martes, 12 de julio de 2022

Ciberacoso: violencia digital y salud mental

 La salud mental de los adolescentes

 

Laura de Anta, doctora en Psiquiatría del hospital Infanta Leonor de Madrid, participó online en el curso de la UNED, para hablar sobre la salud mental de los adolescentes. Tras la presentación de la directora, explicó que trabaja en un centro de día con chicos y chicas con trastornos mentales graves.




El ciberacoso ayuda a que las patologías mentales acaben apareciendo, afirmó de forma categórica. Comenzó hablando de la adolescencia y destacó que hace 20 años los trastornos mentales comenzaban durante el servicio militar, “mientras que ahora empiezan en el instituto”. “Para ellos es difícil acudir al instituto, porque no están preparados para asumir las tremendas exigencias sociales” dijo y resaltó que se trata de una edad muy complicada, con muchos cambios, especialmente emocionales. Por ello, la mayoría de los trastornos mentales graves comienzan a fraguarse en la adolescencia.

 

Dijo que “hay que fijarse en las señales de alarma”. La adolescencia es un periodo de cambios, incluso a nivel del desarrollo mental, ya que hay que adquirir capacidades para generar una identidad y un grado de autonomía para el futuro, lo que genera estrés.

 

“Un porcentaje altísimo de pacientes con enfermedades mentales graves han vivido situaciones de acoso”. Existe una predisposición genética y de características del carácter, pero también existe una parte adquirida -cuidados parentales, situaciones de violencia…- que influyen en las enfermedades mentales. La parte social, que se desarrolla más durante la adolescencia, también influyen.

 

“Los chicos no distinguen entre el acoso físico y tecnológico porque han convivido con ambos y les incapacitan de la misma forma”, indicó, “lo que ocurre es que ahora no tienen un lugar seguro en el hogar porque el acoso se extiende, no termina nunca porque siempre están conectados”.

 

“La relación del entorno cuando se produce una situación de abuso genera incluso más estrés que el propio abuso”, afirmó para explicar la importancia de atender a las señales que aportan los adolescentes.

 



Habló sobre los chicos que se autolesionan sin ideación de muerte, una conducta con la que intentan liberar ansiedad y que está en aumento exponencial en los últimos años. Los padres se alarman porque no saben si tienen una intención suicida o no. En el caso de las interpersonales se trata de conductas de prueba que se fomentan y repiten en redes sociales. Otras tienen motivaciones intrapersonales para reducir un dolor emocional que no saben gestionar (estas acciones se han incrementado durante la pandemia). La prevalencia de autolesiones es del 27% en Europa, cuando hace unos años apenas llegaba al 0,4%.

 

La pandemia ha fomentado el uso de las redes sociales debido al aislamiento físico. “Los adolescentes fueron los que más sufrieron la pandemia”, sobre todo durante el confinamiento, porque desapareció “todo lo que es importante para ellos -instituto, actividades con amigos, ver a la pareja, etc.”-. Los padres no pudieron acompañarles porque tampoco habían vivido una situación similar y el miedo y la ansiedad se acumularon.

 

La enfermedad más relevante fue la depresión y la ansiedad. El aislamiento provocó además un retraso en el desarrollo cognitivo y un incremento de los miedos.


Los problemas de ansiedad son los más prevalentes en la adolescencia y además es complicado detectarlos. En caso de no tratarlos, pueden convertirse en patológicos. En España son graves desde un 4 hasta un 18% y son más frecuentes entre las chicas. Las señales en la ansiedad son bastante somáticas, aunque también se manifiesta psicológicamente con dificultades de concentración, ánimo deprimido y evitación.

 

El más común dentro de los trastornos afectivos es la depresión. El adolescente no pierde tanto la energía como los adultos -pueden llevar una vida aparentemente normal-, pero no disfruta de las actividades.


