viernes, 5 de julio de 2019

Las grandes potencias ante el nuevo orden internacional: EEUU, la UE, Rusia y China – Curso homenaje a la profesora Paloma García Picazo – Jornada III



El curso llega a su fin y lo hace de la mano privilegiada de académicos como Carlos Echeverría Jesús, doctor en Ciencias Políticas por la UCM, profesor de RRII de la UNED y Cruz al Mérito Militar con Distintivo Blanco; y Rubén Ruiz Ramas, Profesor de Ciencias Políticas y de la Administración de la UNED y Co-director del curso de verano.
DESAFÍOS EN ORIENTE PRÓXIMO Y ORIENTE MEDIO – CARLOS ECHEVERRÍA JESÚS


De acuerdo a Echevarría, en Oriente Próximo y Oriente Medio encontramos numerosos actores de importancia a escala regional, pero además de los cambios surgidos a una escala más reducida, el panorama internacional de las grandes potencias también ha cambiado enormemente. Oriente Medio es más resbaladizo y peligroso que otros frentes como Corea, por mucho que les prestamos la misma importancia.
Cuando se juega al ajedrez ordenadamente, como en la Guerra Fría, es medianamente fácil conocer los pasos a seguir. No se podía determinar quién iba a ganar en cada partida, pero al menos había unas reglas. De las palabras de Echeverría se deduce que lo que ha pasado en el tablero de Oriente Medio es que, tras la patada de Estados Unidos al avispero en 2003, cada pieza ha acabado en una punta de la sala y ahora las fichas son casi imposibles de mover, de ubicar, e incluso de distinguir.
Las consecuencias de aquella patada no solo han cambiado el juego en Oriente, el tablero mundial entero ha cambiado poco a poco y ha quedado finalmente renovado debido a la guerra de Siria. Un ejemplo de la confluencia de distintos factores de y a distinta escala es el comportamiento de Turquía, sobre la cual, de acuerdo a Echeverría “en este tiempo hemos callado muchas cosas”. Turquía se comporta según el ponente como un actor contradictorio, como una especie de incipiente ‘rogue state’, con lo cual pone sobre el tablero situaciones preocupantes.
Quizá los desequilibrios provengan de su interacción en Siria. La intervención rusa en Siria supone momento a partir del cual hay una dimensión a clarificar la tendencia de la guerra. El caos que hasta entonces se vivía en Siria, el régimen que a duras penas sobrevivía, se asegura con la entrada de Rusia. “Quizá apuntalar el régimen de Al Assad no sea la peor solución”, afirma Echeverría.
Rusia no entra solo para combatir al Estado Islámico, sino para apoyar al régimen, su aliado, y atacar a toda su oposición, evidentemente, incluyendo también al Estado Islámico. El esfuerzo conjunto con la alianza norteamericana ha conseguido desmigajar al Estado Islámico. Su territorializacion ha sido abortada por el uso de la fuerza y con una cada vez más visible presión a Turquía para que fuera más seria de lo que había sido hasta entonces.
La frontera turca siempre fue un poroso paso y Turquía sigue protegiendo a una bolsa de yihadistas en Idlib. El ataque a la misma podría volver a provocar un terremoto migratorio ya que Siria es un país muy poblado y organizado y la guerra ha provocado unas consecuencias no vistas desde la Segunda Guerra Mundial. De hecho, de 23 o 24 millones de nacionales sirios, hay 12 que han dejado sus casas y seis que directamente dejaron el país; con las consecuencias que eso implica para todos los estados desde el Magreb hasta Centroeuropa.
Turquía, junto con Irán y Rusia constituyen hoy un triunvirato que tiene el papel protagonista en la cuestión. EEUU ha perdido su condición de actor principal en la zona, y con ello también Europa, en el caso de que alguna vez tuviera un papel importante EEUU es incapaz de hacer valer su voluntad como en el pasado. El proceso de paz Israel-Palestina de los acuerdos de Madrid tenía viabilidad por EE.UU. Hoy día, las propuestas de paz norteamericana no tienen ni credibilidad ni influencia, y tampoco la Unión Europea. Lo importante es Rusia, Irán, y Turquía en procesos como los de Sochi, Astaná, etc.
Turquía, de hecho, chantajea a la UE y ha acabado consiguiendo que firme ayudas por valor de varios miles de millones de euros. Temporalmente conformes con ello, los herederos de la Sublime Puerta han puesto freno al flujo migratorio y en cierto modo, han congelado la salida y la vuelta de combatientes yihadistas a Europa a través de sus hasta entonces inevitablemente porosas fronteras.
