El
curso llega a su fin y lo hace de la mano privilegiada de académicos como Carlos Echeverría Jesús, doctor en Ciencias Políticas por la UCM,
profesor de RRII de la UNED y Cruz al Mérito Militar con Distintivo Blanco; y Rubén Ruiz Ramas, Profesor de Ciencias Políticas y de la
Administración de la UNED y Co-director del curso de verano.
DESAFÍOS EN ORIENTE PRÓXIMO Y
ORIENTE MEDIO – CARLOS ECHEVERRÍA JESÚS
De
acuerdo a Echevarría, en Oriente Próximo y Oriente Medio encontramos numerosos actores de importancia a escala
regional, pero además de los cambios surgidos a una escala más reducida, el
panorama internacional de las grandes potencias también ha cambiado
enormemente. Oriente Medio es más resbaladizo y peligroso que otros frentes
como Corea, por mucho que les prestamos la misma importancia.
Cuando
se juega al ajedrez ordenadamente, como en la Guerra Fría, es medianamente fácil
conocer los pasos a seguir. No se podía determinar quién iba a ganar en cada
partida, pero al menos había unas reglas. De las palabras de Echeverría se
deduce que lo que ha pasado en el tablero
de Oriente Medio es que, tras la patada de Estados Unidos al avispero en
2003, cada pieza ha acabado en una punta de la sala y ahora las fichas son casi
imposibles de mover, de ubicar, e incluso de distinguir.
Las
consecuencias de aquella patada no solo han cambiado el juego en Oriente, el
tablero mundial entero ha cambiado poco a poco y ha quedado finalmente renovado
debido a la guerra de Siria. Un ejemplo de la confluencia de distintos factores de y a distinta escala es el
comportamiento de Turquía, sobre la cual, de acuerdo a Echeverría “en este
tiempo hemos callado muchas cosas”. Turquía se comporta según el ponente como
un actor contradictorio, como una especie de incipiente ‘rogue state’, con lo cual pone sobre el tablero
situaciones preocupantes.
Quizá
los desequilibrios provengan de su interacción en Siria. La intervención rusa
en Siria supone momento a partir del cual hay una dimensión a clarificar la tendencia de la guerra. El
caos que hasta entonces se vivía en Siria, el régimen que a duras penas sobrevivía,
se asegura con la entrada de Rusia. “Quizá apuntalar el régimen de Al Assad no
sea la peor solución”, afirma Echeverría.
Rusia
no entra solo para combatir al Estado Islámico, sino para apoyar al régimen, su
aliado, y atacar a toda su oposición,
evidentemente, incluyendo también al Estado Islámico. El esfuerzo conjunto con
la alianza norteamericana ha conseguido desmigajar al Estado Islámico. Su territorializacion
ha sido abortada por el uso de la fuerza y con una cada vez más visible presión
a Turquía para que fuera más seria de lo que había sido hasta entonces.
La
frontera turca siempre fue un poroso paso y Turquía sigue protegiendo a una bolsa de yihadistas en Idlib. El ataque
a la misma podría volver a provocar un terremoto migratorio ya que Siria es un
país muy poblado y organizado y la guerra ha provocado unas consecuencias no
vistas desde la Segunda Guerra Mundial. De hecho, de 23 o 24 millones de
nacionales sirios, hay 12 que han dejado sus casas y seis que directamente
dejaron el país; con las consecuencias que eso implica para todos los estados
desde el Magreb hasta Centroeuropa.
Turquía,
junto con Irán y Rusia constituyen hoy un triunvirato que tiene el papel protagonista
en la cuestión. EEUU ha perdido su condición de actor principal en la zona, y
con ello también Europa, en el caso de que alguna vez tuviera un papel importante
EEUU es incapaz de hacer valer su
voluntad como en el pasado. El proceso de paz Israel-Palestina de los
acuerdos de Madrid tenía viabilidad por EE.UU. Hoy día, las propuestas de paz
norteamericana no tienen ni credibilidad ni influencia, y tampoco la Unión
Europea. Lo importante es Rusia, Irán, y Turquía en procesos como los de Sochi,
Astaná, etc.
Turquía,
de hecho, chantajea a la UE y ha acabado consiguiendo que firme ayudas por
valor de varios miles de millones de
euros. Temporalmente conformes con ello, los herederos de la Sublime Puerta
han puesto freno al flujo migratorio y en cierto modo, han congelado la salida
y la vuelta de combatientes yihadistas a Europa a través de sus hasta entonces
inevitablemente porosas fronteras.
Por
su lado, de acuerdo a Echeverría, Rusia
tiene que desarrollar unas habilidades diplomáticas para triangular una
relación productiva y ofrecer al mundo una visión del mundo alternativa a la de
Ginebra, a la visión occidental. Los cambios de poder en Oriente a raíz del
fracaso occidental y su impotencia son claves en el desarrollo de esta visión.
