miércoles, 13 de julio de 2022

Ciberacoso: violencia digital y salud mental

 

Manifestaciones de violencia escolar y digital: una mirada desde la prevención al delito

 



Las dos agentes de Participación Ciudadana de la Policía Nacional ofrecieron la última conferencia centrada en la labor de prevención real que llevan a cabo con la ciudadanía. El ciberacoso escolar es un daño intencional y repetido de un menor o un grupo de menores hacia otro menor. La asertividad y la empatía son fundamentales para prevenir el acoso. Destacaron que “tener confianza en la policía es importante para atajar los casos de ciberacoso”.

 

“La omisión es parte del ciberacoso escolar”, dijeron, y es necesario fomentar la empatía y que los casos salgan a la luz. Para ello, hay que “enseñarles a poner nombre a las cosas y los sentimientos”, por lo que deben saber qué es la empatía y la asertividad para entender y expresar lo que le sucede a la víctima. Otros conceptos relacionados son la autoestima y la dignidad, explicaron, “todo lo que existe es digno y merece respeto”.

 

Hablaron también de la importancia de los testigos, “para la víctima lo más devastador es la indiferencia del grupo en el que creían que podía apoyarse”.

 

Es necesario trabajar los conflictos entre todos los implicados para que se produzca una respuesta eficaz.

 

El club de los secretos

 

Es un libro enfocado a la prevención de la violencia contra la infancia y el fomento de la cultura del buen trato. Elaborado en colaboración con Unicef, explica a los niños de forma didáctica los principios del respeto hacia los demás. Está recomendado para menores entre 6 y 8 años y es un material de trabajo para la policía en las aulas.

 

El objetivo es prevenir cualquier tipo de violencia. Explica a los menores que existen secretos buenos que no se cuentan (regalos, fiestas sorpresa…) y “secretos malos que sí deben contarse como los abusos tanto de otros menores como de los adultos”. Explica que se deben contar a personas de confianza como el personal docente, padres, policía o personal sanitario.

 

La obra está narrada por una mascota para llegar más fácilmente a los niños.


Respuesta socioeducativa a los problemas de convivencia y de salud mental en los adolescentes

 



El curso terminó con una mesa redonda que analizó la respuesta socioeducativa a los problemas de convivencia y salud mental de los adolescentes.  

 

Carlos Monge, profesor del departamento de Didáctica, Organización Escolar y Didácticas Especiales de la UNED, habló sobre los programas de mediación y los alumnos ayudantes. La convivencia es la ausencia de violencia, la construcción de un ideario común y ha de ser pacífica. “No tenemos que abordar las estrategias de convivencia de forma aislada, hay que integrarlas en todos los campos y personajes que intervienen.

 

Explicó la diferencia entre los programas de mediación y de alumnos ayudantes.

 

La mediación tiene varios protagonistas, las dos personas que tienen el conflicto y un tercero neutral que media para resolverlo regulando los procesos comunicativos, pero no es ni juez ni árbitro. En general, el mediador suele ser un alumno. La mediación es una estrategia innovadora y creativa, ya que lo más habitual es el modelo punitivo por parte del profesor.

 

Los beneficios de la mediación son tan amplios que van desde la reducción de conflictos hasta el crecimiento socioemocional de las partes implicadas, afirmó el profesor, que explicó seguidamente el proceso de mediación, que incluye un seguimiento al acabar el proceso.

 

En cuanto al programa de alumnos ayudantes, dijo que son entrenados para la detección de problemas que posteriormente derivan a quien corresponda. Todo el proceso tiene que estar supervisado por el coordinador. Los estudiantes elegidos como ayudantes gozan de la confianza de sus compañeros, gestionan bien la convivencia, apoyan a quienes tienen problemas y están pendientes del rendimiento académico del resto. En general, están capacitados para prevenir los conflictos.

 

Diego Galán Casado, profesor de UNED del departamento de Teoría de le Educación y Pedagogía Social, intervino online para hablar de un proyecto deportivo para trabajar la recuperación de personas con trastornos mentales graves. Trabajó como educador con estas personas que, en general, tienen problemas relacionales y de desplazamiento.




Realizan el proyecto en las instalaciones del Canal de Isabel II en Madrid donde tienen una liga de fútbol y otra de baloncesto, así como actividades puntuales como senderismo, boxeo, tenis de mesa, tenis o balonmano. El objetivo es que los integrantes sean participativos en todos los ámbitos.

 

Uno de los problemas de estas personas es la estigmatización por parte de la sociedad y su repercusión en la autoestima. En este sentido, también realizan actividades encaminadas a la interrelación entre las personas con trastorno y el resto.

 

El proyecto favorece las relaciones y la vida personal saludable. Estructura la vida diaria y genera responsabilidad. También mejora la sintomatología y es un entorno que favorece las relaciones interpersonales en estructuras menos rígidas que la sanitaria.

 

De cara al futuro, ampliarán el número de deportes e implantarán este proyecto en otros ámbitos como el penitenciario. Para finalizar mencionó el proyecto Inclúyete de la Universidad de Almería, que ha creado un videojuego para que los alumnos puedan conocer la realidad de una persona con una enfermedad mental.

 



Eva Jiménez Muñoz, profesora colaboradora de la UNED y coordinadora del curso, aportó una perspectiva que engloba todos los campos analizados. Habló del objetivo de crear sociedades más justas, pacíficas y objetivas.

 

Dentro del entorno académico, uno de cada tres alumnos puede ser víctima de acoso escolar, según Unicef. La adolescencia es un concepto sociocultural que se centra en el aprendizaje, la madurez cognitiva y el desarrollo de las relaciones sociales. Enumeró algunas prácticas beneficiosas para este desarrollo y puso como ejemplo el deporte, la alimentación adecuada o respetar las horas de sueño.