Por su lado, de acuerdo a Echeverría, Rusia tiene que desarrollar unas habilidades diplomáticas para triangular una relación productiva y ofrecer al mundo una visión del mundo alternativa a la de Ginebra, a la visión occidental. Los cambios de poder en Oriente a raíz del fracaso occidental y su impotencia son claves en el desarrollo de esta visión.
Volviendo a la analogía del ajedrez, lo que antaño fuera un peón como Hezbolá ha llegado hasta el final del tablero y gracias a la financiación de los ayatolás y a la experiencia en combate se ha convertido en la reina de las fichas iraníes. Y ahí está, al otro lado del tablero amenazando a Israel, nuestro rey enrocado, en su propia casa.
La guerra de Siria ha permitido que israelíes e iraníes se encuentren ya en contacto, generando una inestabilidad que sería preocupante incluso en caso de que Israel no siguiera en estado formal de guerra con Líbano y Siria, con el amplio abanico de posibles escaladas que eso supone.
Israel, con los iraníes en la cocina, tiene un Al-Quds y un Hezbolá reforzado a sus puertas, y si no pudo derrotarlos en 2006 tiene hoy las cosas más crudas que hace trece años debido a la motivación, militantes, material y experiencia ambos grupos terroristas. Hezbolá no es un actor estatal, pero es un enemigo poderoso con un peso casi estatal en Líbano y un vínculo directo que conecta Irán con las playas del Mediterráneo.
El único asidero de la paz entre suníes y judíos es el circunstancial matrimonio de conveniencia entre Israel y Arabia Saudí que estamos viendo. Sin embargo, estos enemigos tradicionales nunca construirán una alianza sólida y creíble. Puede que coyunturalmente tengan un mismo enemigo, pero eso no implica una alianza. Puede haber una aproximación ad hoc igual que entre iraníes y turcos porque Rusia lo facilite.
De acuerdo con Echevarría, la guerra dinamiza, vigoriza, refuerza procedimientos, acciones y en Oriente Medio la bola de nieve está creciendo. De hecho, tanto Israel como Arabia Saudí ven la guerra ahí porque ya llega a su territorio. Sus enemigos están desplegados, lanzan misiles sobre ellos, y ya no son proyectiles caseros de baja calidad.
En este estado de las cosas, cada actor tiene sus propias prioridades. Turquía tiene a los kurdos, Israel a Irán, el régimen sirio a la oposición. Arabia Saudí es un poder también a tener en cuenta. Arrastra numerosos países árabes e intenta incluso arrastrar a Marruecos y Egipto. Personajes como el Gran Muftí de Arabia Saudí han hecho declaraciones afirmando que los chiíes no son musulmanes, que son paganos y adoradores de los magos. Y de acuerdo al Corán, la única forma válida de actuar con los paganos es la guerra.
Así pues, si las autoridades religiosas saudíes echan gasolina al fuego y despojan de humanidad a los iraníes. Cómo no podremos esperar un recrudecimiento del conflicto en Yemen. Este conflicto siendo un foco de gravedad en el mundo árabe, y el antiguo mediador del mundo árabe, Egipto, ha perdido su preponderancia y prestigio y ya no es el gran actor de antaño. toda la región.
Estamos en un foco de gran tensión. Oriente Medio es un escenario mucho más peligroso que hace diez años porque hoy en día la guerra es una opción. Hay un problema árabe que sigue sin una solución. En Occidente tenemos la idea de que las armas nucleares están para no ser utilizadas ¿Está esa idea presente en todas las potencias nucleares de Oriente Medio?
Con respecto a Argelia, los conatos de nuevas revueltas entroncan con las que lograron controlarse en 2011. El proceso de cambio en esta parte del mundo hace que los procesos que en otros tiempos se podían conseguir controlar o frenar ya no se puedan estabilizar. En Argelia y Sudán el poder de las fuerzas armadas y la existencia de elecciones no han servido para frenar una vorágine que se ha descontrolado.
Según Echeverría, los estados de la región van a tener cada vez más problemas para controlar ciertos comportamientos a través de elementos como el mass media y las RRSS. El estado clásico árabe, dominante, autoritario, controlador, se desmigaja. “¿Esto a donde puede llegar?” se pregunta Echeverría, “puede conducir a deterioros de la seguridad, y siendo sensatos, quizá se hubiera podido evitar o reducir el medio millón de muertos sin haber promovido la revuelta contra Al-Assad”, afirma rotundo.


El Sahel Occidental también es frontera avanzada para Europa. El desmoronamiento de Libia es un actor que lo acompaña, el terrorismo, potente en la región de la mano de Al-Qaeda y el EI está detrayendo dinero de los verdaderos problemas de la población de esa zona, el cambio climático, la desigualdad y los choques interétnicos, el islamismo radical...
