jueves, 30 de junio de 2016

La importancia de la geología molinesa

¡Impresionante! ¡Espectacular! Estos son algunos de los apelativitos que se pudieron escuchar este jueves, 30 de junio, durante la segunda jornada del curso de verano de la UNED “Geoparque  de Molina-alto Tajo: la divulgación del Patrimonio geológico”. Pero, ¿por qué tanto entusiasmo? ¿Cuál es la razón de que a los asistentes les gustase el segundo día de curso? Muy fácil. Pudieron poner en práctica los conocimientos teóricos del miércoles. Y lo hicieron, además, pisando terreno.Conocieron en primera persona algunos de los valores que contiene el mencionado espacio molinés.

 
Luis Carcavilla

El recorrido comenzó en el Barranco de la Hoz, un inigualable cañón excavado por el río Gallo. Allí, asomados a un magnífico mirador, el investigador titular del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), Luis Carcavilla, realizó la presentación de la visita. Un viaje didáctico que continuó con una caminata descendiendo por una ladera del valle, hasta desembocar en la ermita de la Virgen de la Hoz. En concreto, se realizó una de las Georrutas diseñadas en el lugar. Mientras se andaba, Carcavilla comentaba algunos de los elementos más importantes del emplazamiento. Mencionó, a grandes rasgos, la evolución de las formaciones pétreas del lugar.

De hecho, indicó que las rocas que mayoritariamente se observaban eran de origen continental. Así, los estudiantes se deleitaron con la combinación de los planos horizontales y verticales de las mismas, surgidos de los esfuerzos tectónicos de los últimos 250 millones de años. Un proceso que ha permitido, por ejemplo, la aparición de los «torreones» existentes en el cañón del río Gallo. Asimismo, y a lo largo del paseo, también se pudieron observar restos fósiles del oleaje del río.

En cualquier caso, el interés del Barranco de la Hoz no sólo se queda en sus areniscas y conglomerados procedentes del Triásico Inferior. “Se trata de un lugar donde se combinan aspectos interesantes desde el punto de vista geológico, botánico, faunístico y cultural”, confirmaban los gestores del parque. Una relevancia que supieron transmitir perfectamente a los asistentes  al curso.

Miguel Ángel Rodríguez Pascua

La continuación de un viaje espectacular

Pero, a pesar de este interés evidente, la visita siguió su curso. Y lo hizo para promocionar la riqueza geológica molinesa. Por ello, se tomó el camino descendente del río Gallo. Así,  se dejaba atrás la región pétrea continental para adentrarse en la que, inicialmente, se originó bajo el mar. Unos inicios que han permitido que exista una roca más carbonatada –caliza–, lo que ha ido generando un cambio en la vegetación.  Existen más sabinas o arbustos, frente al predominio del pinar existente unos pocos kilómetros más atrás.

Además, los cambios en el paisaje no quedan aquí. El valle se ensancha. Y, por tanto, aparecen los primeros asentamientos humanos permanentes. Localidades como Torete –primer pueblo tras el Barranco de la Hoz– han podido sobrevivir en el lugar gracias a que en los «antiguos suelos marinos» hay más posibilidades de encontrar recursos fundamentales para la vida, como el agua.

Pero las sorpresas continuaban según se avanzaba en el viaje. Así, más adelante se pudo disfrutar de los pliegues en acordeón de Cuevas Labradas. Un contexto geológico inigualable, que fue explicado por científico titular del IGME y profesor asociado de la UNED, Miguel Ángel Rodríguez Pascua. Se tratan de unas formaciones que, en palabras del mencionado experto, “afectan a la serie jurásica y se constituyen como un perfecto modelo para explicar cómo afecta el plegamiento de diferente manera a distintos materiales”. “Éste es el mejor lugar de la Península ibérica para ver pliegues”, aseguraba Rodríguez Pascua.

Javier Lario

Una gran transcendencia que también es ejemplarificada en la roca de falla que se visitó a continuación. “La falla del Alto Tajo tiene una orientación NW-SE y marca la zona donde se encaja el río Tajo desde Peralejos de las Truchas hasta el Puente de San Pedro”, indicaban los expertos. En el caso concreto de la formación visitada, es una cataclasita ubicada en una zona de fracturación desarrollada durante la Orogenia Alpina. “La roca de falla es aquella que se ha fracturado y que queda completamente triturada”, confirmaba Miguel Ángel Rodríguez Pascua. El afloramiento visitado –que es el más grande de España en su categoría– tiene más de 300 metros visibles y se encuentra en el valle del río Gallo.

Pero la riqueza del Geoparque de Molina es impresionante. A todos los ejemplos mencionados se deben unir las Tobas del Campillo, ubicadas en las inmediaciones del Puente de San Pedro. “Su interés se centra en su potencial para reconstruir la evolución reciente de la zona y en la información paleoclimática de la región”, subrayaban los organizadores del curso. Son rocas que van creciendo y transformándose por la precipitación. 

Viaje al centro de la Tierra

Pero si el edificio tobáceo de El Campillo levantó un gran interés entre los asistentes, la sima de Alcorón no se quedó atrás. Su desarrollo vertical es habitual en las formaciones de este tipo y es resultado de las propias características y evolución del terreno kárstico. Tiene una profundidad de 88 metros –de los cuales son visitables 60–, y allí estuvieron todos los asistentes del curso, que pudieron observar un pilón que recoge las aguas que caen por la pared, formando una colada estalagmítica. “¡Nos hemos metido dentro del Karts!”, exclamaba Javier Lario, profesor de la UNED y director del programa “Geoparque  de Molina-alto Tajo: la divulgación del Patrimonio geológico”.

Como colofón, y tras explicar la disonancia angular existente en la cuenca de Zaorejas, alumnos y profesores se dirigieron al Mirador del Tajo. Se trata de una infraestructura  desde la que se divisa una magnífica visión de los cañones del río. De esta forma, a vista de pájaro, se pueden repasar algunos de los elementos geológicos, faunísticos y florísticos más importantes de la comarca. Es un emplazamiento que, además, se ha adaptado para personas con deficiencia visual. Gracias a la colaboración entre el Geoparque y la ONCE se han instalado paneles en braille y se han mejorado los accesos. “Los invidentes en este punto perciben unas sensaciones de las que el resto no nos percatamos”, concluía Luis Carcavilla. Por tanto, éste es un emplazamiento mágico, que se constituyó como un gran final a una jornada intensa, en la que se conocieron lugares únicos.

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