Apego y pareja: la huella de las figuras parentales
José Luis Martorell, profesor de terapia de familia,
supervisor del Servicio de Psicología Aplicada de la UNED y director del curso,
inició el ciclo de conferencias destinado a conocer la relación que existe
entre el apego y el trauma en sus diferentes versiones.
El terapeuta comenzó explicando la teoría del apego de John Bowlby
que afirmó que se trata del “impulso que muestran los seres humanos a establecer
vínculos afectivos sólidos”. Mencionó que la conducta de apego incluye toda clase
de comportamiento que alcanza o mantiene la proximidad a otra persona
diferenciada y que es considerada como más fuerte y sabia”. En general, esta
proximidad comienza con la madre.
La tesis de Bowlby es que un buen número de trastornos de la
vida adulta están relacionados con desviaciones del desarrollo de la conducta
de apego o con el fracaso de este desarrollo
Martorell habló de los patrones parentales patógenes que
pueden crear un trauma y citó algunos ejemplos como no responder a la demanda
de cuidados o rechazar al niño activamente; una discontinuidad en la asistencia
parental; utilizar las amenazas como forma de control; el cuidado condicionado
-amenazas de abandono-; el cuidado diferencial en el sistema del niño; inducir
al menor a la culpa; o transmitir la propia inseguridad.
El psicoterapeuta se refirió seguidamente al concepto hybris
que, según los griegos, es el impulso humano por transgredir los propios
límites, aunque sea enfrentándose a las leyes que rigen el cosmos, ya sea divinas,
humanas o de la naturaleza. Ahora mismo, se utiliza como una desmesura, un
orgullo o confianza en uno mismo que es exagerado.
Respecto a las relaciones de pareja, Martorell explicó que
el hybris impulsa al sujeto a desear “más de lo que el destino nos asigna” y
que puede estar producido por una carencia básica en la relación con el
progenitor, con quien ha realizado esfuerzos relacionados que han sido “sistemáticamente
frustrados”. El individuo siente que su progenitor actúa como le hubiera
gustado con otra persona, ya sea real o irreal. Por ello, “queda enganchado en
un hybris, un pulso eterno, que después traslada a otras personas de su entorno
como los jefes o las parejas sentimentales”.
Abandonar el hybris
El individuo que se encuentra envuelto en esta situación
debe ser consciente de la carencia -tanto de su existencia como de su importancia,
concienciarse de la repetición en la secuencia de su propia vida, asumir la
imposibilidad de ganar el pulso y, finalmente realizar el duelo. Solo entonces podrá
buscar lo que ha querido en otras personas y así establecer relaciones más
sanas, finalizó el psicólogo.
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