miércoles, 9 de julio de 2025

Trauma intergeneracional y regulación emocional e intervención en el TETP

Última jornada del curso que ha arrancado con la ponencia ‘Trauma intergeneracional’, impartida por Mar Sánchez Rúa. Psicóloga Sanitaria en Psicosalud Alcalá de Henares.

aborda un tema de creciente relevancia: cómo las experiencias traumáticas de una generación pueden impactar negativamente a sus descendientes. Este concepto, avalado por la comunidad científica, no es una sentencia determinante, sino que el ciclo puede interrumpirse mediante procesos terapéuticos y entornos seguros.

Definición y Distinciones Clave:

Trauma Intergeneracional: Se refiere al proceso mediante el cual las vivencias traumáticas de los individuos impactan negativamente en el desarrollo psicológico, biológico y social de sus hijos.

Trauma Transgeneracional: Amplía esta huella a múltiples generaciones, incluyendo nietos y bisnietos, quienes sufren las consecuencias de situaciones traumáticas ocurridas mucho antes de su nacimiento.

Rutas de Transmisión del Trauma: El trauma se transmite a través de mecanismos psicológicos y biológicos:

1. Mecanismos Psicológicos:

Características del trauma psicológico: Es una repercusión cognitiva, emocional y física ante eventos angustiantes que superan la capacidad de afrontamiento del individuo, afectando su memoria, emociones y signos físicos. Puede presentarse como trauma agudo, complejo, colectivo, o traumas que atentan contra la integridad física (Trauma T) o la identidad (Trauma con T).

Teoría del Apego de Bowlby: Los adultos traumatizados pueden transmitir a sus hijos creencias disfuncionales, conductas desajustadas (hipervigilancia, evitación) y emociones no procesadas. Las dificultades de los cuidadores para sintonizar emocionalmente y regular el estrés pueden fomentar estilos de vinculación desorganizados en los hijos. La capacidad de mentalización de los padres reduce la probabilidad de transmisión.

Narrativas Familiares: El silencio o la repetición de historias traumáticas son mecanismos cruciales. La falta de elaboración de un episodio traumático puede llevar a los descendientes a la "posmemoria", desarrollando recuerdos a través de memorias ajenas o interpretaciones del silencio. Esto puede generar una visión del mundo basada en el miedo, el rol de víctima y la desconfianza.

Modelado de Comportamientos Disfuncionales: Los niños observan, interiorizan y repiten patrones de conducta disfuncionales que se vuelven estables en la adultez. Por ejemplo, mujeres que presenciaron maltrato en casa tienen mayor probabilidad de vincularse con parejas violentas.

Experiencias Compartidas en Comunidades o Grupos Marginados: Acontecimientos masivos como genocidios o guerras dejan heridas psíquicas que afectan a generaciones posteriores, generando inestabilidad, temor, desconfianza, hipervigilancia y la ruptura de la tradición cultural.

2. Mecanismos Biológicos (Transmisión Epigenética):

Efecto del Trauma en la Biología: Las experiencias traumáticas dejan una huella medible. A nivel neuroendocrino, alteran el eje HHA y la producción de cortisol, afectando el sueño, apetito, sistema inmunológico y memoria. A nivel celular, pueden causar acortamiento de los telómeros (envejecimiento celular prematuro) en madres e hijos.

Transmisión en el Embarazo: Las emociones de la madre generan señales químicas que activan genes en el feto. El estrés prenatal se asocia con bajo peso al nacer, parto prematuro, y un riesgo duplicado de TDAH e irritabilidad en los niños.

Epigenética: Implica cambios heredables en la función genética sin alterar la secuencia de ADN. Factores como el estrés o las emociones estresantes pueden generar "etiquetas epigenéticas" que activan o silencian genes. Se ha observado que algunas de estas marcas pueden transmitirse a la siguiente generación, como la metilación del ADN o las irregularidades en microARN. Investigaciones han mostrado, por ejemplo, que la herida emocional paterna se asocia a sintomatología disociativa, mientras que la materna se vincula a dificultades de regulación emocional.

Impacto del Trauma Intergeneracional: El trauma intergeneracional tiene un impacto profundo en el individuo, la familia y las comunidades:

En el Individuo: Puede manifestarse como trastorno de estrés postraumático secundario, ansiedad, depresión, trastornos de apego y desregulación emocional. A nivel físico, se asocia con trastornos psicosomáticos, inflamación crónica y problemas de desarrollo neurocognitivo. También se observan hábitos de vida disfuncionales, como el abuso de sustancias, conductas autolesivas y la repetición de patrones de victimización.

En la Familia: Genera climas emocionales disfuncionales (silencio, desconfianza, hipervigilancia) y patrones de comunicación alterados (silencio por lealtad o sobre-verbalización que desensibiliza). Es común la parentificación, donde los hijos asumen roles de cuidadores emocionales.

En las Comunidades: Se arraiga en la memoria histórica compartida, provocando exclusión, disgregación, desconfianza prolongada y la ruptura de los vínculos comunitarios.

Intervenciones y Factores de Protección: Es fundamental intervenir para romper el ciclo:

Objetivos: Identificar patrones heredados, elaborar legados disfuncionales, desarrollar recursos de afrontamiento y romper los medios de transmisión.

Intervenciones Individuales: Incluyen la Terapia Cognitivo Conductual (TCC), EMDR y Mindfulness.

