La salud mental de los
adolescentes
Laura de Anta, doctora en
Psiquiatría del hospital Infanta Leonor de Madrid, participó online en el curso
de la UNED, para hablar sobre la salud mental de los adolescentes. Tras la
presentación de la directora, explicó que trabaja en un centro de día con
chicos y chicas con trastornos mentales graves.
El ciberacoso ayuda a que las
patologías mentales acaben apareciendo, afirmó de forma categórica. Comenzó
hablando de la adolescencia y destacó que hace 20 años los trastornos mentales
comenzaban durante el servicio militar, “mientras que ahora empiezan en el
instituto”. “Para ellos es difícil acudir al instituto, porque no están
preparados para asumir las tremendas exigencias sociales” dijo y resaltó que se
trata de una edad muy complicada, con muchos cambios, especialmente emocionales.
Por ello, la mayoría de los trastornos mentales graves comienzan a fraguarse en
la adolescencia.
Dijo que “hay que fijarse en las
señales de alarma”. La adolescencia es un periodo de cambios, incluso a nivel
del desarrollo mental, ya que hay que adquirir capacidades para generar una
identidad y un grado de autonomía para el futuro, lo que genera estrés.
“Un porcentaje altísimo de
pacientes con enfermedades mentales graves han vivido situaciones de acoso”. Existe
una predisposición genética y de características del carácter, pero también
existe una parte adquirida -cuidados parentales, situaciones de violencia…- que
influyen en las enfermedades mentales. La parte social, que se desarrolla más
durante la adolescencia, también influyen.
“Los chicos no distinguen entre el
acoso físico y tecnológico porque han convivido con ambos y les incapacitan de
la misma forma”, indicó, “lo que ocurre es que ahora no tienen un lugar seguro
en el hogar porque el acoso se extiende, no termina nunca porque siempre están
conectados”.
“La relación del entorno cuando se
produce una situación de abuso genera incluso más estrés que el propio abuso”,
afirmó para explicar la importancia de atender a las señales que aportan los
adolescentes.
Habló sobre los chicos que se
autolesionan sin ideación de muerte, una conducta con la que intentan liberar
ansiedad y que está en aumento exponencial en los últimos años. Los padres se
alarman porque no saben si tienen una intención suicida o no. En el caso de las
interpersonales se trata de conductas de prueba que se fomentan y repiten en redes
sociales. Otras tienen motivaciones intrapersonales para reducir un dolor
emocional que no saben gestionar (estas acciones se han incrementado durante la
pandemia). La prevalencia de autolesiones es del 27% en Europa, cuando hace unos años
apenas llegaba al 0,4%.
La pandemia ha fomentado el uso de
las redes sociales debido al aislamiento físico. “Los adolescentes fueron los
que más sufrieron la pandemia”, sobre todo durante el confinamiento, porque
desapareció “todo lo que es importante para ellos -instituto, actividades con
amigos, ver a la pareja, etc.”-. Los padres no pudieron acompañarles porque
tampoco habían vivido una situación similar y el miedo y la ansiedad se
acumularon.
La enfermedad más relevante fue la
depresión y la ansiedad. El aislamiento provocó además un retraso en el desarrollo
cognitivo y un incremento de los miedos.
Los problemas de ansiedad son los
más prevalentes en la adolescencia y además es complicado detectarlos. En caso
de no tratarlos, pueden convertirse en patológicos. En España son graves desde un
4 hasta un 18% y son más frecuentes entre las chicas. Las señales en la ansiedad
son bastante somáticas, aunque también se manifiesta psicológicamente con
dificultades de concentración, ánimo deprimido y evitación.
El más común dentro de los
trastornos afectivos es la depresión. El adolescente no pierde tanto la energía
como los adultos -pueden llevar una vida aparentemente normal-, pero no
disfruta de las actividades.