 

En cuanto a la violencia, dijo que la ley ya recoge la obligación de proteger a los menores de esta en cualquiera de sus variantes. En la violencia escolar, la más común es el bullying donde se establecen diferentes roles tanto entre los acosadores como entre los acosados.

 

Respecto a estos últimos, el colectivo LGTBI o los discapacitados son los más vulnerables ante el acoso. No piden ayuda por sensación de impotencia y se sienten aislados socialmente.

 

Tras enumerar los diferentes tipos de acoso escolar, se centró en el cibernético. El uso de las nuevas tecnologías está generalizado entre los adolescentes quienes hacen un uso excesivo y sin control de los mismos. Sobre los factores de riesgo, dijo que son múltiples y que abarcan todas las facetas de la vida de los adolescentes.

 

La violencia durante el noviazgo en parejas adolescentes afecta a una de cada 10 parejas. Algunos de los abusos son el control emocional, físico o sexual, que en ocasiones se han normalizado. Además, existe una correlación entre la violencia escolar y de pareja.

 

Para finalizar habló de los factores de prevención de la violencia desde la familia, el entorno educativo y el resto de ámbitos de la vida de los adolescentes.

 

Cristina Sánchez Romero, directora del curso, habló junto con las agentes de la Policía Nacional para cerrar las jornadas de trabajo. Realizó un resumen de las aportaciones del resto de ponentes y puso de manifiesto los problemas detectados en los adolescentes, que se han visto agravados con el covid.

 

Hay que dar una respuesta a las necesidades de esta parte de la sociedad, tanto desde el punto de vista institucional como educativas.

 

martes, 12 de julio de 2022

Ciberacoso: violencia digital y salud mental

 La salud mental de los adolescentes

 

Laura de Anta, doctora en Psiquiatría del hospital Infanta Leonor de Madrid, participó online en el curso de la UNED, para hablar sobre la salud mental de los adolescentes. Tras la presentación de la directora, explicó que trabaja en un centro de día con chicos y chicas con trastornos mentales graves.




El ciberacoso ayuda a que las patologías mentales acaben apareciendo, afirmó de forma categórica. Comenzó hablando de la adolescencia y destacó que hace 20 años los trastornos mentales comenzaban durante el servicio militar, “mientras que ahora empiezan en el instituto”. “Para ellos es difícil acudir al instituto, porque no están preparados para asumir las tremendas exigencias sociales” dijo y resaltó que se trata de una edad muy complicada, con muchos cambios, especialmente emocionales. Por ello, la mayoría de los trastornos mentales graves comienzan a fraguarse en la adolescencia.

 

Dijo que “hay que fijarse en las señales de alarma”. La adolescencia es un periodo de cambios, incluso a nivel del desarrollo mental, ya que hay que adquirir capacidades para generar una identidad y un grado de autonomía para el futuro, lo que genera estrés.

 

“Un porcentaje altísimo de pacientes con enfermedades mentales graves han vivido situaciones de acoso”. Existe una predisposición genética y de características del carácter, pero también existe una parte adquirida -cuidados parentales, situaciones de violencia…- que influyen en las enfermedades mentales. La parte social, que se desarrolla más durante la adolescencia, también influyen.

 

“Los chicos no distinguen entre el acoso físico y tecnológico porque han convivido con ambos y les incapacitan de la misma forma”, indicó, “lo que ocurre es que ahora no tienen un lugar seguro en el hogar porque el acoso se extiende, no termina nunca porque siempre están conectados”.

 

“La relación del entorno cuando se produce una situación de abuso genera incluso más estrés que el propio abuso”, afirmó para explicar la importancia de atender a las señales que aportan los adolescentes.

 



Habló sobre los chicos que se autolesionan sin ideación de muerte, una conducta con la que intentan liberar ansiedad y que está en aumento exponencial en los últimos años. Los padres se alarman porque no saben si tienen una intención suicida o no. En el caso de las interpersonales se trata de conductas de prueba que se fomentan y repiten en redes sociales. Otras tienen motivaciones intrapersonales para reducir un dolor emocional que no saben gestionar (estas acciones se han incrementado durante la pandemia). La prevalencia de autolesiones es del 27% en Europa, cuando hace unos años apenas llegaba al 0,4%.

 

La pandemia ha fomentado el uso de las redes sociales debido al aislamiento físico. “Los adolescentes fueron los que más sufrieron la pandemia”, sobre todo durante el confinamiento, porque desapareció “todo lo que es importante para ellos -instituto, actividades con amigos, ver a la pareja, etc.”-. Los padres no pudieron acompañarles porque tampoco habían vivido una situación similar y el miedo y la ansiedad se acumularon.

 

La enfermedad más relevante fue la depresión y la ansiedad. El aislamiento provocó además un retraso en el desarrollo cognitivo y un incremento de los miedos.


Los problemas de ansiedad son los más prevalentes en la adolescencia y además es complicado detectarlos. En caso de no tratarlos, pueden convertirse en patológicos. En España son graves desde un 4 hasta un 18% y son más frecuentes entre las chicas. Las señales en la ansiedad son bastante somáticas, aunque también se manifiesta psicológicamente con dificultades de concentración, ánimo deprimido y evitación.

 

El más común dentro de los trastornos afectivos es la depresión. El adolescente no pierde tanto la energía como los adultos -pueden llevar una vida aparentemente normal-, pero no disfruta de las actividades.


La violencia digital y los problemas de salud mental

 

La violencia digital es la que se sufre a través de las nuevas tecnologías. Tiene la particularidad de que no ofrece al acosado ningún espacio seguro, comenzó diciendo una de las agentes de la Unidad de Participación Ciudadana de la Policía Nacional. Ambas ampliaron la exposición del día anterior para dar a conocer otros aspectos del ciberacoso.