El islamismo ha proporcionado un asidero ideológico terrible con un atractivo. Esa ideología moviliza, y moviliza con videos de decapitaciones. Es una interpretación religiosa que mancilla la imagen del islam. Hemos acabado con el embrión territorial califal, al menos no tienen las capacidades que tenían, pero que se adapta a la clandestinidad no territorial como lo hizo Al Qaeda en su momento. Cualquier escenario de guerra los vigoriza y desata los fantasmas de un conflicto interminable con traiciones y sacrificios de por medio.
Los kurdos son un buen caso de estudio de las miserias de la región. Han contribuido sin reservas a acabar con el EI con su sangre, facilitan el control de centenares y miles de antiguos habitantes de feudos yihadistas y de exiliados. Este pueblo ha contribuido como el que más, pero será sacrificado como lo fueron después de la Primera Guerra Mundial puesto que son enemigos de todas las potencias de la zona y apoyarlos debilitaría aún más la postura de occidente. Tocado tras las primaveras árabes y la errática eliminación de interlocutores válidos y más fiables.
¿Cuáles han sido realmente las consecuencias de las primaveras árabes? Si fijamos solo nuestra mirada en Túnez es porque sabemos que el resultado no es muy brillante. Las revueltas no han facilitado la vida a esa gente que se movilizó por una vida mejor. En sitios como Túnez tan solo han introducido la variable de procesos electorales abiertos, con lo que eso implica en el papel de los islamistas en la vida pública tunecina.
“Si de 3000 a 6000 tunecinos emigraron a las tierras del califato, y esto se ha producido durante el gobierno conjunto con islamistas, el país pagará negativamente la Primavera Árabe por mucho que sea el paradigma”, afirma Echevarría. La seguridad importa, es el oxígeno que respiramos. Sin ello la sociedad se desmorona. Los desequilibrios no se han corregido.
Cuando se aventuraban teorías sobre qué era mejor para los países árabes muchos académicos europeos se pusieron a dar lecciones sin tener en cuenta que no eran unos países con las precondiciones mínimas para convertirse en democracia.
En un proceso de cambio en el que occidente pierde visibilidad y relajamos nuestro sentimiento generalizado de culpa por la historia podemos decir que, salvo Francia en el Sahel Occidental, no tenemos un papel dominante en ningún lado.
Actores como Arabia Saudí, Emiratos, Turquía, China y Rusia nos sustituyen, y se mueven con valores distintos a los nuestros. Así, según Echeverría, esta región “que siempre ha sido endiabladamente complicada, ahora lo es más. Ahora hay más actores y en el futuro veremos muchas más contradicciones”.
EL PÍVOT TO ASIA DE RUSIA Y SUS RELACIONES CON CHINA -  RUBÉN RUIZ RAMAS


Según Ruiz Ramas, en las relaciones entre Rusia y China, y también en general en las relaciones entre Rusia y el eje Asia-Pacífico, se encuentra la réplica del eje Pívot to Asia planteado por Obama en 2012 y replicado en 2013 por Putin. Con esta iniciativa hay una sustitución simbólica desde Rusia del marco de integración deseado.
 Frente a la gran Europa, es decir, frente a una apertura política y económica que fuera desde Lisboa a Vladivostok aparece el proyecto de la Gran Eurasia que une a Rusia al eje Asia-Pacífico y cuyo centro, teóricamente gravita en una relación de igual a igual entre Rusia y China.
Inequívocamente el espacio de referencia hacia el que mira la política exterior y de integración ruso no es Europa, es el eje Asia-Pacífico. Más allá del extranjero cercano, es decir, de los ex miembros de la URSS, las aspiraciones rusas de dotación simbólica y peso megalomaníaco se enfocan hacia la Gran Eurasia. Pero ¿Cómo se llegó a esta situación?
En los primeros años de la Rusia postsoviética la supeditación de la política exterior rusa a occidente va acompañada por unas relaciones con China de puro desdén. Rusia no acepta el rol chino de gran potencia y de acompañante en el proceso de modernización que necesita Rusia.
Fue un periodo de bloqueo de relaciones que llega a su fin con un cambio de ministro y la entrada de Primakov, un flamante ministro de exteriores ruso que ante el evidente desdén occidental cierra la vía de occidentaliazacion al ver que, pese a los gestos de Rusia y sus solicitudes de incorporación hasta a la OTAN, todas sus iniciativas eran ignoradas y solo recibían humillaciones.