Volviendo
a la analogía del ajedrez, lo que antaño fuera un peón como Hezbolá ha llegado hasta el final del
tablero y gracias a la financiación de los ayatolás y a la experiencia en
combate se ha convertido en la reina de las fichas iraníes. Y ahí está, al otro
lado del tablero amenazando a Israel, nuestro rey enrocado, en su propia casa.
La
guerra de Siria ha permitido que israelíes
e iraníes se encuentren ya en contacto, generando una inestabilidad que sería
preocupante incluso en caso de que Israel no siguiera en estado formal de
guerra con Líbano y Siria, con el amplio abanico de posibles escaladas que eso
supone.
Israel, con
los iraníes en la cocina, tiene un Al-Quds y un Hezbolá reforzado a sus
puertas, y si no pudo derrotarlos en 2006 tiene hoy las cosas más crudas que
hace trece años debido a la motivación, militantes, material y experiencia ambos
grupos terroristas. Hezbolá no es un actor estatal, pero es un enemigo poderoso
con un peso casi estatal en Líbano y un vínculo directo que conecta Irán con
las playas del Mediterráneo.
El
único asidero de la paz entre suníes y judíos es el circunstancial matrimonio
de conveniencia entre Israel y Arabia Saudí que estamos viendo. Sin embargo,
estos enemigos tradicionales nunca
construirán una alianza sólida y creíble. Puede que coyunturalmente tengan
un mismo enemigo, pero eso no implica una alianza. Puede haber una aproximación
ad hoc igual que entre iraníes y turcos porque Rusia lo facilite.
De
acuerdo con Echevarría, la guerra dinamiza, vigoriza, refuerza procedimientos,
acciones y en Oriente Medio la bola de nieve está creciendo. De hecho, tanto
Israel como Arabia Saudí ven la
guerra ahí porque ya llega a su territorio. Sus enemigos están desplegados,
lanzan misiles sobre ellos, y ya no son proyectiles caseros de baja calidad.
En
este estado de las cosas, cada actor tiene sus propias prioridades. Turquía
tiene a los kurdos, Israel a Irán, el régimen sirio a la oposición. Arabia
Saudí es un poder también a tener en cuenta. Arrastra numerosos países árabes e
intenta incluso arrastrar a Marruecos y Egipto. Personajes como el Gran Muftí de Arabia Saudí han hecho
declaraciones afirmando que los chiíes no son musulmanes, que son paganos y adoradores
de los magos. Y de acuerdo al Corán, la única forma válida de actuar con los
paganos es la guerra.
Así
pues, si las autoridades religiosas saudíes echan gasolina al fuego y despojan
de humanidad a los iraníes. Cómo no podremos esperar un recrudecimiento del
conflicto en Yemen. Este conflicto siendo un foco de gravedad en el mundo árabe,
y el antiguo mediador del mundo árabe, Egipto,
ha perdido su preponderancia y prestigio y ya no es el gran actor de antaño.
toda la región.
Estamos
en un foco de gran tensión. Oriente Medio es un escenario mucho más peligroso
que hace diez años porque hoy en día la guerra es una opción. Hay un problema árabe que sigue sin una
solución. En Occidente tenemos la idea de que las armas nucleares están
para no ser utilizadas ¿Está esa idea presente en todas las potencias nucleares
de Oriente Medio?
Con
respecto a Argelia, los conatos de nuevas
revueltas entroncan con las que lograron controlarse en 2011. El proceso de
cambio en esta parte del mundo hace que los procesos que en otros tiempos se
podían conseguir controlar o frenar ya no se puedan estabilizar. En Argelia y
Sudán el poder de las fuerzas armadas y la existencia de elecciones no han
servido para frenar una vorágine que se ha descontrolado.
Según
Echeverría, los estados de la región van a tener cada vez más problemas para
controlar ciertos comportamientos a través de elementos como el mass media y las RRSS. El estado clásico árabe, dominante,
autoritario, controlador, se desmigaja. “¿Esto a donde puede llegar?” se
pregunta Echeverría, “puede conducir a deterioros de la seguridad, y siendo
sensatos, quizá se hubiera podido evitar o reducir el medio millón de muertos
sin haber promovido la revuelta contra Al-Assad”, afirma rotundo.
El
Sahel Occidental también es frontera
avanzada para Europa. El desmoronamiento de Libia es un actor que lo acompaña,
el terrorismo, potente en la región de la mano de Al-Qaeda y el EI está
detrayendo dinero de los verdaderos problemas de la población de esa zona, el
cambio climático, la desigualdad y los choques interétnicos, el islamismo
radical...