El ‘yo digital’ fue otro de los conceptos que analizaron. Este se conforma por el yo real y el que sucede en las redes. En general, los adolescentes son más atrevidos con su yo digital, tanto para exponerse como para abusar de los demás. Una de las características de las redes sociales es la conexión ubicua, puedes conectarte en cualquier momento y desde cualquier lugar. La parte negativa es el ciberacoso y la dependencia psicológica, sobre todo, del teléfono. “Las redes están estructuradas para generar esas dependencias”, afirmó y continuó diciendo que los jóvenes son especialmente vulnerables.

 

La comunicación virtual permite mantener contacto con un mayor número de personas en tiempo real. Las redes tienen su parte positiva y negativa por lo que “hay que enseñar a los menores a manejar la frustración”. Los niños comienzan con las redes sociales sobre los 10 años, pero no son conscientes de los peligros.

 

Otra ventaja es que permiten publicar contenidos propios y ajenos. Por el contrario, si son contenidos muy personales, perdemos el control. Incidió sobre la importancia de reflexionar antes de publicar.

 

Recordaron que en internet también hay unas normas de etiqueta para poder comunicarse con respeto y empatía. Además, ciertas conductas tienen repercusiones legales y penales.

 

Las nuevas tecnologías pueden provocar adicciones, un uso desmedido de las tecnologías que limita la libertad del individuo y que puede ser comparable al consumo de sustancias. Tiene consecuencias físicas, sociales y psicológicos. Resaltó que ya existen algunas patologías directamente relacionadas con estas adicciones como la vibración fantasma o el vamping (mantenerse conectado hasta altas horas de la noche). A este respecto, comentaron el caso de un menor que precisó un ingreso por adicción a un conocido videojuego.

 

Otro de los peligros de las redes son las comunidades peligrosas -que promocionan enfermedades como la anorexia o la bulimia o inducen al suicidio y el consumo de ciertas sustancias- y los contenidos peligrosos -pornografía, videojuegos inadecuados para su edad, apuestas deportivas-.

 

Las consecuencias son daños psicológicos y morales, falsas creencias, polarización de opiniones, adoptar conductas peligrosas o inadecuadas (retos virales), adicciones, gasto económico o pertenecer a grupos o colectivos que pueden fomentar la violencia.

 

Sobre la pornografía infantil, destacaron que hay que concienciar al menor de que “es perjudicial para ellos ahora o en el futuro”. Save the Children realizó un estudio en el que descubrió que la edad media para comenzar con el consumo de pornografía es de 8 años. Los menores tienen así una visión distorsionada de las relaciones sexuales humanas.

 

Presentaron el programa Ciberexpertos, destinado a los menores, para que sean conscientes de los riesgos que corren en internet. Se ofrece información sobre 10 temas relacionados con el buen uso de las redes.

 

Algunos datos sobre Guadalajara

 

Sergio Reyero, subinspector del Cuerpo Nacional de Policía de la Unidad de Participación Ciudadana de Guadalajara, habló sobre los planes que ejecutan en la provincia, donde se está potenciando el grupo de delitos tecnológicos.

 



En los centros educativos, donde ofrecen conferencias, se ha observado un incremento del uso de herramientas digitales, sobre todo a raíz de la pandemia. También se han modificado los hábitos de vida. Se ha incrementado el tiempo en el hogar en detrimento de las actividades al aire libre, con lo que se han visto más expuestos.

 

España es uno de los países con más ciberataques, indicó para recordar que los fraudes informáticos han aumentado significativamente en los últimos años.

 

En estos centros educativos, los agentes enseñan que lo más importante es ser respetuoso y tener sentido común. Habló sobre el trabajo multidisciplinar, “padres, educadores y sociedad deben estar implicados”.

 

Respecto a los trastornos mentales, repitió que la ansiedad, la depresión y la baja autoestima son los más persistentes.

 

Repasó también los principales ciberacosos que se han detectado en los últimos años. “En Guadalajara, hemos detectado programas de detección para evitar estas conductas”, dijo refiriéndose a una práctica denominada ‘bofetada feliz’. Asimismo, repasó cuáles de estas conductas suponen un delito y las consecuencias para quienes las practiquen.

 

Los perfiles de la víctima varían, pero siempre se repite el patrón de la falta de acompañamiento de los padres o cuidadores principales. Mencionó YouTube, porque es donde ven a sus ídolos favoritos. “Conocer a quiénes admiran, es importante”. Aunque los chicos usan Whatsapp, TikTok e Instagram principalmente.

 

En las charlas, a partir de los 10 años, “casi todos tienen teléfono móvil y juegan a videojuegos que no son apropiados para ellos”. “Es sorprendente que algunos chicos ya han accedido a la deep web” y, a continuación, habló de los controles parentales que se saltan.

 

Indicó que hay que tomar medidas preventivas y tendentes a detectar el problema. “Los errores digitales perduran en el tiempo y tienen consecuencias impredecibles”, afirmó. “Los padres no nos tenemos que preocuparnos sino ocuparnos”. 


Salud y bienestar ante las manifestaciones violentas en los adolescentes

 



La sesión de tarde comenzó con una mesa redonda en la que se analizó cómo afectan las manifestaciones violentas a la salud y el bienestar de los adolescentes. Tras la presentación de los participantes por parte de la directora del curso, habló José Concepción Gaxiola, profesor del departamento de Psicología de la universidad de Sonora (México), que explicó los estudios que han llevado a cabo sobre los adolescentes y su comportamiento en esa transición de niño a adulto, un periodo que según la OMS, abarca desde los 10 a los 19 años.

 

Durante esta etapa, se manifiestan muchas presiones desde todos los puntos de vista, incluido el biológico. Existe un ajuste entre demandas sociales y competencias personales, afirmó. La violencia en esta etapa tiene múltiples manifestaciones: física, emocional o sexual y se dirige tanto a compañeros como a familia y desconocidos.