Con Primakov Occidente deja de ser el único objetivo. En 1997, junto a su homólogo chino, Primakov realiza una declaración conjunta sobre el mundo multipolar y el establecimiento de un nuevo orden mundial que se adelantó a su tiempo y fue un pilar presente desde hace más de 20 años en los ministerios de exteriores chino y ruso.  En aquella época no podían disputar el unipolarismo, pero ya reflejaban su descontento y dejaban ver lo que harían el día que tuvieran las manos libres.
Con la llegada de Putin al poder, Rusia y China se abren al conocimiento mutuo. No hubo acuerdos relevantes en defensa o comercio, pero el volumen de intercambios culturales fue enorme y estuvo acompañado por visitas de Putin a China y de los distintos mandatarios chinos a Rusia. Fue un salto cualitativo simbólico que puso las bases de las relaciones futuras.
A partir de 2008 , ña crisis económica genera un acercamiento y una búsqueda de inversiones chinas en Rusia durante el mandato de Medvedev. Con Putin ya otra vez como presidente, en 2012 se plantea en Vladivostok la iniciativa del Pívot to Asia ruso. Es un contexto de desdén norteamericano hacia Rusia y de rechazo ruso hacia EEUU. Esto se tradujo en elementos como la iniciativa Pívot to Asia de Obama que en su base teórica coincidió con un artículo desarrollando la estrategia estadounidense Asia-Pacífico sin mencionar siquiera a Rusia.
Sin embargo, Rusia es una parte fundamental de Asia-Pacífico. Forma parte de conflictos no cerrados que pueden desestabilizar la zona. No mencionarlos fue otra gran humillación que tras la crisis de Ucrania desembocó en la gran ruptura con occidente y el abrazo incondicional de Rusia a China. La crisis de Ucrania y la necesidad de Rusia de demostrar que tiene amigos y de vender hidrocarburos, cuyos beneficios constituyen el 60% del presupuesto de su gobierno, empujó a Putin a firmar acuerdos con China renunciando a toda línea roja previa.
Antes de la crisis de Ucrania Rusia no estaba dispuesta a aceptar las prerrogativas asimétricas implícitas en una mayor integración comercial y económica con China. Pese a saber que los productos rusos no pueden competir con los chinos, el área económica abierta ha sido una línea roja rota que podría tener enorme impacto en Rusia a cambio de garantizar su propio prestigio político e independencia de occidente.
Los acuerdos derivados de las reuniones a gran escala con China en 2013 fueron básicamente dos: un gran contrato entre las mayores energéticas de ambos países sumamente duro con Rusia y la asunción implícita del modelo de inversión exterior de China hasta en la construcción de los gaseoductos para la venta de energía rusa a China.
Estos primeros acuerdos se han seguido de otros hasta 2019 pudiéndose percibir en ellos una serie de patrones. La importancia del contenido de los acuerdos aumenta, se traspasan más y más líneas rojas que Rusia se había marcado en temas estratégicos, económicos, armamentísticos energéticos, etc. China se mantiene firme en priorizar lo económico y no cede un ápice renunciando a todo aquello que no le aporte beneficio, buscando a su vez maximizarlo.
Esta relación se complementa con las iniciativas estratégicas comerciales de China como el One Belt One Road para lograr mejorar la conectividad, para importar aquello en lo que es deficitario y para dar salida a sus excedentes. La salida al mundo de China es una jugada pensada que tenga réditos y frutos de todo tipo a medio y largo plazo.
Con la existencia de esas infraestructuras, la presencia política, económica y militar china crecerá. China protegerá militarmente sus instalaciones y los barcos de guerra chinos surcarán las aguas de Grecia, Italia, o Argelia, tal y como lo hacen los franceses en África o los estadounidenses en Oceanía. La ruta por el Ártico será también si el cambio climático continua una importante apuesta de futuro, pero de la cual no tenemos todavía ninguna certeza.
Según Echeverría, “llegará el momento en el que el PIB Chino sea mayor que EEUU”. Sin embargo, el autor reconoce que China tiene diversas amenazas que la pueden hacer replegarse. Pese al enorme progreso de la clase media, en China hay una gran desigualdad territorial y de clases entre zonas pobres y zonas ricas.
Las zonas meridionales y costeras ricas tienen niveles y esperanzas de vida de países de Europa Occidental como España; pero, frente a ello, el gran interior pobre tiene todavía una calidad y esperanza de vida similar a las de países de Europa Oriental como Moldavia. Existe una desigualdad inherente al sistema capitalista y con todo, la situación de partida y la actualidad son muy distintas.
Para concluir su ponencia y el curso Ruiz Ramos deja caer una frase pesada y fría como un jarro de agua: “Hay que asumir que China está aquí para quedarse no va a perder su estatus por una crisis, cosa que no se puede decir de Rusia”.

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