Intervenciones Familiares: Como la Terapia Familiar Sistémica, Terapia Narrativa Familiar y Terapias Basadas en el Apego, que buscan mejorar la comunicación y los vínculos seguros.

Intervenciones Psicocorporales: La Somatic Experiencing ayuda a descargar y reorganizar la energía fisiológica acumulada por el trauma.

Intervenciones Comunitarias: Creación de espacios de reparación, proyectos de memoria histórica y círculos terapéuticos que fomenten el sentido de pertenencia y la resiliencia colectiva.

Factores de Protección: La presencia de una figura adulta emocionalmente disponible, procesos psicoterapéuticos que permitan la elaboración del trauma parental, contextos de justicia y reparación, y narrativas familiares moduladas emocionalmente, son cruciales para el bienestar de las futuras generaciones.

Como concluye Rachel Yehuda, "El trauma no desaparece con el silencio ni con el tiempo: se transforma, se hereda. Comprenderlo es el primer paso para interrumpir el ciclo".

El curso ha concluido con ‘Regulación emocional e intervención en el TEPT desde la Terapia de aceptación y compromiso’, a cargo del coordinador, Félix Hernández Lemes –psicólogo general sanitario. Profesor-tutor de Psicología de la Emoción y tutor de prácticas externas y TFM en el MPGS de la UNED–.

El modelo de regulación emocional de James Gross describe cómo las personas influyen en sus emociones, cuándo las experimentan y cómo las expresan. Este modelo se centra en el proceso de generación de emociones y las diferentes etapas donde se puede intervenir para regularlas. Se divide en cinco estrategias principales: selección de situación, modificación de situación, despliegue atencional, cambio cognitivo y modulación de la respuesta. 


La regulación emocional se refiere a lo que hacemos con nuestras emociones. Existen dos tipos principales:

• La regulación emocional centrada en los antecedentes busca alterar el curso de la emoción antes de que se desarrolle, a través de cambios en el contexto o reevaluación cognitiva, y se ha demostrado que reduce la experiencia subjetiva de la emoción negativa.

• La regulación emocional centrada en la respuesta implica manejar la emoción una vez que ya está presente, como la supresión. Este tipo no solo no disminuye la experiencia subjetiva de la emoción negativa, sino que aumenta los costes fisiológicos.

Es crucial comprender que las emociones negativas son vitales para nuestra adaptación y protección como especie. No es posible eliminar el sufrimiento suprimiendo el dolor, y no sentir no es una opción. El sufrimiento humano, en la sociedad actual, es a menudo catalogado como anormal o inapropiado, llevando a un deseo de una vida indolora, a pesar de que la felicidad parece cada vez más difícil de alcanzar.

La desregulación emocional es la dificultad para regular la expresión emocional y su adecuado procesamiento, manifestándose como una intensificación o inhibición excesiva de las emociones. Las estrategias problemáticas para modular la respuesta emocional incluyen la supresión expresiva (inhibir la expresión) y la evitación experiencial (inhibir la experiencia emocional misma). Estas formas de evitación son inefectivas y constituyen la raíz de la psicopatología. Intentar evitar los pensamientos o emociones no solo no funciona, sino que puede hacer que lo que se desea suprimir se vuelva más fuerte (efecto rebote). La evitación generalizada se asocia con alivio a corto plazo, pero un aumento a largo plazo del malestar y emociones indeseadas, resultando en ira, vergüenza o depresión.

La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), parte de la tercera generación de terapias de conducta, busca desarrollar la flexibilidad psicológica. La flexibilidad psicológica es la habilidad de contactar plenamente con el presente, con conciencia, y orientar la conducta hacia los valores personales. La aceptación de las reacciones internas (pensamientos, sentimientos, impulsos y sensaciones) es la mejor alternativa a la supresión y evitación. Significa permitirse estar en el momento presente sin resistirse a las emociones, aceptándolas tal y como son, sin intentar cambiarlas.

La evitación experiencial es un proceso psicológico fundamental en el origen y mantenimiento del Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), manifestándose como esfuerzos por suprimir recuerdos, distraer la atención o evitar situaciones asociadas al trauma. El grado de evitación experiencial predice la gravedad del funcionamiento psicológico postraumático.

Los componentes de ACT incluyen:

Defusión: Distanciarse de los pensamientos y observarlos como eventos mentales.

Aceptación: Abrirse a la experiencia presente, incluyendo emociones difíciles.

Yo como Contexto: Adoptar una perspectiva más objetiva de uno mismo.

Clarificación de valores: Identificar lo que es realmente importante en la vida, entendiendo que los valores son direcciones, mientras que las metas son objetivos alcanzables en ese camino.

Acción comprometida: Tomar pasos concretos hacia los valores.

Contacto con el momento presente: Entrenar la capacidad de enfocarse en el presente.

La psicopatología se puede entender desde la fusión cognitiva (confundir evaluaciones con hechos), la evitación experiencial y la pérdida de contacto con los valores.

Finalmente, la compasión, especialmente la autocompasión, se considera un factor transdiagnóstico. Niveles más altos de autocompasión se asocian consistentemente con menores niveles de depresión, ansiedad y TEPT. Promover la compasión no solo reduce los síntomas, sino que también mejora indicadores fisiológicos de regulación emocional. El camino hacia el bienestar implica soltar la cuerda de la lucha contra el malestar y, en su lugar, confiar en el movimiento y actuar desde nuestros valores, en lugar de desde el miedo.

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