede “derivar a otros profesionales”, desde un “abordaje interdisciplinar”, que incluya diversas especialidades médicas.

En estos casos, la hipnosis se puede usar “como herramienta básica de trabajo en la mejora de la fertilidad, trabajando sobre todas las variables que están afectando a los pacientes”. Este trabajo implica trabajar sobre los “miedos, duelos o pérdidas”, también de “los problemas de pareja” y los “mensajes recibidos del entorno médico y social. Por otro lado se abordan “los hábitos alimentarios y de autocuidado”. Además, desde la “hipnofertilidad”, se trata de “optimizar la fertilidad natural del paciente”.

Para el “hipnoparto”, se trabajan aspectos como la “oscuridad, –el uso de antifaz, ojos cerrados y elementos que permitan la relajación–, la tranquilidad, calma, confianza en el cuerpo y silencio”. Además, se necesita desterrar los “miedos, creencias y experiencias ajenas en el inconsciente propio y colectivo”.

Ha cerrado la jornada, la sesión, “Psicobiología de la Hipnosis, con la intervención de los ponentes, Jorge Cuadros Fernández, –Embriólogo Clínico. Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Hipnosis Clínica por el Ateneo de Madrid. Director Científico de Metafour Madrid S.L.–, y David Antón Menéndez, –Profesor Colaborador. Psicólogo Clínico en la Unidad de Intervención Psicosocial de la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid. Director del Máster de Hipnosis Integradora en Psicoterapia–.

Según Ernest Rossi, “un enfoque mente-cuerpo puede generar cambios a nivel neuro-fisiológico que no solo alivien los síntomas, sino que faciliten la curación de diversas enfermedades, modulando la expresión génica y promoviendo la plasticidad neuronal”.

Cuadros Fernández, ha definido la hipnosis como un “estado de consciencia, diferente de estar durmiendo y de estar despierto, en el que todos entramos de forma natural cada día, varias veces”. Según la APA, la “hipnotizabilidad” es “la capacidad del individuo para experimentar cambios sugeridos en la fisiología, sensaciones, emociones, pensamientos o comportamiento, durante la hipnosis”.

La plasticidad cerebral es “la capacidad del cerebro para modificar sus conexiones neuronales ante estímulos novedosos”. Lo que hace que el estado de hipnosis sea especial, es “que al recibir una información positiva, la mente subconsciente la acepta”. Esto “acelera el proceso de sanación”.

Ernest Rossi, propuso un procedimiento hipnótico, el Proceso creativo de cuatro estadios. El primero es la “recolección de datos”. Esta fase “empieza nada más entrar en contacto con la persona”. Se trata de recopilar toda la información posible. El estadio de “incubación” incluye el “planteamiento del problema, la inducción y la aparición del conflicto, malestar o abreacción”. El estadio tres es el de la “iluminación”, que presenta una “posible solución al problema” y la consecuente “relajación”. El paso cuatro es la “verificación”, la “aplicación de la solución encontrada, en el mundo real”, en este proceso se realiza una “revisión de la sesión”.

Cuadros Fernández, ha concluido aseverando que “el organismo humano posee sus propios mecanismos de autorregulación y mantenimiento de la homeostasis”. En estos procedimientos, “una intervención hipnótica puede regular la expresión de los genes de una forma positiva, para poner en marcha esos mecanismos”. En conclusión, “el estadio de verificación debe ocurrir para que el problema se resuelva”.

 

Antón Menéndez, ha partido de una definición de la hipnosis como “una forma de comunicación que activa un estado de receptividad y proporciona instrucciones para enseñar, activar o modificar creencias, actitudes y patrones emocionales, sensoriales y conductuales”.

En una sesión de hipnosis existe primero, una “técnica de inducción”, para favorecer el estado de trance. Esto conlleva una “absorción de la atención y relajación”. A menudo, hay una “visualización” o una “guía de asociación de ideas”. Esto consigue activar los “fenómenos hipnóticos”. También hay “sugestiones”, que generan una serie de cambios. Todo ello, para llegar a una “finalización”.

Cuando hablamos de hipnosis y ciencia, encontramos como grandes precursores a Clark L. Hull, que en los años 30 estudió el fenómeno a través de un análisis estadístico y experimental. En Stanford, Ernest Hilgard, durante los años 50, realizó estudios sobre el control del dolor. Ya en siguientes décadas aparecerían numerosas asociaciones dedicadas al estudio de estos procesos.

En estudios de neuroimagen destacan Helen Crawford, Pierre Rainville, John Gruzelier e Irving Kirsch.

Al centrarnos en el cerebro, en los procesos de hipnosis, cada una de sus partes nos permite visualizar ciertas respuestas. En el tronco encefálico, se observa “la absorción y relajación”. En lo relativo al lóbulo frontal, durante las técnicas de hipnosis aparece una “inhibición frontal”, que favorece la “anulación del juicio” y las “no limitaciones lógicas”. También aparece un “dejarse ir”. En lo que se refiere al córtex cingulado anterior, nos da una “experiencia significativa”, porque tiene una “resonancia emocional”.

El hemisferio izquierdo del cerebro “se encarga del procesamiento lógico y la memoria semántica”. El derecho, “de la intuición, las emociones y la creatividad”. Las metáforas sirven para “cubrir el hueco entre lo emocional y lo lingüístico”.

La principal controversia de la hipnosis es si se trata de “un estado o no”. En relación a ello, existen diferentes corrientes, “los neo-disociativos” frente a los “sociocognitivos”, y algunas teorías hablan del “cerebro dividido” y del “cerebro modular”.

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