El
islamismo ha proporcionado un asidero ideológico terrible con un atractivo. Esa
ideología moviliza, y moviliza con videos de decapitaciones. Es una
interpretación religiosa que mancilla la imagen del islam. Hemos acabado con el embrión territorial califal, al menos no
tienen las capacidades que tenían, pero que se adapta a la clandestinidad no
territorial como lo hizo Al Qaeda en su momento. Cualquier escenario de guerra
los vigoriza y desata los fantasmas de un conflicto interminable con traiciones
y sacrificios de por medio.
Los
kurdos son un buen caso de estudio
de las miserias de la región. Han contribuido sin reservas a acabar con el EI con
su sangre, facilitan el control de centenares y miles de antiguos habitantes de
feudos yihadistas y de exiliados. Este pueblo ha contribuido como el que más,
pero será sacrificado como lo fueron después de la Primera Guerra Mundial
puesto que son enemigos de todas las potencias de la zona y apoyarlos
debilitaría aún más la postura de occidente. Tocado tras las primaveras árabes
y la errática eliminación de interlocutores válidos y más fiables.
¿Cuáles han sido realmente las
consecuencias de las primaveras árabes? Si fijamos solo nuestra mirada
en Túnez es porque sabemos que el resultado no es muy brillante. Las revueltas
no han facilitado la vida a esa gente que se movilizó por una vida mejor. En
sitios como Túnez tan solo han introducido
la variable de procesos electorales abiertos, con lo que eso implica en el
papel de los islamistas en la vida pública tunecina.
“Si
de 3000 a 6000 tunecinos emigraron a las tierras del califato, y esto se ha
producido durante el gobierno conjunto con islamistas, el país pagará negativamente la Primavera Árabe por mucho que sea
el paradigma”, afirma Echevarría. La seguridad importa, es el oxígeno que
respiramos. Sin ello la sociedad se desmorona. Los desequilibrios no se han
corregido.
Cuando
se aventuraban teorías sobre qué era mejor para los países árabes muchos
académicos europeos se pusieron a dar lecciones sin tener en cuenta que no eran unos países con las precondiciones
mínimas para convertirse en democracia.
En
un proceso de cambio en el que occidente pierde visibilidad y relajamos nuestro
sentimiento generalizado de culpa por la historia podemos decir que, salvo Francia en el Sahel Occidental, no
tenemos un papel dominante en ningún lado.
Actores
como Arabia Saudí, Emiratos, Turquía, China y Rusia nos sustituyen, y se mueven
con valores distintos a los nuestros. Así, según Echeverría, esta región “que siempre ha sido
endiabladamente complicada, ahora lo es más. Ahora hay más actores y en el
futuro veremos muchas más contradicciones”.
EL PÍVOT TO ASIA DE RUSIA Y
SUS RELACIONES CON CHINA - RUBÉN RUIZ
RAMAS
Según
Ruiz Ramas, en las relaciones entre Rusia y China, y también en general en las
relaciones entre Rusia y el eje Asia-Pacífico, se encuentra la réplica del eje Pívot
to Asia planteado por Obama en 2012 y replicado en 2013 por Putin. Con esta
iniciativa hay una sustitución simbólica
desde Rusia del marco de integración deseado.
Frente a la gran Europa, es decir, frente a
una apertura política y económica que fuera desde Lisboa a Vladivostok aparece
el proyecto de la Gran Eurasia que une a Rusia al eje Asia-Pacífico y cuyo centro, teóricamente gravita en una relación
de igual a igual entre Rusia y China.
Inequívocamente
el espacio de referencia hacia el que mira la política exterior y de
integración ruso no es Europa, es el eje
Asia-Pacífico. Más allá del extranjero cercano, es decir, de los ex
miembros de la URSS, las aspiraciones rusas de dotación simbólica y peso megalomaníaco
se enfocan hacia la Gran Eurasia. Pero
¿Cómo se llegó a esta situación?
En
los primeros años de la Rusia postsoviética la supeditación de la política
exterior rusa a occidente va acompañada por unas relaciones con China de puro desdén. Rusia no acepta el rol chino de
gran potencia y de acompañante en el proceso de modernización que necesita
Rusia.
Fue
un periodo de bloqueo de relaciones que llega a su fin con un cambio de
ministro y la entrada de Primakov, un flamante ministro de exteriores ruso que
ante el evidente desdén occidental cierra la vía de occidentaliazacion al ver
que, pese a los gestos de Rusia y sus solicitudes de incorporación hasta a la
OTAN, todas sus iniciativas eran ignoradas y solo recibían humillaciones.
