martes, 28 de junio de 2016

La UNED concede a Camilo José Cela el reconocimiento que aún no le ha dado la literatura

La tercera y última jornada del Curso de Verano de la UNED dedicado a Cela propició la participación en la sesión final de dos entendidos de la literatura.

El catedrático de Literatura Española de la UNED y director del propio curso, Julio Neira, ahondaría durante su tiempo en la que quizá sea una de las cuestiones más desconocidas para el público general, como es la fundación, por parte del propio Camilo José Cela, de una revista literaria.

El profesor Neira durante su intervención.
Bajo la denominación de Papeles de Son Armadans, ésta vino a constituirse como una tribuna abierta en la que poetas experimentados y emergentes podían sencillamente expresarse. Entre la extensa nómina de colaboradores se encontraban incluso autores prohibidos -exiliados-, que volverían a ser leídos en una publicación española.

Corría el año 1955 cuando Camilo José Cela decide crear esta revista literaria con el único ánimo de convertirse en la gran revista de posguerra, donde la literatura y el pensamiento tuvieran su espacio y también su crítica. Lo que se inició como una aventura con los peores presagios, terminaría siendo una publicación imprescindible a lo largo de 276 números y 24 años de existencia.

Por sus páginas pasaron 1.070 autores, colaboradores necesarios del éxito de una revista que destacó por la calidad de los textos publicados y la gestión llevada de manera excepcional, tal y como se encargaría de reiterar en diversas ocasiones el propio Cela, por el poeta José Manuel Caballero Bonald. El tándem Cela-Caballero Bonald propició que la publicación consiguiera llegar a representar la cultura española pese a la ruptura ideológica de entonces. Lo conseguiría en tan solo cuatro meses.

No fue todo, sin embargo, un camino de rosas para la publicación. Las dificultades económicas acompañarían en numerosas ocasiones a la revista, sustentada por la publicidad y las suscripciones de sus lectores, pero nunca por las instituciones, lo que le aseguraba su total independencia.

De los devenires de la revista, de su revolucionaria concepción y bagaje, y de las circunstancias que rodearon a los que fueron sus sustentadores también hablaría el profesor Neira para completar una ponencia meticulosa y bien documentada que sorprendió a los asistentes por su novedad.

La invención de un escritor

El turno del historiador de la literatura José Carlos Mainer estuvo dedicado a desgranar la construcción del Cela escritor. Todo un ejercicio intelectual que comenzaría con un elogio hacia Cela al reconocer que realizó un gran esfuerzo por inventarse a sí mismo como escritor, y más aún hacerlo en unos tiempos nada fáciles.

Mainer hizo un recorrido por el Cela escritor.
“Se ganó merecidamente ser considerado el escritor de la posguerra” con títulos como Viaje a la Alcarria, La Colmena o La familia de Pascual Duarte. La dignificación de su carrera literaria vendría dada por su ingreso en la Real Academia Española en 1957 y la fundación de la revista Papeles de Son Armandans, uno de sus logros más cabales y en el que Cela se convierte en ensayista de interés general. “Cela perseguía el éxito; quiso serlo todo, y vio en la literatura la forma de poder serlo”, apostilló el ponente.

El declive de Cela vendría a partir de los años 70. De una parte, el escritor se equivoca al desechar lo que precisamente le hace destacar, el lenguaje sencillo; éste se vuelve barroco y, con él vendrán los malos textos, las ediciones baratas, los resentimientos y rencores.

Su relación con Marina Castaño y sus apariciones en las revistas del corazón tampoco ayudarían a su imagen, traducida a un personaje rudo, maleducado y grosero del que no habría ni rastro en su vida personal, tal y como se encargaron de puntualizar los que le conocieron en las distancias cortas.

Imagen de la clausura del curso dedicado a Cela.
Se dice que el último Cela fue el peor enemigo de sí mismo. Sus excentricidades, escándalos, constantes salidas de tono crearon todo un monstruo a su alrededor que, si bien le otorgó la fama, acabó finalmente por comerse al escritor.

Esa aversión generalizada a Cela, o mejor dicho, al personaje que creo en torno a su persona y al escritor, es precisamente la que impide colocar al escritor en el lugar que se merece dentro de la literatura española. Y parece que aún hoy todavía es demasiado pronto para redimir sus pecados y quedarnos solo con su genialidad literaria. Una reflexión con la que concluyó este Curso de Verano que ha cumplido con creces el recuerdo del autor en el centenario de su nacimiento.

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