La violencia digital y los problemas de salud mental

 

La violencia digital es la que se sufre a través de las nuevas tecnologías. Tiene la particularidad de que no ofrece al acosado ningún espacio seguro, comenzó diciendo una de las agentes de la Unidad de Participación Ciudadana de la Policía Nacional. Ambas ampliaron la exposición del día anterior para dar a conocer otros aspectos del ciberacoso.




El ‘yo digital’ fue otro de los conceptos que analizaron. Este se conforma por el yo real y el que sucede en las redes. En general, los adolescentes son más atrevidos con su yo digital, tanto para exponerse como para abusar de los demás. Una de las características de las redes sociales es la conexión ubicua, puedes conectarte en cualquier momento y desde cualquier lugar. La parte negativa es el ciberacoso y la dependencia psicológica, sobre todo, del teléfono. “Las redes están estructuradas para generar esas dependencias”, afirmó y continuó diciendo que los jóvenes son especialmente vulnerables.

 

La comunicación virtual permite mantener contacto con un mayor número de personas en tiempo real. Las redes tienen su parte positiva y negativa por lo que “hay que enseñar a los menores a manejar la frustración”. Los niños comienzan con las redes sociales sobre los 10 años, pero no son conscientes de los peligros.

 

Otra ventaja es que permiten publicar contenidos propios y ajenos. Por el contrario, si son contenidos muy personales, perdemos el control. Incidió sobre la importancia de reflexionar antes de publicar.

 

Recordaron que en internet también hay unas normas de etiqueta para poder comunicarse con respeto y empatía. Además, ciertas conductas tienen repercusiones legales y penales.

 

Las nuevas tecnologías pueden provocar adicciones, un uso desmedido de las tecnologías que limita la libertad del individuo y que puede ser comparable al consumo de sustancias. Tiene consecuencias físicas, sociales y psicológicos. Resaltó que ya existen algunas patologías directamente relacionadas con estas adicciones como la vibración fantasma o el vamping (mantenerse conectado hasta altas horas de la noche). A este respecto, comentaron el caso de un menor que precisó un ingreso por adicción a un conocido videojuego.

 

Otro de los peligros de las redes son las comunidades peligrosas -que promocionan enfermedades como la anorexia o la bulimia o inducen al suicidio y el consumo de ciertas sustancias- y los contenidos peligrosos -pornografía, videojuegos inadecuados para su edad, apuestas deportivas-.

 

Las consecuencias son daños psicológicos y morales, falsas creencias, polarización de opiniones, adoptar conductas peligrosas o inadecuadas (retos virales), adicciones, gasto económico o pertenecer a grupos o colectivos que pueden fomentar la violencia.

 

Sobre la pornografía infantil, destacaron que hay que concienciar al menor de que “es perjudicial para ellos ahora o en el futuro”. Save the Children realizó un estudio en el que descubrió que la edad media para comenzar con el consumo de pornografía es de 8 años. Los menores tienen así una visión distorsionada de las relaciones sexuales humanas.

 

Presentaron el programa Ciberexpertos, destinado a los menores, para que sean conscientes de los riesgos que corren en internet. Se ofrece información sobre 10 temas relacionados con el buen uso de las redes.

 

Algunos datos sobre Guadalajara

 

Sergio Reyero, subinspector del Cuerpo Nacional de Policía de la Unidad de Participación Ciudadana de Guadalajara, habló sobre los planes que ejecutan en la provincia, donde se está potenciando el grupo de delitos tecnológicos.

 



En los centros educativos, donde ofrecen conferencias, se ha observado un incremento del uso de herramientas digitales, sobre todo a raíz de la pandemia. También se han modificado los hábitos de vida. Se ha incrementado el tiempo en el hogar en detrimento de las actividades al aire libre, con lo que se han visto más expuestos.

 

España es uno de los países con más ciberataques, indicó para recordar que los fraudes informáticos han aumentado significativamente en los últimos años.

 

En estos centros educativos, los agentes enseñan que lo más importante es ser respetuoso y tener sentido común. Habló sobre el trabajo multidisciplinar, “padres, educadores y sociedad deben estar implicados”.