La violencia digital y los problemas
de salud mental
La violencia digital es la que se
sufre a través de las nuevas tecnologías. Tiene la particularidad de que no
ofrece al acosado ningún espacio seguro, comenzó diciendo una de las agentes de
la Unidad de Participación Ciudadana de la Policía Nacional. Ambas ampliaron la
exposición del día anterior para dar a conocer otros aspectos del ciberacoso.
El ‘yo digital’ fue otro de los conceptos
que analizaron. Este se conforma por el yo real y el que sucede en las redes.
En general, los adolescentes son más atrevidos con su yo digital, tanto para
exponerse como para abusar de los demás. Una de las características de las
redes sociales es la conexión ubicua, puedes conectarte en cualquier momento y
desde cualquier lugar. La parte negativa es el ciberacoso y la dependencia
psicológica, sobre todo, del teléfono. “Las redes están estructuradas para generar
esas dependencias”, afirmó y continuó diciendo que los jóvenes son
especialmente vulnerables.
La comunicación virtual permite
mantener contacto con un mayor número de personas en tiempo real. Las redes
tienen su parte positiva y negativa por lo que “hay que enseñar a los menores a
manejar la frustración”. Los niños comienzan con las redes sociales sobre los
10 años, pero no son conscientes de los peligros.
Otra ventaja es que permiten publicar
contenidos propios y ajenos. Por el contrario, si son contenidos muy
personales, perdemos el control. Incidió sobre la importancia de reflexionar
antes de publicar.
Recordaron que en internet también
hay unas normas de etiqueta para poder comunicarse con respeto y empatía. Además,
ciertas conductas tienen repercusiones legales y penales.
Las nuevas tecnologías pueden
provocar adicciones, un uso desmedido de las tecnologías que limita la libertad
del individuo y que puede ser comparable al consumo de sustancias. Tiene
consecuencias físicas, sociales y psicológicos. Resaltó que ya existen algunas
patologías directamente relacionadas con estas adicciones como la vibración
fantasma o el vamping (mantenerse conectado hasta altas horas de la noche). A
este respecto, comentaron el caso de un menor que precisó un ingreso por
adicción a un conocido videojuego.
Otro de los peligros de las redes son
las comunidades peligrosas -que promocionan enfermedades como la anorexia o la
bulimia o inducen al suicidio y el consumo de ciertas sustancias- y los
contenidos peligrosos -pornografía, videojuegos inadecuados para su edad,
apuestas deportivas-.
Las consecuencias son daños
psicológicos y morales, falsas creencias, polarización de opiniones, adoptar
conductas peligrosas o inadecuadas (retos virales), adicciones, gasto económico
o pertenecer a grupos o colectivos que pueden fomentar la violencia.
Sobre la pornografía infantil,
destacaron que hay que concienciar al menor de que “es perjudicial para ellos
ahora o en el futuro”. Save the Children realizó un estudio en el que descubrió
que la edad media para comenzar con el consumo de pornografía es de 8 años. Los
menores tienen así una visión distorsionada de las relaciones sexuales humanas.
Presentaron el programa
Ciberexpertos, destinado a los menores, para que sean conscientes de los
riesgos que corren en internet. Se ofrece información sobre 10 temas
relacionados con el buen uso de las redes.
Algunos datos sobre Guadalajara
Sergio Reyero, subinspector del
Cuerpo Nacional de Policía de la Unidad de Participación Ciudadana de Guadalajara,
habló sobre los planes que ejecutan en la provincia, donde se está potenciando
el grupo de delitos tecnológicos.
En los centros educativos, donde
ofrecen conferencias, se ha observado un incremento del uso de herramientas
digitales, sobre todo a raíz de la pandemia. También se han modificado los
hábitos de vida. Se ha incrementado el tiempo en el hogar en detrimento de las
actividades al aire libre, con lo que se han visto más expuestos.
España es uno de los países con más
ciberataques, indicó para recordar que los fraudes informáticos han aumentado
significativamente en los últimos años.
En estos centros educativos, los
agentes enseñan que lo más importante es ser respetuoso y tener sentido común.
Habló sobre el trabajo multidisciplinar, “padres, educadores y sociedad deben
estar implicados”.