 

La violencia, como cualquier otro problema de conducta, es multicausal y, para entenderla se puede usar el marco analítico de los determinantes sociales. Existe un manejo político de la violencia, dijo, “la pobreza provoca presiones psicológicas y hacinamiento que degeneran en violencia”. Otro determinante como el estructural: clase social, género o raza. Y otros determinantes intermedios como las circunstancias materiales, socio ambientales y psicosociales, biológicos y conductuales, sistema de salud (posibilidad de acceso), cohesión social, etc.

 

Todos estos aspectos posibilitan el bienestar, el estrés o la presencia de problemas de adaptación psicosocial como la violencia. Además, influyen los contactos que mantienen los adolescentes con familia, compañeros y amigos. Por ejemplo, la falta de apoyos familiares puede llevar a los adolescentes a buscarlos en otros grupos.

 

Aportó algunas ideas para la prevención de la violencia en este grupo, como promover una cultura de la paz y el respeto por parte del gobierno; aplicar límites y reglas en las instituciones; y mantener un ambiente positivo en las instituciones sociales. En los escenarios donde se fomenta la cooperación de grupo, se genera bienestar psicológico.

 

Como conclusión, dijo que los problemas de conducta son problemas de adaptación psicosocial, producto de vulnerabilidades. Para atender y prevenir la violencia hay que actuar tanto en los ambientes macro como micro sociales.

 



Blanca Valenzuela, profesora de la universidad de Sonora (México) y directora de la división de Ciencias Sociales, intervino en segundo lugar y se centró en la problemática de los videojuegos. 

 

Las manifestaciones de violencia son, a veces, un reflejo de sus vivencias. La pandemia produjo un aumento en el uso de redes sociales y en la actualidad las manejan cada vez con menos edad y sin la supervisión de un adulto, lo que les pone en peligro. También se refirió a las ventajas y desventajas de internet.

 

Sobre el ciberacoso afirmó que “los adolescentes, e incluso niños, son cuestionados por sus gustos o apariencia, lo que les violenta”. “Las redes sociales exponen a los adolescentes incluso de forma física”, dijo para añadir que en México tras la pandemia se crearon grupos de adolescentes que se manejan en internet sin ninguna supervisión. Los influencers, por ejemplo, se han convertido en los ídolos de estas generaciones.

 

En cuanto a los videojuegos, explicó que les coloca en una situación de posible adicción que afecta tanto a su desarrollo físico como psíquico. Entre los trastornos que pueden producir incluyó aspectos tan esenciales como la pérdida de habilidades sociales o el deterioro de la condición física. “Hay que conocer la prioridad que dan a los videojuegos y cómo les afecta”.

 

En la parte positiva, habló del aprendizaje de habilidades tecnológicas y de inmersión en redes de relaciones sociales, así como el fomento de toma de decisiones. No obstante, debe existir una figura de autoridad que modere el uso de los videojuegos.

 

Para prevenir la violencia hay que entender las causas que “muchas veces provienen del entorno familiar”. La profesora apuntó a la escuela y la familia como los ejes fundamentales de intervención en esta prevención. Además, recomendó la búsqueda de redes de apoyo institucionales y afectivas.

 

La violencia digital es una manifestación de acoso donde también hay que prevenir de forma multidisciplinar.

 



María Arrieta, doctora en Psiquiatría en el hospital Infanta Leonor de Madrid, abordó el problema de la violencia y el acoso escolar desde el punto de vista de la psiquiatría. El fenómeno del acoso en los últimos 10 años ha sufrido un progreso notorio, tanto desde el punto de vista del estudio teórico como desde la actuación. “Actualmente, es un problema de salud pública”.

 

Los acosadores se caracterizan por provenir de familias disfuncionales, con baja tolerancia a la frustración, “utilizan la violencia como forma de relación”. Enumeró el perfil de los acosadores: inteligentes, torpes y el acosador-víctima, así como los diferentes tipos de acosos (físico, indirecto emocional (exclusión de la víctima), sexual y ciberacoso (manipulación emocional a través de la tecnología).

 

Uno de cada tres usuarios de internet es adolescente y, la mayoría, sufrirá acoso a lo largo de su vida. El ciberacoso invade la intimidad y conlleva trastornos psicológicos. Su incidencia puede ser peor porque el acosador actúa de forma anónima. Los efectos negativos del ciberacoso son graves, tanto física como psicológicamente.

 

Habló sobre las diferencias en el acoso por género y dijo, por ejemplo, que los niños ejercen más la violencia y las niñas, el emocional. La desventaja socioeconómica también influye, así como la raza y el color, que suele ser uno de los motivos más prevalentes de acoso.

 

Las consecuencias del acoso son diversas, comienzan con las referidas al nivel educativo (se sienten más aislados en la escuela y se afecta el sentido de pertenencia, lo que repercute en el rendimiento escolar); y a nivel físico (dolores de cabeza, tripa o cansancio que se somatiza mayormente con el inicio del curso escolar). En cuanto a las consecuencias a nivel mental, se ha detectado un mayor riesgo de suicidio. Finalmente, explicó que algunos de los síntomas persisten en la edad adulta.

 

Para concluir mencionó varios estudios revisados sobre el acoso y el ciberacoso que se enfocan tanto en los riesgos para los menores como en los niños que menos posibilidades tienen de sufrirlo, así como algunas pautas para su prevención.




Manuela Guillén, profesora de la universidad de Sonora (México) perteneciente al cuerpo académico Multiculturalidad, identidad y cambio social, “el ciberacoso tiene tanta complejidad que hemos tratado de abordarlo desde distintas áreas”, comenzó afirmando.

 

Su trabajo, aunque está directamente relacionado con el de Valenzuela, se ha centrado en los aspectos sociales del ciberacoso. Durante la adolescencia, se hace más patente la individualización de la persona y su socialización secundaria, que ocurre fuera del hogar en interacción con otros sujetos distintos de la familia.

 

La profesora mencionó que la socialización se produce con los conocidos del colegio, del barrio y otros grupos sociales que se pueden encontrar a cientos de kilómetros de distancia (videojuegos online con jugadores de todo el mundo).

