martes, 10 de julio de 2018

Aplicaciones del Mindfulness


El Mindfulness y las Emociones

La jornada más larga del curso comenzaba hoy con la intervención de Vicente Simón Pérez, Catedrático de Psicobiología de la Universidad de Valencia y precursor de la introdución del Mindfulness en España. En su ponencia, sobre “Mindfulness y las emociones”, Simón exponía cómo a través de la práctica de la meditación Mindfulness, el ser humano puede transformar sus emociones pasando por distintas fases: siendo conscientes de ellas, aceptándolas y consiguiendo, finalmente, un distanciamiento que conlleve una mejor reacción ante ellas.

Vicente Simón, en su ponencia sobre las emociones.

Atendiendo a la definición de Damasio en Self Comes to Mind, las emociones son “programas de acción muy automatizados fraguados a lo largo de la evolución”. Se trata de complicados patrones de respuestas químicas nerviosas que sirven para regular y mantener la vida del organismo. Emociones primarias, siguiendo a Panksepp son: la búsqueda, el miedo, la ansiedad, la rabia, el deseo, el cuidado, el pánico, la pena y el juego como alegría social.

Por su parte, los sentimientos emocionales son principalmente percepciones de lo que hacen nuestros cuerpos durante la emoción, acompañadas de percepciones de nuestro estado mental durante ese periodo de tiempo. 

Teniendo en cuenta ambos conceptos -emoción y sentimientos emocionales- la práctica meditativa, según Simón, es muy importante, porque con ella se persigue una consciencia del cuerpo. En algún momento, las emociones se hacen conscientes. Con el Mindfulness, lo que hacemos es tener consciencia de nuestro cuerpo, de nuestras emociones, e iniciar un entrenamiento que nos ayude a practicar la atención, el control y la autorregulación. En este proceso de regulación de las emociones, Simón destacaba maniobras físicas (como la respiración y la postura) y maniobras mentales (como la consciencia de la emoción y la compasión).  


Hacia el crecimiento personal

En la segunda ponencia de la mañana, Santiago Segovia, Catedrático de Psicobiología de la UNED, trataba las conexiones del “Mindfulness y el crecimiento personal”.


Segovia partía de la idea de que el conocimiento de quién soy y el llegar a ser uno mismo es el objetivo fundamental del desarrollo personal y de la autorrealización. El catedrático conectaba la idea del Mindfulness con la Psicología transpersonal, que arranca con William James, refiriéndose a las experiencias y los procesos que van más allá, permitiéndonos vivenciar una realidad ampliada y más significativa. 

En la misma línea, según Wilber, el nivel transpersonal se alcanza por medio del desarrollo espiritual y consiste en trascender la identificación con el cuerpo y la mente para alcanzar un nivel de conciencia mayor. Es aquí donde se produce una conexión con las tradiciones de la meditación Budista, el Vedanta y el Raja Yoga. De ahí, que el contexto original del Mindfulness no es propiamente el psicoterapéutico, sino el existencial.


Santiago Segovia, a la derecha de la imagen, durante su ponencia.

La palabra Mindfulness puede sernos útil para denominar al movimiento de la Psicología que ha occidentalizado la meditación budista. Es la manera correcta de prestar atención. La meditación es el gran motor hacia la liberación del sufrimiento.
En cuanto a las aportaciones del Mindfulness al desarrollo personal, Segovia numeraba diversos factores: el auto-conocimiento y la autonomía psicológica; un estado mindful de consciencia (que incluye serenidad, lucidez y ecuanimidad); la auto-regulación emocional; una nueva mirada; sabiduría y una manera distinta de relacionarnos -con la empatía y la compasión como trasfondo-.
Dentro del ámbito del crecimiento o desarrollo personal, la meditación basada en Mindfulness es un recurso alternativo a la psicoterapia. Existen distintos programas de meditación, señalaba el catedrático, y entre ellos, el MBMB. Se trata de un programa enfocado al desarrollo personal que se fundamenta en el hecho de que no podemos ser felices si no tenemos equilibrio en cuatro áreas psicológicas: atencional, emocional, motivacional y cognitiva. En una actividad práctica desarrollada por los alumnos del curso, estos han podido experimentar la sensación de quietud mental que se pretende conseguir con el MBMB.

Mindfulness en la intervención en el dolor


Ya por la tarde, la tercera ponencia de la jornada trataba el tema “Mindfulness para el dolor”, a cargo de Paola Herrera, Psicóloga Sanitaria y Profesora del Máster en Mindfulness de la Universidad de Zaragoza. 