 

Respecto a los trastornos mentales, repitió que la ansiedad, la depresión y la baja autoestima son los más persistentes.

 

Repasó también los principales ciberacosos que se han detectado en los últimos años. “En Guadalajara, hemos detectado programas de detección para evitar estas conductas”, dijo refiriéndose a una práctica denominada ‘bofetada feliz’. Asimismo, repasó cuáles de estas conductas suponen un delito y las consecuencias para quienes las practiquen.

 

Los perfiles de la víctima varían, pero siempre se repite el patrón de la falta de acompañamiento de los padres o cuidadores principales. Mencionó YouTube, porque es donde ven a sus ídolos favoritos. “Conocer a quiénes admiran, es importante”. Aunque los chicos usan Whatsapp, TikTok e Instagram principalmente.

 

En las charlas, a partir de los 10 años, “casi todos tienen teléfono móvil y juegan a videojuegos que no son apropiados para ellos”. “Es sorprendente que algunos chicos ya han accedido a la deep web” y, a continuación, habló de los controles parentales que se saltan.

 

Indicó que hay que tomar medidas preventivas y tendentes a detectar el problema. “Los errores digitales perduran en el tiempo y tienen consecuencias impredecibles”, afirmó. “Los padres no nos tenemos que preocuparnos sino ocuparnos”. 


Salud y bienestar ante las manifestaciones violentas en los adolescentes

 



La sesión de tarde comenzó con una mesa redonda en la que se analizó cómo afectan las manifestaciones violentas a la salud y el bienestar de los adolescentes. Tras la presentación de los participantes por parte de la directora del curso, habló José Concepción Gaxiola, profesor del departamento de Psicología de la universidad de Sonora (México), que explicó los estudios que han llevado a cabo sobre los adolescentes y su comportamiento en esa transición de niño a adulto, un periodo que según la OMS, abarca desde los 10 a los 19 años.

 

Durante esta etapa, se manifiestan muchas presiones desde todos los puntos de vista, incluido el biológico. Existe un ajuste entre demandas sociales y competencias personales, afirmó. La violencia en esta etapa tiene múltiples manifestaciones: física, emocional o sexual y se dirige tanto a compañeros como a familia y desconocidos.

 

La violencia, como cualquier otro problema de conducta, es multicausal y, para entenderla se puede usar el marco analítico de los determinantes sociales. Existe un manejo político de la violencia, dijo, “la pobreza provoca presiones psicológicas y hacinamiento que degeneran en violencia”. Otro determinante como el estructural: clase social, género o raza. Y otros determinantes intermedios como las circunstancias materiales, socio ambientales y psicosociales, biológicos y conductuales, sistema de salud (posibilidad de acceso), cohesión social, etc.

 

Todos estos aspectos posibilitan el bienestar, el estrés o la presencia de problemas de adaptación psicosocial como la violencia. Además, influyen los contactos que mantienen los adolescentes con familia, compañeros y amigos. Por ejemplo, la falta de apoyos familiares puede llevar a los adolescentes a buscarlos en otros grupos.

 

Aportó algunas ideas para la prevención de la violencia en este grupo, como promover una cultura de la paz y el respeto por parte del gobierno; aplicar límites y reglas en las instituciones; y mantener un ambiente positivo en las instituciones sociales. En los escenarios donde se fomenta la cooperación de grupo, se genera bienestar psicológico.

 

Como conclusión, dijo que los problemas de conducta son problemas de adaptación psicosocial, producto de vulnerabilidades. Para atender y prevenir la violencia hay que actuar tanto en los ambientes macro como micro sociales.

 



Blanca Valenzuela, profesora de la universidad de Sonora (México) y directora de la división de Ciencias Sociales, intervino en segundo lugar y se centró en la problemática de los videojuegos. 