 

Por tanto, la presentación ante internet comienza con los videojuegos donde reconoce a compañeros y extraños. La interacción es el siguiente paso dentro del proceso, donde destaca el intercambio de identidades, reales o no, de los participantes.

 

En el ciberacoso existen elementos sociales de individualidad (no todos los jóvenes son presa fácil de este problema), familiares y sociales vinculados a la socialización secundaria. La globalización también tiene su interés por el intercambio cultural que conlleva y, también, un relajamiento en los vínculos fuertes que la sociedad construyó en su momento. Por tanto, se producen cambios tanto macro como microestructurales en los entornos. “Parece como si empezáramos de nuevo. Todos los valores de nuestros antepasados desaparecen en esta estructura”, explicó y mencionó los tiroteos masivos que se producen en países como Estados Unidos o Reino Unido.

 

Cerró su intervención comentando “hay que mirar hacia muchos lados, no solo hacia el individuo, para proponer soluciones”.

 



Francisco Crespo, profesor y tutor de la UNED y asesor técnico de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid enfocó el problema desde el campo de la educación. “Aunque hay elementos comunes, lo abordaré desde otra perspectiva, ya que asesoro a los alumnos enfermos”.

 

Habló del aumento de fobias, ansiedad y depresión en los centros de educación secundaria de la Comunidad de Madrid y en cualquier otro lugar. Un factor determinante es la vulnerabilidad. Tras dos años de pandemia y postpandemia, están saliendo a la luz muchos problemas ocultos.

 

La condición social del ser humano se articula a través de la cultura, por tanto, la salud también debe ser grupal. La escuela tiene que hacer frente a retos como ayudar a transitar a los adolescentes a desarrollar estrategias de adaptabilidad y enfrentarse a la nueva realidad social, manifestó.

 

Para conseguirlo, la familia y las relaciones sanas entre compañeros son indispensables. Uno de cada cuatro jóvenes en el mundo experimenta síntomas de depresión y uno de cada cinco, de ansiedad. El INE afirma que entre los 15 y 19 años se produce un incremento de la incidencia del suicidio. “Pero esto no es nuevo, ya sucedía antes del covid”, afirmó.

 

El asesor trabaja con tres programas. El Centro Educativo Terapéutico está pensado para jóvenes con problemas mentales graves y que presenta desventajas claras frente al resto. Otro recurso son las Aulas Hospitalarias, destinadas a los pacientes que ingresan con episodios graves y necesitan continuar con su educación. El tercer programa es el Servicio de Atención Educativa Domiciliaria, en el que los niños reciben clases en su casa, siempre por prescripción facultativa.

 

La realidad es que cada año más adolescentes requieren de estos programas. “Y esto no ha hecho más que empezar”, alertó. “La realidad impacta en los centros educativos, a través de autolesiones, trastornos de conducta alimentaria, ansiedad, depresión…”.

 

El diferente uso del cuerpo, la prolongación de la adolescencia como categoría social y la digitalización de las relaciones sociales han promovido, en cierta forma, la vulnerabilidad de los adolescentes y el deterioro de su salud mental. “Por ello, vamos a plantear la escuela como un centro de prevención que dé respuesta a las necesidades: espacios seguros y amables e inclusivos”. La escuela debe ser un factor protector, concluyó.

 



lunes, 11 de julio de 2022

Ciberacoso: violencia digital y salud mental




Mercedes Gómez, subdelegada del Gobierno en Guadalajara, se encargó de abrir el curso sobre ciberacoso y la salud mental, destacando el papel que realiza la UNED para llegar a alumnos de todas las ubicaciones y la importancia de atajar el ciberacoso en los centros escolares. En España, ya existe un programa de prevención de este problema, “pero es necesario más personal y prevención para sentar las bases de este problema en todos los implicados: alumnos, profesores y familias”.

 

El curso, dirigido por Cristina Sánchez Romero y coordinado por Eva María Jiménez Muñoz, pretende sensibilizar sobre la problemática de la violencia digital y los problemas de salud mental entre los adolescentes.


Violencia digital entre adolescentes: indicadores y factores de riesgo

 

Cristina Sánchez Romero, profesora del departamento de Didáctica y directora del programa modular de Estrategias Didácticas y prevención en contextos de acoso escolar de la UNED, ofreció la primera ponencia en la que destacó que los problemas de violencia digital se han incrementado con la pandemia provocada por el covid 19 tanto en el ámbito escolar como cibernético.

 

“Esta problemática es de vital importancia, pretendemos actuar desde todos los ámbitos y desde edades muy tempranas”. En esta ocasión se centró en la adolescencia, edad en la que se detectan problemas conductuales y de comportamiento por la pandemia, así como un consumo excesivo de medios digitales.

 



Estas conductas pueden derivar en problemas de salud mental y de conducta. “La pandemia ha puesto de manifiesto síntomas de ansiedad y aislamiento. Ha habido situaciones de confinamiento e inseguridad que han agravado la salud mental de algunos adolescentes. El aumento del uso de dispositivos: se utilizan en edades más tempranas y problemas de intimidación.

 

El acoso escolar se ha llevado al contexto cibernético y, al regresar a los centros, se ha replicado de nuevo a los colegios. El consumo de medios es un indicador clave, explicó la profesora.

 

Como factor de riesgo, analizó la violencia. La violencia interpersonal es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes, según la OMS. En cuanto a la salud mental destaca la depresión, una de las principales causas de discapacidad y muerte entre los adolescentes. Además, ahora comienzan incluso antes de los 14 años. “Es lo que llamamos violencia silenciada y que es un factor de riesgo tanto en las aulas como en las redes”, explicó afirmando que se ha convertido en un problema a nivel nacional, europeo e internacional.