Respecto a los trastornos mentales,
repitió que la ansiedad, la depresión y la baja autoestima son los más
persistentes.
Repasó también los principales
ciberacosos que se han detectado en los últimos años. “En Guadalajara, hemos
detectado programas de detección para evitar estas conductas”, dijo
refiriéndose a una práctica denominada ‘bofetada feliz’. Asimismo, repasó
cuáles de estas conductas suponen un delito y las consecuencias para quienes
las practiquen.
Los perfiles de la víctima varían,
pero siempre se repite el patrón de la falta de acompañamiento de los padres o
cuidadores principales. Mencionó YouTube, porque es donde ven a sus ídolos
favoritos. “Conocer a quiénes admiran, es importante”. Aunque los chicos usan
Whatsapp, TikTok e Instagram principalmente.
En las charlas, a partir de los 10
años, “casi todos tienen teléfono móvil y juegan a videojuegos que no son
apropiados para ellos”. “Es sorprendente que algunos chicos ya han accedido a
la deep web” y, a continuación, habló de los controles parentales que se saltan.
Indicó que hay que tomar medidas
preventivas y tendentes a detectar el problema. “Los errores digitales perduran
en el tiempo y tienen consecuencias impredecibles”, afirmó. “Los padres no nos
tenemos que preocuparnos sino ocuparnos”.
Salud y bienestar ante las manifestaciones
violentas en los adolescentes
La sesión de tarde comenzó con una
mesa redonda en la que se analizó cómo afectan las manifestaciones violentas a
la salud y el bienestar de los adolescentes. Tras la presentación de los
participantes por parte de la directora del curso, habló José Concepción
Gaxiola, profesor del departamento de Psicología de la universidad de
Sonora (México), que explicó los estudios que han llevado a cabo sobre los
adolescentes y su comportamiento en esa transición de niño a adulto, un periodo
que según la OMS, abarca desde los 10 a los 19 años.
Durante esta etapa, se manifiestan
muchas presiones desde todos los puntos de vista, incluido el biológico. Existe
un ajuste entre demandas sociales y competencias personales, afirmó. La
violencia en esta etapa tiene múltiples manifestaciones: física, emocional o
sexual y se dirige tanto a compañeros como a familia y desconocidos.
La violencia, como cualquier otro
problema de conducta, es multicausal y, para entenderla se puede usar el marco
analítico de los determinantes sociales. Existe un manejo político de la
violencia, dijo, “la pobreza provoca presiones psicológicas y hacinamiento que
degeneran en violencia”. Otro determinante como el estructural: clase social,
género o raza. Y otros determinantes intermedios como las circunstancias
materiales, socio ambientales y psicosociales, biológicos y conductuales,
sistema de salud (posibilidad de acceso), cohesión social, etc.
Todos estos aspectos posibilitan el
bienestar, el estrés o la presencia de problemas de adaptación psicosocial como
la violencia. Además, influyen los contactos que mantienen los adolescentes con
familia, compañeros y amigos. Por ejemplo, la falta de apoyos familiares puede
llevar a los adolescentes a buscarlos en otros grupos.
Aportó algunas ideas para la
prevención de la violencia en este grupo, como promover una cultura de la paz y
el respeto por parte del gobierno; aplicar límites y reglas en las
instituciones; y mantener un ambiente positivo en las instituciones sociales. En
los escenarios donde se fomenta la cooperación de grupo, se genera bienestar
psicológico.
Como conclusión, dijo que los
problemas de conducta son problemas de adaptación psicosocial, producto de
vulnerabilidades. Para atender y prevenir la violencia hay que actuar tanto en
los ambientes macro como micro sociales.
Blanca Valenzuela, profesora
de la universidad de Sonora (México) y directora de la división de Ciencias
Sociales, intervino en segundo lugar y se centró en la problemática de los videojuegos.