 

Las manifestaciones de violencia son, a veces, un reflejo de sus vivencias. La pandemia produjo un aumento en el uso de redes sociales y en la actualidad las manejan cada vez con menos edad y sin la supervisión de un adulto, lo que les pone en peligro. También se refirió a las ventajas y desventajas de internet.

 

Sobre el ciberacoso afirmó que “los adolescentes, e incluso niños, son cuestionados por sus gustos o apariencia, lo que les violenta”. “Las redes sociales exponen a los adolescentes incluso de forma física”, dijo para añadir que en México tras la pandemia se crearon grupos de adolescentes que se manejan en internet sin ninguna supervisión. Los influencers, por ejemplo, se han convertido en los ídolos de estas generaciones.

 

En cuanto a los videojuegos, explicó que les coloca en una situación de posible adicción que afecta tanto a su desarrollo físico como psíquico. Entre los trastornos que pueden producir incluyó aspectos tan esenciales como la pérdida de habilidades sociales o el deterioro de la condición física. “Hay que conocer la prioridad que dan a los videojuegos y cómo les afecta”.

 

En la parte positiva, habló del aprendizaje de habilidades tecnológicas y de inmersión en redes de relaciones sociales, así como el fomento de toma de decisiones. No obstante, debe existir una figura de autoridad que modere el uso de los videojuegos.

 

Para prevenir la violencia hay que entender las causas que “muchas veces provienen del entorno familiar”. La profesora apuntó a la escuela y la familia como los ejes fundamentales de intervención en esta prevención. Además, recomendó la búsqueda de redes de apoyo institucionales y afectivas.

 

La violencia digital es una manifestación de acoso donde también hay que prevenir de forma multidisciplinar.

 



María Arrieta, doctora en Psiquiatría en el hospital Infanta Leonor de Madrid, abordó el problema de la violencia y el acoso escolar desde el punto de vista de la psiquiatría. El fenómeno del acoso en los últimos 10 años ha sufrido un progreso notorio, tanto desde el punto de vista del estudio teórico como desde la actuación. “Actualmente, es un problema de salud pública”.

 

Los acosadores se caracterizan por provenir de familias disfuncionales, con baja tolerancia a la frustración, “utilizan la violencia como forma de relación”. Enumeró el perfil de los acosadores: inteligentes, torpes y el acosador-víctima, así como los diferentes tipos de acosos (físico, indirecto emocional (exclusión de la víctima), sexual y ciberacoso (manipulación emocional a través de la tecnología).

 

Uno de cada tres usuarios de internet es adolescente y, la mayoría, sufrirá acoso a lo largo de su vida. El ciberacoso invade la intimidad y conlleva trastornos psicológicos. Su incidencia puede ser peor porque el acosador actúa de forma anónima. Los efectos negativos del ciberacoso son graves, tanto física como psicológicamente.

 

Habló sobre las diferencias en el acoso por género y dijo, por ejemplo, que los niños ejercen más la violencia y las niñas, el emocional. La desventaja socioeconómica también influye, así como la raza y el color, que suele ser uno de los motivos más prevalentes de acoso.

 

Las consecuencias del acoso son diversas, comienzan con las referidas al nivel educativo (se sienten más aislados en la escuela y se afecta el sentido de pertenencia, lo que repercute en el rendimiento escolar); y a nivel físico (dolores de cabeza, tripa o cansancio que se somatiza mayormente con el inicio del curso escolar). En cuanto a las consecuencias a nivel mental, se ha detectado un mayor riesgo de suicidio. Finalmente, explicó que algunos de los síntomas persisten en la edad adulta.

 

Para concluir mencionó varios estudios revisados sobre el acoso y el ciberacoso que se enfocan tanto en los riesgos para los menores como en los niños que menos posibilidades tienen de sufrirlo, así como algunas pautas para su prevención.




Manuela Guillén, profesora de la universidad de Sonora (México) perteneciente al cuerpo académico Multiculturalidad, identidad y cambio social, “el ciberacoso tiene tanta complejidad que hemos tratado de abordarlo desde distintas áreas”, comenzó afirmando.