 

En cuanto a la violencia, explicó los tipos de estas agresiones y destacó la colectiva, que “surge en los grupos”. Es difícil de detectar. Es indiferente a la edad, la clase social o el país, pero es más prevalente en los grupos más vulnerables: personas discapacitadas. Al final, la violencia es un conjunto de factores que, en el caso de la digital, “es un signo de alarma”. Los jóvenes hacen un alto uso de las redes sociales, donde desconocen la trascendencia que tienen sus conductas.

 

Hay que desarrollar estrategias de prevención para evitar tanto la violencia como otros trastornos asociados (adicciones a sustancias, criptomonedas o videojuegos).

 

Durante la pandemia, el uso de internet se ha disparado en todos los grupos, por ello también se han incrementado problemas como el bulling que se ha trasladado de la clase al hogar, simplemente no ha sido presencial y la audiencia ha sido más amplia. “El acoso es invisible para la familia y el profesorado hasta que sucede un hecho significativo”, afirmó.

 

Los jóvenes carecen de una orientación adecuada en sus usos en las redes sociales relacionados con la salud y el aislamiento social. También se produce un desequilibrio de poder.

 

Un informe de Unicef afirma que se está desarrollando “una cultura de dormitorio”, donde los jóvenes carecen del control de los padres por la brecha digital.

 

El uso de la tecnología va a más entre los jóvenes entre 10 y 15 años, con lo que surge el riesgo de sufrir daños en línea que pueden llegar al uso de la privacidad y el peligro de los depredadores.

 

La profesora afirmó que trabaja en un proyecto para detectar las fake news en las redes sociales, pero no es el único problema. En conclusión, los adolescentes se enfrentan a contextos difíciles que exigen la prevención. Los jóvenes dedican más de siete horas al día a navegar por internet y las redes sociales. Las jóvenes sufren más el acoso que los chicos.

 

Además, se producen casos de exclusión y aislamiento, por lo que el acoso escolar y el ciberacoso tienen predictores compartidos, afirmó para explicar que incluso “aumenta por el anonimato” y conlleva problemas mentales.

 

Una de las tasas de prevalencia es el género. Las niñas sufren más acoso cibernético, aunque se incrementa en ambos géneros e incluso dentro de las parejas de jóvenes que se controlan a través de las redes y luego los abusos se trasladan a lo físico. En España sucede lo mismo. “Hay desinformación en general, pero es difícil de paliar porque existe anonimato, audiencia infinita, prevalencia y permanencia en el tiempo de los mensajes, discriminación, etc.

 



Salud mental

 

Estas características del abuso cibernético conllevan ciertas conductas como el abuso de sustancias o relaciones agresivas que derivan en depresiones, autolesiones y tendencias suicidas. Y hay que tener en cuenta que el 75% de los problemas de salud mental se establece antes de los 24 años.

 

Carencias: se potencia el uso de dispositivos móviles sin saber si los jóvenes tienen suficientes recursos para utilizarlos bien, falta de sensibilización sobre riesgos potenciales de las redes, falta de formación (comparten contraseñas, no existe alfabetización digital…) y carencias en factores protectores como la sociedad, la familia, los amigos y la escuela.

 

Las estrategias deben centrase en la formación de los jóvenes sobre las consecuencias, en definitiva, centrarse en la prevención desde todos los puntos de vista y promover hábitos saludables en las redes sociales. También implicó a los educadores, antes de concluir que hay que mitigar los factores de riesgo y potenciar los protectores.


Prevención del delito ante la violencia digital


La Unidad Central de Participación Ciudadana de la Policía Nacional de Madrid participó con dos de sus miembros, que prefirieron mantener el anonimato, y explicaron cómo se lleva a cabo la prevención de los delitos en los casos de violencia digital.  Su labor, en parte, consiste en organizar charlas con adolescentes y niños para “medir y testar lo que necesitan las personas para reportarlo y prevenir”.


 

“Nos dedicamos a salvaguardar los derechos y libertades fundamentales de la Constitución, y esto incluye que cualquier menor pueda ejercer su derecho a la educación, lo que no sucede si le hacen bulling”. En general, se dedican a los colectivos más vulnerables desde el Plan Director de Participación Ciudadana, en el que trabajan más de 600 funcionarios y del que existe una delegación en Guadalajara.

 

Confirmó que existe una brecha digital entre padres e hijos, aunque “los hijos no están puestos en la vida y sus padres sí”. Su labor es prevenir y detectar y, cuando es necesario, intervenir. Dentro de la comunidad educativa, compuesta por padres, docentes y alumnos, el talón de Aquiles son los progenitores que a veces no saben cómo actuar.

 

Un cuestionario

 

Uno de los miembros de la policía compartió con los presentes un cuestionario sobre el ciberacoso y los menores, así como de los delitos en los que se puede incurrir en las redes sociales.

 

Hablaron sobre las diferencias entre los nativos digitales -quienes han nacido en la era digital y han tenido acceso a los dispositivos desde muy pequeños- y los inmigrantes digitales -quienes se han ido acostumbrando poco a poco a estos dispositivos-.

 

No obstante, “el hecho de que sepan usar las tecnologías no implica que sepan cómo gestionar los contenidos y cuáles son los peligros de la red”, indicó para asegurar que la educación digital es fundamental. “Si antes se enseñaba a los niños que no hablasen con desconocidos, ahora hay que hacer lo mismo con las nuevas tecnologías”, dijo.

 

Internet es una herramienta “maravillosa, pero hay que conocer qué es lo que se comparte y con quién para evitar los peligros”. Algunos de estos peligros pueden pasar desapercibidos como sucede cuando los padres suben fotografías de sus hijos donde se ve el escudo del colegio o que informan que no hay nadie en casa o donde están e incluso la hora en que se ha tomado la fotografía.




