Los geoparques son una figura de calidad con una trayectoria
considerable que se inició en el año 2000 con la creación Red Europea de
Geoparques (EGN-European Geoparks Network) y, posteriormente, la Red Global de
Geoparques (GGN-Global Geoparks Network) en 2004, para convertirse en el
programa Geoparques Mundiales de la UNESCO en 2015. Sin embargo, todavía es un
término que genera bastante confusión, también para los alumnos de este III
Curso de Verano de la UNED: “Geoparque de la Comarca de Molina-Alto Tajo: La
protección y divulgación del patrimonio geológico”, quienes relacionaban los
geoparques con la geología y el turismo, pero desconocían cómo funciona un
geoparque, cuáles son sus objetivos o qué significa ser un Geoparque Mundial de
la UNESCO.
Por suerte, la primera jornada de este curso contaba con los
mejores ingredientes para disipar todas estas dudas:
Luis Carcavilla, científico titular del Instituto Geológico
y Minero; coordinador del Comité Científico del Geoparque y responsable de la
edición de varias guías y proyectos de divulgación geológica, como las nueve
Geo-rutas y la Guía Geológica del Parque Natural del Alto Tajo, introdujo a los
participantes en los fundamentos de este programa UNESCO y en los valores
geológicos, históricos y culturales de la comarca de Molina de Aragón.
Juan Manuel Monasterio, gerente del Geoparque de la Comarca
de Molina-Alto Tajo, indagó en los entresijos de su gestión interna.
Y Ánchel Belmonte, otro gran divulgador, director científico
del Geoparque de Sobrarbe-Pirineos (Huesca) y profesor-tutor de la
UNED-Barbastro, dio a conocer otro modelo de geoparque, con unas circunstancias
y objetivos muy diferentes.
¿Puede la Comarca de Molina ser un Geoparque? Planteaba
Carcavilla al interesado auditorio. La respuesta parecía obvia: Claro que sí, porque,
de hecho, ya lo es. Pero, ¿en qué se diferencian los geoparques con esos otros
lugares donde se llevan a cabo proyectos turísticos relacionados con su geología?
Según expuso el científico, los geoparques se caracterizan
por:
1.
Un territorio perfectamente definido con un patrimonio
geológico relevante, pero donde también existen otros valores históricos,
culturales, ecológicos, etc.
2.
Una estructura de gestión con funciones y
responsables determinados.
3.
El desarrollo de políticas e iniciativas de
geocoservación, geoturismo, investigación, divulgación, educación y marketing.
4.
Una estrategia de desarrollo local sostenible
con la implicación de los habitantes del territorio.
5.
Todo ello, dentro de una red temática de colaboración
e intercambio de experiencias entre los diferentes territorios que, tras
superar un proceso de candidatura y evaluación, son reconocidos como Geoparques
Mundiales de la UNESCO. Los geoparques forman parte de la GGN, organización
legalmente constituida, sin ánimo de lucro, integrada en la actualidad por 140
lugares en 38 países de todo el mundo. La pertenencia a la misma es obligatoria
y sus miembros pagan una cuota anual para garantizar el desarrollo de su
actividad y mantenimiento.
6.
Además, los geoparques no son miembros
indefinidos de la Red, sino que cada cuatro años deben someterse a un trámite
de revalidación. De hecho, en tan sólo unos días, entre el 25 y el 29 de julio,
el Geoparque de la Comarca de Molina-Alto Tajo recibirá a dos evaluadores de
este programa UNESCO.
Pues bien, entre otras cosas, el Geoparque de la Comarca de
Molina-Alto Tajo posee una gran geodiversidad; varios lugares de relevancia
internacional, como el Estratotipo de Fuentelsaz, el Bosque Fósil de la Sierra
de Aragoncillo, el Dropstone y el yacimiento de graptolitos en Checa y las
series estratigráficas del Triásico Inferior en el Barranco de la Hoz; así como
un excepcional patrimonio histórico y cultural.
Sin embargo, nada de esto sería suficiente si no se llevan a
cabo iniciativas de investigación, geoconservación, educación y desarrollo
local; sin una estructura de gestión encabezada, en este caso, por el Museo de
Molina, con la participación activa de un comité ejecutivo, compuesto por todas
las administraciones con implicación en el territorio y un comité científico,
formado por más de 30 miembros, entre científicos y especialistas en varias
disciplinas como la geología, biología, historia, arqueología, etc. Y, sobre
todo, no tendría sentido sin las personas que conforman el tejidos social y
económico del territorio.