 

Su trabajo, aunque está directamente relacionado con el de Valenzuela, se ha centrado en los aspectos sociales del ciberacoso. Durante la adolescencia, se hace más patente la individualización de la persona y su socialización secundaria, que ocurre fuera del hogar en interacción con otros sujetos distintos de la familia.

 

La profesora mencionó que la socialización se produce con los conocidos del colegio, del barrio y otros grupos sociales que se pueden encontrar a cientos de kilómetros de distancia (videojuegos online con jugadores de todo el mundo).

 

Por tanto, la presentación ante internet comienza con los videojuegos donde reconoce a compañeros y extraños. La interacción es el siguiente paso dentro del proceso, donde destaca el intercambio de identidades, reales o no, de los participantes.

 

En el ciberacoso existen elementos sociales de individualidad (no todos los jóvenes son presa fácil de este problema), familiares y sociales vinculados a la socialización secundaria. La globalización también tiene su interés por el intercambio cultural que conlleva y, también, un relajamiento en los vínculos fuertes que la sociedad construyó en su momento. Por tanto, se producen cambios tanto macro como microestructurales en los entornos. “Parece como si empezáramos de nuevo. Todos los valores de nuestros antepasados desaparecen en esta estructura”, explicó y mencionó los tiroteos masivos que se producen en países como Estados Unidos o Reino Unido.

 

Cerró su intervención comentando “hay que mirar hacia muchos lados, no solo hacia el individuo, para proponer soluciones”.

 



Francisco Crespo, profesor y tutor de la UNED y asesor técnico de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid enfocó el problema desde el campo de la educación. “Aunque hay elementos comunes, lo abordaré desde otra perspectiva, ya que asesoro a los alumnos enfermos”.

 

Habló del aumento de fobias, ansiedad y depresión en los centros de educación secundaria de la Comunidad de Madrid y en cualquier otro lugar. Un factor determinante es la vulnerabilidad. Tras dos años de pandemia y postpandemia, están saliendo a la luz muchos problemas ocultos.

 

La condición social del ser humano se articula a través de la cultura, por tanto, la salud también debe ser grupal. La escuela tiene que hacer frente a retos como ayudar a transitar a los adolescentes a desarrollar estrategias de adaptabilidad y enfrentarse a la nueva realidad social, manifestó.

 

Para conseguirlo, la familia y las relaciones sanas entre compañeros son indispensables. Uno de cada cuatro jóvenes en el mundo experimenta síntomas de depresión y uno de cada cinco, de ansiedad. El INE afirma que entre los 15 y 19 años se produce un incremento de la incidencia del suicidio. “Pero esto no es nuevo, ya sucedía antes del covid”, afirmó.

 

El asesor trabaja con tres programas. El Centro Educativo Terapéutico está pensado para jóvenes con problemas mentales graves y que presenta desventajas claras frente al resto. Otro recurso son las Aulas Hospitalarias, destinadas a los pacientes que ingresan con episodios graves y necesitan continuar con su educación. El tercer programa es el Servicio de Atención Educativa Domiciliaria, en el que los niños reciben clases en su casa, siempre por prescripción facultativa.

 

La realidad es que cada año más adolescentes requieren de estos programas. “Y esto no ha hecho más que empezar”, alertó. “La realidad impacta en los centros educativos, a través de autolesiones, trastornos de conducta alimentaria, ansiedad, depresión…”.

 

El diferente uso del cuerpo, la prolongación de la adolescencia como categoría social y la digitalización de las relaciones sociales han promovido, en cierta forma, la vulnerabilidad de los adolescentes y el deterioro de su salud mental. “Por ello, vamos a plantear la escuela como un centro de prevención que dé respuesta a las necesidades: espacios seguros y amables e inclusivos”. La escuela debe ser un factor protector, concluyó.

 



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