Con
Primakov Occidente deja de ser el único objetivo. En 1997, junto a su homólogo
chino, Primakov realiza una declaración
conjunta sobre el mundo multipolar y el establecimiento de un nuevo orden
mundial que se adelantó a su tiempo y fue un pilar presente desde hace más de
20 años en los ministerios de exteriores chino y ruso. En aquella época no podían disputar el
unipolarismo, pero ya reflejaban su descontento y dejaban ver lo que harían el
día que tuvieran las manos libres.
Con
la llegada de Putin al poder, Rusia y China se abren al conocimiento mutuo. No
hubo acuerdos relevantes en defensa o comercio, pero el volumen de intercambios culturales fue enorme y estuvo
acompañado por visitas de Putin a China y de los distintos mandatarios chinos a
Rusia. Fue un salto cualitativo simbólico que puso las bases de las relaciones futuras.
A
partir de 2008 , ña crisis económica genera un acercamiento y una búsqueda de
inversiones chinas en Rusia durante el mandato de Medvedev. Con Putin ya otra
vez como presidente, en 2012 se plantea en Vladivostok la iniciativa del Pívot
to Asia ruso. Es un contexto de desdén
norteamericano hacia Rusia y de rechazo ruso hacia EEUU. Esto se tradujo en
elementos como la iniciativa Pívot to Asia de Obama que en su base teórica
coincidió con un artículo desarrollando la estrategia estadounidense Asia-Pacífico
sin mencionar siquiera a Rusia.
Sin
embargo, Rusia es una parte fundamental de Asia-Pacífico. Forma parte de
conflictos no cerrados que pueden desestabilizar la zona. No mencionarlos fue otra
gran humillación que tras la crisis de
Ucrania desembocó en la gran ruptura con occidente y el abrazo incondicional
de Rusia a China. La crisis de Ucrania y la necesidad de Rusia de demostrar que
tiene amigos y de vender hidrocarburos, cuyos beneficios constituyen el 60% del
presupuesto de su gobierno, empujó a Putin a firmar acuerdos con China
renunciando a toda línea roja previa.
Antes
de la crisis de Ucrania Rusia no estaba dispuesta a aceptar las prerrogativas
asimétricas implícitas en una mayor integración
comercial y económica con China. Pese a saber que los productos rusos no
pueden competir con los chinos, el área económica abierta ha sido una línea
roja rota que podría tener enorme impacto en Rusia a cambio de garantizar su
propio prestigio político e independencia de occidente.
Los
acuerdos derivados de las reuniones a gran escala con China en 2013 fueron
básicamente dos: un gran contrato entre
las mayores energéticas de ambos países sumamente duro con Rusia y la
asunción implícita del modelo de inversión exterior de China hasta en la construcción
de los gaseoductos para la venta de energía rusa a China.
Estos
primeros acuerdos se han seguido de otros hasta 2019 pudiéndose percibir en
ellos una serie de patrones. La importancia del contenido de los acuerdos
aumenta, se traspasan más y más líneas
rojas que Rusia se había marcado en temas estratégicos, económicos,
armamentísticos energéticos, etc. China se mantiene firme en priorizar lo
económico y no cede un ápice renunciando a todo aquello que no le aporte
beneficio, buscando a su vez maximizarlo.
Esta relación se complementa
con las iniciativas estratégicas comerciales de China como el One Belt One Road
para lograr mejorar la conectividad, para importar aquello en lo que es
deficitario y para dar salida a sus excedentes. La salida al mundo de China es
una jugada pensada que tenga réditos y frutos de todo tipo a medio y largo
plazo.
Con
la existencia de esas infraestructuras, la presencia política, económica y
militar china crecerá. China protegerá
militarmente sus instalaciones y los barcos de guerra chinos surcarán las
aguas de Grecia, Italia, o Argelia, tal y como lo hacen los franceses en África
o los estadounidenses en Oceanía. La ruta por el Ártico será también si el
cambio climático continua una importante apuesta de futuro, pero de la cual no
tenemos todavía ninguna certeza.
Según
Echeverría, “llegará el momento en el que el PIB Chino sea mayor que EEUU”. Sin
embargo, el autor reconoce que China tiene diversas amenazas que la pueden
hacer replegarse. Pese al enorme progreso de la clase media, en China hay una
gran desigualdad territorial y de clases entre zonas pobres y zonas ricas.
Las
zonas meridionales y costeras ricas
tienen niveles y esperanzas de vida de países de Europa Occidental como España;
pero, frente a ello, el gran interior
pobre tiene todavía una calidad y esperanza de vida similar a las de países
de Europa Oriental como Moldavia. Existe una desigualdad inherente al sistema
capitalista y con todo, la situación de partida y la actualidad son muy
distintas.
Para
concluir su ponencia y el curso Ruiz Ramos deja caer una frase pesada y fría
como un jarro de agua: “Hay que asumir
que China está aquí para quedarse no va a perder su estatus por una crisis,
cosa que no se puede decir de Rusia”.
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