Explicaron que los adolescentes comparten una gran cantidad de información en redes que puede servir a depredadores o ladrones para reconstruir su vida real. Por ello, recomendaron educar, primero a los padres, y después a los hijos sobre cuál es el comportamiento correcto y menos peligroso. Uno de los casos más llamativos, fue el de una chica a la que robaron porque entre varias fotos consiguieron los datos de su tarjeta, su nombre y apellidos y una clave. Su recomendación fue revisar cualquier información y fijarse bien tanto en las fotografías como en los textos.

 

Una vez publicada, se pierde el control de la información y dejamos una huella digital. La identidad digital está compuesta por la información que sube cada persona de sí misma y la que suben los demás. La reputación digital es la imagen que tiene el resto sobre cada uno, lo que puede afectar a cuestiones como el trabajo o los amigos. “También puede suceder que lo utilicemos para fomentar nuestras ventajas competitivas sobre los demás”, explicaron.

 

Al margen, pusieron el ejemplo de Amanda Tood, una adolescente canadiense de 14 años que se suicidó tras sufrir varios años de ciberacoso. Recomendaron hablar con los adolescentes para intentar detectar el acoso.

 

Peligros en la red

 

El primero es el ciberacoso escolar que se transforma en permanente -ya no existe el refugio del hogar-; en este caso, quienes más y mejor pueden actuar son los testigos silenciosos. La empatía y la asertividad son fundamentales para prevenir el acoso físico y tecnológico. 


Recalcaron la necesidad de decir a los niños y niñas que antes de aceptar a alguien en las redes sociales hay que conocerlo en la vida real.


viernes, 8 de julio de 2022

Autoría femenina: la autorrepresentación como legado

Autorretratos de mujeres durante los siglos XVI-XVII: una propuesta de interpretación

Última jornada del curso consagrado a analizar las conexiones entre arte e identidad en la representación femenina durante la Edad Moderna. Sesión, la del viernes, afanada en explicar el papel de la mujer como autora y propulsora de producción cultural. La primera ponencia, a cargo de Cecilia Gamberini, –PhD, Universidad Autónoma de Madrid–, ha tenido por título “Autorretratos de mujeres durante los siglos XVI-XVII: una propuesta de interpretación”.

“El Renacimiento puso los mimbres para un rol activo de la mujer en el desarrollo cultural”, comentaba Gamberini. Hasta ese momento, textos como Vita Nuova (1292-1293) de Dante Alighieri, Decameron (1351-1353) de Bocaccio o el Cancionero de Petrarca (1470), son ejemplos escritos de glosa sobre la dignidad de la mujer a través de la literatura.

 

En El Cortesano (1528), Baltasar Castiglione, daba cuenta de una mujer cultivada en las letras, la música, la pintura y en el arte del baile y el festejo.

Por su parte, Christine de Pizan, se opone abiertamente a la misoginia en La ciudad de las damas (1405). “Si existiera la costumbre de enviar a las niñas a la escuela y enseñarlas ciencias, aprenderían igual de bien”, suscribía Pizan.

El filósofo valenciano Juan Luis Vives, hace hincapié en De institutione feminae christianae, sobre la educación de la mujeres cristianas. Otras publicaciones como el Decor puellarum (1471), anónimo, da cuenta de la mujer artista.

Giorgio Vasari en Le Vite (1550) –texto dedicado a las vidas de arquitectos, pintores y escultores italianos– habla de una visita a la casa de Sofonisba Anguissola en Cremona y elogia la producción de la pintora.

 

“Las mujeres se insertan en el mundo artístico a través del autorretrato porque así eligen cómo presentarse al mundo”, ha afirmado Gamberini. Continuaba suscribiendo que, “la representación artística de las mujeres ha existido desde la Prehistoria, aunque hasta hace poco no se ha reflexionado sobre el papel de autoría de la mujer”. Además, en los últimos tiempos han surgido teorías sobre el papel de las mujeres en la creación de las venus paleolíticas.

A su vez, el protestantismo, trae consigo una nueva representación de la mujer que asume un papel activo como figura de autoridad e implicada en las actividades que de forma tradicional se atribuían a los hombres.

Catharina van Hemessen (1527-1578), pintora flamenca, contó con la protección de María de Habsburgo, hermana de Carlos V. Realizó un autorretrato en 1548, una de las obras más antiguas conocidas que plantean la propia representación de la mujer, y en la que se pinta en el ejercicio de su profesión.

Sofonisba Anguissola (1535-1625), pintó un autorretrato en 1556 que a nivel iconográfico replica el de Catharina. Durante los primeros años de formación en Cremona, Amilcare Anguissola, aprovechó las pinturas de su hija para hacer una campaña de promoción, hasta llegar a la corte de Isabel de Valois. En los retratos juveniles de Sofonisba podemos apreciar el nombre del padre, lo que constituye un ejercicio de afirmación de su linaje ilustre.

Por su parte, la miniatura se convirtió en un género hábil de la creación femenina para el autorretrato. “En el caso de los hombres esto era una opción, pero en el de las mujeres a veces era la norma”, según la profesora.

Lavinia Fontana (1552-164), aprendió a pintar en el taller de su padre. En un autorretrato de 1577 aparece representada delante de una espineta –instrumento de la familia del clavecín–. En otro autorretrato de 1579 se muestra rodeada de esculturas y en el ejercicio de la escritura, algo que denota su lado humanista.

“La producción literaria del s XVII distorsiona el papel de la mujer, denigrándola”, en contraposición a ejemplos escritos anteriores, relataba Gamberini.

 

Artemisia Gentileschi (1593-1656), fue una pintora barroca italiana que desarrolló buena parte de su trayectoria en Florencia bajo el mecenazgo de los Medici. En 1611 fue violada por un amigo de su padre y mentor de la pintora a los 18 años. Este suceso marcó algunos de los temas en su producción. En un autorretrato pintado entre 1638 y 1639, se presenta de una manera diferente a sus antecesoras, como una alegoría de la pintura, según el concepto de Cesare Ripa.