Herrera explicaba que el dolor se puede definir como "una experiencia sensorial y emocional desagradable que se asocia a una lesión tisular presente o potencial”. Centrándose en el dolor crónico (aquel con más de tres o seis meses de duración), la psicóloga exponía que en este tipo de dolor existe una conexión mente-cuerpo fallida. Se trata de un dolor resistente a múltiples tratamientos y asociado a múltiples síntomas psicopatológicos tales como la ansiedad, depresión, insomnio, estrés. 






La psicóloga, Paola Herrera, en la tercera ponencia de la jornada.

En el análisis del dolor crónico, lo que se ve es que hay muchos aspectos psicológicos relevantes: la tendencia a la catastrofización ante el dolor (lo que implica rumiación, evitación y desesperanza); actividad de indefensión (sensación de no poder hacer nada, lo cual puede aumentar el nivel de dolor); afrontamiento pasivo e injusticia percibida. 

Por lo tanto, partiendo de que el dolor crónico tiene un componente cognitivo y emocional, es aquí donde el Mindfulness puede actuar, potenciando la capacidad de aceptación. La aceptación del dolor nos lleva a la percepción de que el dolor no es el centro de nuestras vidas y que no tiene por qué afectar a nuestro proyecto vital.

En España, un 17% de la población padece dolor crónico asociado a enfermedades de la columna, cefaleas crónicas, neuropatías diabéticas, neuralgia del trigémino, dolores articulares por alteraciones reumáticas o post traumáticas y fibromialgia, entre otros. 

Los mecanismos de acción del Mindfulness, de una forma secuencial, persiguen la regulación de la atención, la toma de conciencia corporal, la regulación emocional y los cambios en la perspectiva de uno mismo. De este modo, el tener consciencia corporal nos ayuda a regular las emociones e intervenir en el dolor. Se trata, en definitiva, de desvincular la experiencia sensorial -que es inevitable- de la afectiva o cognitiva –que sí es evitable o se puede modificar- para mejorar la regulación del dolor y la calidad de vida del paciente. 


Terapia de Aceptación y Compromiso

El broche final a esta intensa jornada, lo ponía Félix Hernández, Profesor-Tutor de Psicología del Centro Asociado de la UNED y coordinador del curso. Durante su intervención, Hernández ha hecho uso de diversos ejercicios prácticos y de metáforas para explicar la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), manteniendo así la atención de los asistentes.

Félix Hernández, realizando un ejercicio demostrativo.

La dificultad de encontrar soluciones con la terapia cognitivo-conductual es lo que ha hecho que Terapias de Tercera Generación como la ACT hayan resultado muy positivas para el tratamiento de ciertas patologías en el ámbito de la Psicología. La ACT es una terapia asociada a la práctica del Mindfulness que persigue la aceptación como alternativa a la evitación de aquellas situaciones que provocan malestar. Según el profesor, las  acciones evitativas producen un alivio temporal pero a la larga son problemáticas.

En estos casos, en consonancia con el Mindfulness, lo deseable sería conseguir una mayor flexibilidad cognitiva a través de la aceptación. La aceptación no significa resignación, explicaba Hernández, “se trata de aceptar lo que no puedo cambiar y actuar sobre aquellas cosas que sí puedo cambiar”. Es un acto voluntario que implica sobre todo “evitar el evitar” para que esta “evitación” no se convierta en un problema interno.


Una de las diapositivas utilizadas en la ponencia.

El Mindfulness enseña a dejar de luchar, a abrazar lo que surge, confiando en que tenemos los recursos necesarios para afrontar situaciones indeseadas. Se establece la flexibilidad frente a la rigidez o a la inflexibilidad, las cuales son las reacciones habituales.

La ACT sirve sobre todo para casos crónicos que han pasado por multitud de terapias. Permite una forma de impulsar al paciente hacia aquello que realmente quiere. La Terapia de Aceptación y Compromiso supone un choque en la actitud de un terapeuta. El psicólogo se convierte en un guía-acompañante en el proceso de transformación de las relaciones del paciente con su mundo. Lo importante aquí es que la persona reoriente su pensamiento y su acción hacia sus verdaderos valores. Algunas técnicas utilizadas para clarificar y movilizar los valores del paciente se sustentan en el hecho de que la vida humana es limitada y que no hay que dejar pasar el tiempo para hacer lo que verdaderamente queremos.

Hernández hacía alusión al libro de Steven C. Hayes, precursor de la ACT, titulado Sal de tu mente, entra en tu vida. Una frase que resume el objetivo de la Terapia de Aceptación y Compromiso: “crear una vida rica y significativa, aceptando el dolor que inevitablemente va con ella”.



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