Las manifestaciones de violencia
son, a veces, un reflejo de sus vivencias. La pandemia produjo un aumento en el
uso de redes sociales y en la actualidad las manejan cada vez con menos edad y
sin la supervisión de un adulto, lo que les pone en peligro. También se refirió
a las ventajas y desventajas de internet.
Sobre el ciberacoso afirmó que “los
adolescentes, e incluso niños, son cuestionados por sus gustos o apariencia, lo
que les violenta”. “Las redes sociales exponen a los adolescentes incluso de
forma física”, dijo para añadir que en México tras la pandemia se crearon
grupos de adolescentes que se manejan en internet sin ninguna supervisión. Los
influencers, por ejemplo, se han convertido en los ídolos de estas
generaciones.
En cuanto a los videojuegos,
explicó que les coloca en una situación de posible adicción que afecta tanto a su
desarrollo físico como psíquico. Entre los trastornos que pueden producir
incluyó aspectos tan esenciales como la pérdida de habilidades sociales o el
deterioro de la condición física. “Hay que conocer la prioridad que dan a los
videojuegos y cómo les afecta”.
En la parte positiva, habló del aprendizaje
de habilidades tecnológicas y de inmersión en redes de relaciones sociales, así
como el fomento de toma de decisiones. No obstante, debe existir una figura de
autoridad que modere el uso de los videojuegos.
Para prevenir la violencia hay que
entender las causas que “muchas veces provienen del entorno familiar”. La
profesora apuntó a la escuela y la familia como los ejes fundamentales de intervención
en esta prevención. Además, recomendó la búsqueda de redes de apoyo
institucionales y afectivas.
La violencia digital es una
manifestación de acoso donde también hay que prevenir de forma
multidisciplinar.
María Arrieta, doctora en
Psiquiatría en el hospital Infanta Leonor de Madrid, abordó el problema de la
violencia y el acoso escolar desde el punto de vista de la psiquiatría. El
fenómeno del acoso en los últimos 10 años ha sufrido un progreso notorio, tanto
desde el punto de vista del estudio teórico como desde la actuación. “Actualmente,
es un problema de salud pública”.
Los acosadores se caracterizan por provenir
de familias disfuncionales, con baja tolerancia a la frustración, “utilizan la
violencia como forma de relación”. Enumeró el perfil de los acosadores:
inteligentes, torpes y el acosador-víctima, así como los diferentes tipos de
acosos (físico, indirecto emocional (exclusión de la víctima), sexual y
ciberacoso (manipulación emocional a través de la tecnología).
Uno de cada tres usuarios de
internet es adolescente y, la mayoría, sufrirá acoso a lo largo de su vida. El
ciberacoso invade la intimidad y conlleva trastornos psicológicos. Su incidencia
puede ser peor porque el acosador actúa de forma anónima. Los efectos negativos
del ciberacoso son graves, tanto física como psicológicamente.
Habló sobre las diferencias en el
acoso por género y dijo, por ejemplo, que los niños ejercen más la violencia y
las niñas, el emocional. La desventaja socioeconómica también influye, así como
la raza y el color, que suele ser uno de los motivos más prevalentes de acoso.
Las consecuencias del acoso son
diversas, comienzan con las referidas al nivel educativo (se sienten más
aislados en la escuela y se afecta el sentido de pertenencia, lo que repercute
en el rendimiento escolar); y a nivel físico (dolores de cabeza, tripa o
cansancio que se somatiza mayormente con el inicio del curso escolar). En cuanto
a las consecuencias a nivel mental, se ha detectado un mayor riesgo de
suicidio. Finalmente, explicó que algunos de los síntomas persisten en la edad
adulta.
Para concluir mencionó varios
estudios revisados sobre el acoso y el ciberacoso que se enfocan tanto en los
riesgos para los menores como en los niños que menos posibilidades tienen de
sufrirlo, así como algunas pautas para su prevención.
Manuela Guillén, profesora
de la universidad de Sonora (México) perteneciente al cuerpo académico
Multiculturalidad, identidad y cambio social, “el ciberacoso tiene tanta
complejidad que hemos tratado de abordarlo desde distintas áreas”, comenzó
afirmando.