Elisabetta Sirani (1637-1665), fue otra pintora de la época barroca. En 1658 produce un autorretrato en el que, del mismo modo que Artemisia, aparece reflejada como una alegoría de la pintura. Sin embargo, envuelta entre cortinajes, rodeada de esculturas y libros, ofrece una visión propia más humanista en conexión directa con Sofonisba y Lavinia. La pintora fue aprendiz de su padre Giovanni Andrea Sirani y estuvo cuestionada por la autoría de sus obras. Solía invitar a gente a su taller para que la viesen trabajar.

Con Clara Peeters (1580-1621), pintora flamenca la representación de los autorretratos entra en un valor metalenguaje, situando su imagen como un reflejo especular los objetos de sus bodegones.

“El autorretrato es un ejercicio de afirmación de la mujer, para la que existía un rol que la dejaba en segundo plano y que busca ponerse en valor”, concluía Cecilia Gamberini.

Talento femenino, vida en clausura y creación artística: sobre monjas pintoras

Para concluir el curso, Paula Revenga Domínguez, –profesora titular del Departamento de Historia del Arte, Arqueología y Música en la UCO–, siguió profundizando en la autoría femenina con la exposición, “Talento femenino, vida en clausura y creación artística: sobre monjas pintoras".

El papel de las mujeres en la historia del arte ha estado presente en buena parte de la creación pese a la desaparición de su labor en la historiografía, aunque esa tendencia haya cambiado en las últimas décadas.

 

La primera obra de la que tenemos constancia de que fuese firmada por una mujer fue el Beato de Gerona, en 975. En esta miniatura aparece el nombre Ende, “pintora y sierva de Dios”. El desarrollo de los monacatos permitió expansionar la labor intelectual de las mujeres, un poder que no tenían permitido ejercer fuera de estos espacios.

“Durante siglos, la idea de la inferioridad de la mujer, se convirtió no solo en biológica, sino también ética, y las mujeres ilustres se consideraban excepciones a la regla”, sostenía Revenga. Los escritores, al glosar la labor de estas mujeres las convierten, de alguna manera, en hombres.

Durante la Edad Media, en los códices no existía gran diferencia entre el trabajo de monjes y monjas. Ya en la Edad Moderna, se empieza a apreciar la distinción entre artistas hombres y mujeres, sobre todo en la dificultad de las formas de aprendizaje. Por ejemplo, en las complicaciones para poder abrir un obrador de forma independiente. En esta misión, solían depender de padres, hermanos o maridos.

La hija de Tintoretto, Marietta Robusti (1554-1590), no obtuvo el permiso paterno para ir a la corte de Felipe II, a la que se propuso antes que a Sofonisba.  Para ellas, la vida familiar debía estar por encima de cualquier otra actividad. También tenían vetado el estudio del desnudo, algo limitante debido a la gran relevancia del retrato al natural.

 


Algunas de las mujeres que pintaban eran damas nobles o nacidas en el seno de familias acomodadas. El acceso a la pintura estaba acotado, en muchos casos, a ser la hija o pariente de algún otro pintor. Otra vía para la introducción en la producción artística, era ser monja.

Las monjas solían aprender a leer y escribir, pero desde siglos atrás se dedicaban a copiar e ilustrar manuscritos. Entrar en un convento aseguraba a las novicias aprender a desenvolverse en varias labores. La influencia de estas mujeres pudo constituir una influencia principal para las pintoras del Renacimiento.

Las obras miniadas de monjas estuvieron infravaloradas, pero existen ejemplos notables que aportan las cualidades expresivas de este tipo de creaciones. Guda de Weissfauen, monja alemana del siglo XII, fue la primera artista femenina en crear un autorretrato. También destaca la labor de Hildegarda de Bingen, cuyo Liber Divinorum Operum denota la influencia de Vitrubio en las proporciones humanas. Herrada de Landsberg en su Hortus Deliciarum realiza una gran cantidad de ilustraciones y entre ellas se ha querido ver un autorretrato. También se observa un autorretrato en un detalle del salterio, o libro de salmos, de Claricia, miniaturista alemana del siglo XIII. A estos nombres se añaden otros como los de Gisela von Kerssenbrock, y su Codex Gisle, o Loppa vom Spiegel.

En el caso de España, encontramos el nombre de Teresa Díez –con mucha probabilidad, una monja–, que se conoció en la década de los 50 del pasado siglo XX,  tras el descubrimiento de unos murales en la Iglesia de Santa Clara de Toro (Zamora). Las pinturas estaban en la zona a la que solo podían acceder las propias monjas.

Aquellas monjas con cualidades artísticas enseñaban a otras sin esa formación previa. Toda esta labor pictórica perseguía el fin de aumentar la devoción. Una de esas artistas reconocidas fue, la monja dominica del Renacimiento, Plautilla Nelli. Aprende a pintar de forma autodidacta y promueve que en el convento hubiera un taller de pintura para otras monjas y mujeres florentinas. Su padre fue Piero di Luca Nelli, rico comerciante de telas. Entró en el convento de Santa Catalina de Siena y fue priora hasta en tres ocasiones. Ese convento se convirtió en un centro de formación de otras monjas artistas. Realizó miniaturas, obras de gran tamaño, y tuvo muchos encargos en la sociedad florentina de la época. La expresividad es una cualidad diferencial en buena parte de sus obras.

En España, también encontramos ejemplos de esta tenaz labor pictórica y cultural en Cecilia Sobrino Morillas o Estefanía de la Encarnación.

Fueron muchas las mujeres que a través del ejercicio religioso y, con anterioridad al Renacimiento, emplearon sus medios de representación para dejar constancia de la autoría femenina y su relevancia en el desarrollo de la historia del arte, que, a su vez, sirvieron de inspiración a otras artistas femeninas. Concluye, de este modo, un curso en el que el empleo de la historiografía pretende cambiar la concepción tradicional del papel de la mujer en la construcción de su identidad a través del arte.