martes, 8 de julio de 2025

El papel de las emociones en terapia y el trauma complejo


Segunda jornada del curso en el Espacio Joven Europeo de Azuqueca. La primera conferencia ha sido ‘El papel de las emociones en los procesos terapéuticos’, en voz de Arun Mansukhani Mansukhani –psicólogo especialista en Psicología Clínica, practitioner y consultor EMDR Europeo. Director del centro de regulación emocional Arun Mansukhani Psicólogos–.

La palabra emoción quiere decir “algo que nos mueve hacia fuera” o un “estado que nos hace movernos”. Una de las funciones principales de las emociones es la de “llevarnos a hacer o a dejar de hacer algo”.

La función de las emociones privativa de los animales sociales es la de “influir en el comportamiento de los demás”. Esto es algo que evidenciamos en el ser humano desde el llanto del bebé, que genera una reacción en la madre o el padre. Esta “desregulación del bebé” genera una intervención de los progenitores. Esta “función manipulativa de la emoción” es una de sus características primordiales, ha destacado Mansukhani.

No es necesario “que seamos conscientes de algo para que se empiece a generar la respuesta emocional”, ha subrayado el ponente. La “característica del movimiento en los animales es la que nos dota de cerebro”. El ser humano tiene “el mayor índice de encefalización con respecto a otras especies”.

La tradición occidental –en autores como Platón, Kant o Descartes, San Pablo, San Agustín de Hipona o Tomás de Aquino– ha puesto el foco, a lo largo de la historia, en los efectos perniciosos de las emociones. Desde esta perspectiva, en su control está la virtud. Antonio Damasio, en su libro El error de descartes (1994), dice “Descartes cometió un error: pensar que el ser humano es primero un ser pensante, y después, quizás un ser emocional”.

La razón “puede influir sobre la emoción”, pero “cuando la emoción se planta inunda la emoción”, ha apuntado Mansukhani. Teniendo en cuenta el sistema nervioso encontramos dos estímulos “apetitivo –invita a la búsqueda– y aversivo –produce rechazo–”. La “ruptura de la homeostasis” es la que nos lleva a actuar “en un sentido u otro”.


En términos de procesamiento sensorial, "hiperreactivo" e "hiporreactivo" describen respuestas extremas a estímulos sensoriales y ponen en marcha mecanismos de supervivencia. Hiperreactivo, –lucha, huida, congelación, evitación activa, rechazo, dominación, agrado, búsqueda de figura de apego, llanto–, significa una respuesta visceral a los estímulos, mientras que hiporreactivo, –colapso, muerte fingida, negación, ocultación, colaboración, sumisión, desconexión emocional, distanciamiento–, se refiere a una respuesta disminuida o una falta de reacción. El “miedo y el asco” son dos de las emociones principales a la hora de provocar una acción de respuesta consecuente. Estas alternativas a la hora de reaccionar funcionan en la defensa predatoria, la evitación de parásitos, la afiliación y rango dentro de los grupos sociales o el apego.

Las emociones “no sólo son centrales para entender el cerebro sino, también, la psicopatología”. La “desregulación emocional” nos conduce a la identificación de los diversos trastornos. A lo largo de la evolución de la psicología encontramos diferentes abordajes de esta cuestión:

Experiencia Emocional Correctiva (EEC):

Alexander y French (1946) introducen el concepto de EEC, que implica activar la emoción y modificarla en consulta. No se aborda de forma indirecta (a través de cogniciones o conductas).

Carl Rogers o Fritz Perls plantean que la relación terapéutica permite experimentar la EEC en el presente.

Goldfried (1980) sugiere que la EEC es un elemento central del cambio en psicoterapia. Se logra al cambiar un patrón de respuesta automático por otro de un "nivel de funcionamiento más elevado".

Aportes de otros autores a la terapia:

Alexander Lowen y Ron Kurtz introducen lo corporal y sensoriomotor en terapia.

Consideraciones sobre las técnicas:

Bateman y Fonagy (2004) y Yeomans et al. (2015) señalan que las técnicas abreactivas y catárticas pueden, en ocasiones, producir aún más desregulación y un empeoramiento de la sintomatología.

Mansukhani ha establecido tres categorías principales de enfoques terapéuticos para abordar el trauma a través de la modulación emocional:

• Métodos Basados en Mindfulness y 3ª generación:

◦ Estos métodos incluyen diversas terapias como MBP, MESP, MBCT, ACT, MBPP, DBT, ACT, FAP, etc.

◦ Están enfocados en la atención plena con el objetivo de modular y reprocesar experiencias.

• Terapias Somáticas:

◦ Dentro de esta categoría se mencionan sensoriomotor psychotherapy y somatic experiencing.

◦ Estas son técnicas que utilizan el cuerpo para trabajar con memorias.

• Enfoques de reprocesamiento:

◦ Esta sección incluye terapias como EMDR, focussing, IFS, disociación estructural, y terapias basadas en apego.