Su trabajo, aunque está directamente
relacionado con el de Valenzuela, se ha centrado en los aspectos sociales del ciberacoso.
Durante la adolescencia, se hace más patente la individualización de la persona
y su socialización secundaria, que ocurre fuera del hogar en interacción con
otros sujetos distintos de la familia.
La profesora mencionó que la socialización
se produce con los conocidos del colegio, del barrio y otros grupos sociales
que se pueden encontrar a cientos de kilómetros de distancia (videojuegos
online con jugadores de todo el mundo).
Por tanto, la presentación ante internet
comienza con los videojuegos donde reconoce a compañeros y extraños. La
interacción es el siguiente paso dentro del proceso, donde destaca el
intercambio de identidades, reales o no, de los participantes.
En el ciberacoso existen elementos
sociales de individualidad (no todos los jóvenes son presa fácil de este
problema), familiares y sociales vinculados a la socialización secundaria. La
globalización también tiene su interés por el intercambio cultural que conlleva
y, también, un relajamiento en los vínculos fuertes que la sociedad construyó
en su momento. Por tanto, se producen cambios tanto macro como
microestructurales en los entornos. “Parece como si empezáramos de nuevo. Todos
los valores de nuestros antepasados desaparecen en esta estructura”, explicó y mencionó
los tiroteos masivos que se producen en países como Estados Unidos o Reino
Unido.
Cerró su intervención comentando “hay
que mirar hacia muchos lados, no solo hacia el individuo, para proponer
soluciones”.
Francisco Crespo, profesor y
tutor de la UNED y asesor técnico de la Consejería de Educación de la Comunidad
de Madrid enfocó el problema desde el campo de la educación. “Aunque hay
elementos comunes, lo abordaré desde otra perspectiva, ya que asesoro a los
alumnos enfermos”.
Habló del aumento de fobias, ansiedad
y depresión en los centros de educación secundaria de la Comunidad de Madrid y
en cualquier otro lugar. Un factor determinante es la vulnerabilidad. Tras dos
años de pandemia y postpandemia, están saliendo a la luz muchos problemas
ocultos.
La condición social del ser humano
se articula a través de la cultura, por tanto, la salud también debe ser
grupal. La escuela tiene que hacer frente a retos como ayudar a transitar a los
adolescentes a desarrollar estrategias de adaptabilidad y enfrentarse a la
nueva realidad social, manifestó.
Para conseguirlo, la familia y las
relaciones sanas entre compañeros son indispensables. Uno de cada cuatro
jóvenes en el mundo experimenta síntomas de depresión y uno de cada cinco, de
ansiedad. El INE afirma que entre los 15 y 19 años se produce un incremento de
la incidencia del suicidio. “Pero esto no es nuevo, ya sucedía antes del covid”,
afirmó.
El asesor trabaja con tres
programas. El Centro Educativo Terapéutico está pensado para jóvenes con
problemas mentales graves y que presenta desventajas claras frente al resto. Otro
recurso son las Aulas Hospitalarias, destinadas a los pacientes que ingresan
con episodios graves y necesitan continuar con su educación. El tercer programa
es el Servicio de Atención Educativa Domiciliaria, en el que los niños reciben
clases en su casa, siempre por prescripción facultativa.
La realidad es que cada año más
adolescentes requieren de estos programas. “Y esto no ha hecho más que empezar”,
alertó. “La realidad impacta en los centros educativos, a través de
autolesiones, trastornos de conducta alimentaria, ansiedad, depresión…”.
El diferente uso del cuerpo, la
prolongación de la adolescencia como categoría social y la digitalización de
las relaciones sociales han promovido, en cierta forma, la vulnerabilidad de
los adolescentes y el deterioro de su salud mental. “Por ello, vamos a plantear
la escuela como un centro de prevención que dé respuesta a las necesidades: espacios
seguros y amables e inclusivos”. La escuela debe ser un factor protector,
concluyó.