La Comarca de Molina-Alto Tajo constituía un extenso territorio
muy desconocido con más de 4.180 kilómetros cuadrados y 77 núcleos de
población, pero con sólo unos 10.000 habitantes, es decir, menos de 2 vecinos
por kilómetro cuadrado. La declaración del Parque Natural del Alto Tajo en el
año 2000, que ocupa aproximadamente la mitad del territorio, al sur, y la
puesta en marcha de algunas iniciativas, como las nueve Geo-rutas y la Guía
Geológica del Parque Natural del Alto Tajo, pusieron en evidencia la existencia
de increíbles valores geológicos y ecológicos, pero también etnológicos y
culturales. No obstante, al norte quedaban espacios de gran relevancia sin
ninguna figura de protección y carentes de iniciativas e infraestructuras que
sirvieran para su puesta en valor, conservación y aprovechamiento.
El proyecto de Geoparque, tal y como explicó Juan Manuel
Monasterio, nacía con la inquietud de configurar una marca de identidad global
y de destino turístico, que sirviera para conservar y proteger su patrimonio y
garantizar el futuro de sus habitantes.
Precisamente, las personas que lo habitan, decía Juan Manuel
Monasterio, son la pieza clave del plan director que rige la gestión de este
proyecto, elaborado bajo la premisa de que son los propios habitantes los que
tienen que convertirse en gestores de su patrimonio, ya que ninguna de las
iniciativas sería eficaz si se desarrolla de espaldas a los ciudadanos. En
definitiva, según el gerente, el geoparque es “un camino que nunca alcanza la
meta, porque siempre hay nuevos retos”, fundamentado en el desarrollo de los
pueblos y la conservación del territorio.
En este sentido, la edición del mapa y la guía turística no sólo
son unas buenas herramientas de información turística para los visitantes, sino
que han contribuido a que los propios vecinos conozcan su patrimonio, se
sientan orgullosos de él y puedan participar en su conservación, protección y
puesta en valor, porque no se cuida lo que no se ama y no se ama lo que no se
conoce.
Igualmente, los distintos eventos y ferias de artesanía, han
servido para visibilizar y promover el trabajo y el talento de los artesanos y
productores de la comarca.
También se está trabajando en la organización de congresos y
conferencias para promocionar y poner de manifiesto su relevancia científica.
Monasterio habló también de los proyectos de investigación,
divulgación y geoconservación que se están llevando a cabo en el Estratotipo de
Fuentelsaz, el Bosque Fósil de la Sierra de Aragoncillo, la Cueva de los
Casares o el castillo de Molina, entre otros, y los esfuerzos por implementar acciones
educativas con la implicación del Instituto y los centros educativos de la
comarca, como el proyecto de Jóvenes Embajadores del Geoparque, que se ha
llevado a cabo con la colaboración del Geoparque de Isla del Hierro, mediante
el cual, los alumnos de sendos institutos han podido compartir sus respectivos valores
geológicos, medioambientales y culturales.
Dos modelos distintos, para dos territorios diferentes
Existen
ciertos paralelismos entre el Geoparque de la Comarca de Molina-Alto Tajo y el
de Sobrarbe-Pirineos: Por ejemplo, también se trata de un territorio muy extenso, más de 2.000 kilómetros cuadrados, pero con
graves problemas de despoblación, en este caso cuenta algo más de 7.100
habitantes, unos tres por kilómetro cuadrado. No obstante, la comarca de
Sobrarbe, no necesitaba de una iniciativa que diera a conocer y promocionara
este territorio como destino turístico, puesto que gracias a la influencia de
los Pirineos y el conocido Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido recibía cada año miles de
visitantes, por lo que el proyecto del Geoparque de Sobrarbe, despegaba desde
un punto de partida y con un destino muy diferentes. Sin embargo, esas
personas, según explicó Ánchel Belmonte, acudían en masa a disfrutar de la
geología casi sin saberlo, atraídos por la espectacularidad de unos paisajes
que nadie explicaba. El Geoparque surgió de la necesidad de recuperar una
visión cultural -incluida la ciencia- de la montaña y del paisaje
Este proyecto ha supuesto la puesta en marcha de varias
iniciativas de divulgación, itinerarios geológicos, actividades educativas y de
incentivación del emprendimiento empresarial y promoción de los productos agroalimentarios,
enfocados a consolidar otro modelo de desarrollo turístico fundamentado en la
identidad cultural de una comarca estrechamente ligada a su paisaje.
Para Belmonte, el Geoparque ha tenido un impacto que no se puede medir en términos económicos: Ha contribuido a incrementar el nivel cultural de sus visitantes; ha puesto sobre la mesa que existen otras ciencias, no sólo la Biología; trata de complementar al sistema educativo; "contagia la emoción que experimentamos los geólogos y transmite el respeto hacia algo que antes era invisible", concluyó Belmonte.
La tarde terminó con una visita al Museo de Molina, que
conjuga paleontología, medioambiente, entomología, arqueología y evolución
humana a través de una iniciativa didáctica muy interesante.
Una vez concluida nuestra primera jornada comprendimos que,
efectivamente, los geoparques son proyectos relacionados con la geología, la
geoconservación y el turismo, pero que sobre todo hablan de las personas.
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