◦ Estas técnicas abordan el trauma.

La segunda ponencia de la mañana se ha centrado en la ‘Evaluación e Intervención en el Trauma Complejo’, impartida por Águeda Centenera Ramos –psicóloga especialista en Psicología Clínica, especializada en terapia EMDR nivel clínico. Directora de la Clínica CLIPSA de Guadalajara–.

Se ha subrayado la necesidad para los clínicos de abrir espacios para la psicoeducación y conceptos clave que permitan trabajar mejor con el trauma complejo. La conferencia invitó a reflexionar sobre la naturaleza intrincada del trauma, destacando una cita de Francine Shapiro: "la información almacenada de forma disfuncional puede ser activada por estímulos presentes y hacer que las personas reaccionen como si el pasado siguiera ocurriendo".

Se ha distinguido entre el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) y el Trastorno de Estrés Postraumático Complejo (TEPT-C), explorando la diversidad de sus clasificaciones, como trauma simple, agudo, crónico, complejo o severo. Se enfatizó que las experiencias que originan el trauma no siempre son las mismas, ni el trauma se expresa o se trata igual, resaltando su individualidad y complejidad.

Abordaje del TEPT-C y Formación Necesaria El abordaje del TEPT-C implica reconocer que se trata con un sistema nervioso profundamente herido, lo que se manifiesta en alta sensibilidad, intuición, desconexión y activación de defensas. Es fundamental un vínculo seguro desde el cual la persona pueda reorganizar su experiencia traumática. Este tratamiento no es una "receta" ni sólo aplicación de técnicas, sino que requiere presencia auténtica y comprensión profunda. Es indispensable una sólida formación teórica que incluya conocimientos sobre la teoría del apego, la neurobiología del trauma, la disociación estructural, el desarrollo infantil y la regulación emocional y los sistemas de defensa. Organizaciones como la OMS, NICE y APA reconocen el EMDR como tratamiento de primera línea para el TEPT, siendo una consideración importante en el abordaje del trauma.

La ponencia ha puesto el foco en la definición y Características del TEPT-C según la CIE-11. La comprensión del TEPT-C requiere una inmersión profunda en su definición, tal como la ofrece la CIE-11. Cada término en esta definición tiene un significado amplio, y para entenderla, es esencial mirar el cerebro desde dimensiones neurobiológicas, neurofisiológicas y funcionales. El TEPT-C ha sido oficialmente incluido como diagnóstico en la CIE-11 (2018) por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se define como una condición que surge tras una exposición prolongada, crónica o repetida a situaciones traumáticas extremadamente amenazantes de las que es difícil escapar.

Ejemplos de estas situaciones traumáticas incluyen:

• Tortura

• Abuso infantil físico o sexual crónico

• Violencia doméstica sostenida

• Esclavitud

• Abuso espiritual o moral continuado (ej., humillación por autoridad religiosa o educativa)

• Hospitalizaciones con procedimientos invasivos sin contención emocional

• Crianza en cultos o sectas

• Maltrato en instituciones

• Entornos familiares caóticos o impredecibles (ej., padres con trastornos mentales graves o consumo de sustancias)

• Exclusión social sistemática (ej., acoso escolar prolongado, exclusión de personas con discapacidad, migrantes o minorías étnicas)

• Negligencia severa, incluyendo la emocional y el abandono prolongado

• Crianza con invalidación emocional constante

• Separaciones traumáticas repetidas o múltiples rupturas de apego (ej., en orfanatos o acogimientos sucesivos)

Aunque la CIE-11 no especifica que el TEPT-C sea necesariamente relacional, los ejemplos lo encuadran dentro de un trauma relacional. En estos contextos, lo que debería ser una fuente de protección se convierte en un escenario de amenaza sostenida, tratándose de experiencias interpersonales y persistentes, no puntuales.

Síntomas del TEPT-C Los síntomas del TEPT-C incluyen los síntomas clásicos del TEPT, además de tres dimensiones adicionales de disfunción generalizada:

Reexperimentación: Intrusión en la conciencia de redes de memoria disfuncionales no integradas. El cerebro interpreta lo no procesado como "pendiente y peligroso", activándolo con facilidad.

Evitación: Mecanismo de la mente para proteger al individuo del contenido traumático, percibido como desbordante, para evitar un colapso psíquico.

Estado de alerta persistente: Vigilancia constante, dificultad para dormir, respuestas de sobresalto exageradas, irritabilidad o estallidos de ira. En el TEPT Complejo, la hiperactivación puede alternar con estados de hipoactivación (inmovilización o disociación).

Alteraciones graves en la regulación emocional, como arrebatos de ira o entumecimiento emocional.

Creencias negativas persistentes sobre uno mismo, por ejemplo, sentirse inútil o dañado.

Dificultades en el establecimiento y mantenimiento de relaciones interpersonales.

El TEPT complejo suele originarse en la infancia, aunque su diagnóstico es común en la edad adulta. Aproximadamente el 59% de quienes sufrieron maltrato infantil reportan haber sido revictimizados en la edad adulta.

Existe un impacto del trauma en el desarrollo cerebral y la identidad. La evidencia en neurodesarrollo indica que el trauma en etapas tempranas tiene un impacto más profundo debido a la plasticidad del cerebro infantil, especialmente en zonas de identidad, regulación y autoestima. El cerebro adulto también es plástico, y un trauma intenso y prolongado puede alterar redes establecidas. El desarrollo evolutivo del cerebro es moldeado por el entorno, influyendo en cómo nos vemos y percibimos el mundo. El desarrollo humano es relacional y experiencial.

• Si hay cuidado y validación, el cerebro aprende que el mundo es seguro, activando redes de seguridad y apego, lo que lleva a coherencia interna y una identidad sostenida.

• Si hay humillación, rechazo o soledad emocional crónica, el cerebro aprende que el mundo es impredecible o amenazante, construyendo una autoimagen basada en el miedo o la carencia y un sistema nervioso en hiperalerta. En estas circunstancias, no hay espacio para desarrollar la propia identidad, ya que el cerebro prioriza la supervivencia y el vínculo, y lo que el adulto transmite define la identidad.

En este estado de amenaza persistente, la prioridad del cerebro cambia de "comprender" a "sobrevivir". El cerebro no integra la información de forma adaptativa, sino que reacciona, construyéndose para la mera supervivencia. Las emociones no procesadas y las defensas fisiológicas y psicológicas se convierten en patrones recurrentes que moldean la identidad. La persona sobrevive con la versión de sí misma que fue necesaria para adaptarse y evitar el sufrimiento. La incapacidad de ser "visto" o validado externamente compromete la construcción de una identidad propia, llevando a una mente simbiótica donde la identidad se fusiona con lo que "el otro dijo que era".

La relación entre neurociencia y trauma implica estructuras cerebrales clave. Las investigaciones en neurociencia se alinean con el modelo de Procesamiento de la Información (PAI), base de la terapia EMDR, la cual encaja con lo que se sabe sobre el trauma temprano. La neurociencia respalda y da profundidad al modelo PAI y EMDR, permitiendo traducir la neurobiología en un marco clínico efectivo. Francine Shapiro ya aplicaba intuitivamente lo que la neurociencia confirmaría después.

Amígdala: Detecta amenazas y procesa respuestas emocionales. En trauma crónico o repetido, se hipersensibiliza e hiperactiva, volviéndose más reactiva incluso a estímulos no amenazantes. Esto lleva a desregulación emocional (ira, ansiedad), hipervigilancia, problemas interpersonales y estrés crónico.

Corteza Prefrontal: Regula la emoción. En trauma crónico, tiende a inhibirse o desconectarse, impidiendo dar sentido o poner palabras a lo vivido. La emoción queda atrapada en el sistema límbico, perpetuando el ciclo de lucha o huida.

Hipocampo: Almacena detalles contextuales de los eventos. Cuando una experiencia traumática no se codifica adecuadamente, la memoria se desorganiza y carece de narrativa integrada. La experiencia queda "fuera del tiempo" y se revive como presente, en forma de recuerdos fragmentados con emociones intensas.

Red Neuronal por Defecto (DMN): Normalmente construye una narrativa interna coherente y una identidad estable. En situaciones extremadamente amenazantes, la DMN se desorganiza. La amígdala hiperactivada "secuestra" la experiencia, y la DMN construye la narrativa a partir de esa emoción extrema, fusionándola con la identidad. Esto genera creencias negativas arraigadas sobre uno mismo ("soy débil", "soy el problema", "soy una vergüenza") que se convierten en "identidades emocionales", no meros pensamientos.

Hay que entender los síntomas como expresiones de redes de memoria no procesadas. Las emociones, sensaciones y creencias vividas durante un trauma, si no se integran, tienden a repetirse, formando defensas rígidas. Esto puede dar origen a trastornos mentales o patologías, que no se consideran enfermedades primarias, sino formas de supervivencia frente a un dolor no elaborado. Los síntomas se entienden como expresiones actuales de redes de memoria no procesadas, reactivaciones de lo que quedó atrapado en el sistema nervioso. Por ejemplo, una persona con TEPT-C podría buscar calma a través de rituales, desarrollando un Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) asociado.

En resumen, la plasticidad y necesidad de adaptación del cerebro moldean su desarrollo. Las experiencias traumáticas, especialmente crónicas o relacionales, pueden llevar a patrones rígidos y disfuncionales como la evitación y la hiperalerta, ya que el cerebro prioriza la supervivencia inmediata sobre la integración de la experiencia, dejando memorias no procesadas que se reactivan continuamente, impactando profundamente la identidad y la regulación emocional.

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