Tras
tres décadas realizando los cursos de verano y con más de dos décadas de
experiencia, la UNED inaugura en
su centro asociado de Guadalajara un nuevo curso de verano sobre geopolítica
centrado en el papel de las grandes potencias ante el nuevo orden internacional
y las amenazas y riesgos de futuro para el mundo.
Este curso dirigido por Jesús de Andrés Sanz y codirigido por Rubén Ramos, es una propuesta del departamento de Ciencia Política y de
la Administración, y además de dedicar tres jornadas a su temática propia, es
un homenaje a la profesora Paloma García
Picazo, fallecida el 11 de agosto de 2018.
Tal y como reza el programa del
curso, el orden liberal internacional, tal como lo hemos conocido en la
Posguerra Fría, ha entrado en crisis. Antes ya de la llegada de Donald Trump a
la presidencia, el “momento unipolar” en el que los EEUU han ejercido de hegemón
global, daba muestras de agotamiento. Sin experimentar una decadencia
interna, EEUU afronta un declive ante la reemergencia de China o la influencia de Rusia.
En este curso de verano se abordan debates y
ponencias que parten de estos elementos, debates y ponencias que se relacionan
con la polaridad del sistema internacional, la hipótesis de una Nueva Guerra
Fría, los desafíos para la seguridad internacional, o el futuro del
multilateralismo y de la globalización económica y el desarrollo sostenible. Esta
primera jornada ha sido inaugurada por el académico y periodista Felipe Sahagún, y una mesa de debate que ha contado con la presencia de
académicos en el campo de las relaciones internacionales como Margarita
Gómez-Reino, José Ignacio
Torreblanca Payá o Kattya Cascante.
FELIPE SAHAGÚN – ¿HACIA UN
NUEVO ORDEN INTERNACIONAL?
Felipe
Maraña Marcos, más conocido como Felipe Sahagún, es periodista veterano,
miembro del consejo editorial de El Mundo y profesor de Relaciones
Internacionales en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad
Complutense de Madrid. Sahagún está contento con lo que hace y transmite su
pasión, antes de dar el curso ya se encuentra haciendo recomendaciones como una
ametralladora de fuentes.
“Es maravilloso dedicarse a lo nuestro”, afirma
“te olvidas de los problemas, de la mujer, de los hijos” … Sahagún rebosa una
pasión caótica, un ansia de aprender y de enseñar que se ve pocas veces. Y de acuerdo con Sahagún, Detrás de
casi todo lo que se mueve hoy en occidente se encuentra el resurgir global de China y el del poder militar de Rusia. Cada cuatro años, los encargados de la
renovación y de la reflexión interna de la OTAN, elaboran un informe
estratégico para los próximos años desde el comando de transformación aliada.
Desde este grupo se analizan principalmente las
migraciones desde el norte de África, el deshielo del Ártico, los temas de Rusia
y de la inseguridad que genera en la frontera oriental europea y Asia Pacífico
como zona más inestable. Si la OTAN se desentiende del área asiática y EEUU se
desplaza hacia Asia Pacífico es evidente que va a haber dificultades para mantener el frágil equilibrio
seriamente tocado por los bandazos en el pentágono, las declaraciones en contra
del propio Donald Trump, y otras muchas amenazas al orden establecido.
Cada miembro de la OTAN ve de distinta manera las amenazas. Es
difícil dar pasos en la buena condición en estas condiciones salvo que alguna
de las amenazas se intensifique o sea tan fuerte a corto o medio plazo que una
a estas organizaciones ante una gran amenaza prioritaria. Y precisamente, de
acuerdo a Las amenazas han ido cambiando
radicalmente con el tiempo. En 2010 la prioridad número uno era la crisis
económica, luego el terrorismo islámico, los países parias... Siempre han
estado ahí también el cambio climático, las armas de destrucción masiva, las
amenazas de pandemia…
Lentamente, aunque de forma poco perceptible
escuchamos hablar cada vez con mayor insistencia de amenazas digitales y de ataques digitales. Los pioneros en este
tipo de herramientas fueron los norteamericanos y los israelíes, actuando desde
etapas muy tempranas contra Irán y saboteando infraestructuras de procesamiento
de uranio. Pero hoy en día esto se hace
de manera común y para muchas finalidades. Los países más activos hostiles y
que causan más daño son, tal y como lo afirman distintos informes, EEUU, Rusia,
China, Irán, Corea del Norte…
A China le interesa el robo de propiedad intelectual, a Rusia la desestabilización electoral, a Corea del Norte obtener divisa y atracar
bancos, y, de hecho, según datos manejados por Sahagún, los daños anuales a la
economía global por sabotaje virtual rondan los 600.000 millones de dólares. No
es la actividad más dañina, pero es una de las que más. Y eso considerando que
muchas de las empresas no reconocen ser atacados por virus que secuestran los
servidores y piden rescate.
Pero, si de momento no ha habido ataques más
grandes tan solo ha sido por el temor a cruzar
líneas rojas y sufrir represalias catastróficas. Una vez que se dé, por ejemplo,
que Rusia deje tres días sin luz a California, las consecuencias de la amenaza
digital podrían ser imprevisibles. Es cierto que con el tiempo ha mejorado la
capacidad de identificar atacantes, y que los grupos terroristas más poderosos
no lo son tanto como los estados. Pero la amenaza
potencial empeora según se expande internet y avanzan las debilidades
existentes. Las grandes potencias invierten más en capacidades ofensivas y
espionaje online que en mejorar las defensas. Se ha iniciado una carrera de militarización
del espacio virtual, digital y estratosférico, pero en este momento nadie sabe cómo
pararlo.
El Pentágono,
siempre por delante, se ha visto superado por los gigantes empresariales como
Alphabet o Facebook. Altos funcionarios reconocen que el Pentágono necesita más
a las tecnológicas que las tecnológicas al estado. Siendo los norteamericanos
los mayores atacantes del mundo a través de la web. Snowden permitió comprobar que EEUU espía a todo el mundo
saltándose todas las líneas rojas. El resto tomaron medidas y esto parece que
ha acelerado la carrera de armamento. En la historia todas las armas se han
acabado utilizando y lo previsible es que las tecnológicas también, y de forma
devastadora porque no hay conciencia del peligro.
No hay
conciencia de los ataques tecnológicos igual que no había conciencia
de las consecuencias posteriores al del bombardeo atómico en el momento en el
que este se realizó. Mientras no se produzca un 11-S o Pearl Harbour
tecnológico iremos sufriendo ataques para condicionar elecciones, penetraciones
de efecto destructivo como el control de reservas federales para provocar
desplomes en la bolsa acelerando una recesión, asaltos como el de 2017 del virus
Wannacry en 150 países, robos como el de Corea del Norte al banco de Bangladesh
(1.000 millones de dólares) …
Si queremos frenar esta dinámica el mundo ha de
cambiar. Pero todo cambio entraña riesgo los que ostentan el poder no quieren
cambios. Ante los riesgos que nos acucian
confundimos los grandes cambios y revoluciones con crisis circunstanciales. Nunca
podemos olvidar el cisne negro, aquello que desata los cambios y tensiones
latentes. Y no podemos tomar conciencia de los riesgos si no los tenemos
claros.
Y además de los ataques digitales, de acuerdo
con Sahagún todos estamos preocupados por el impacto paradójico de la
sobreinformación y de la desinformación. Se está produciendo un fenómeno extraño
de asunción de la mentira y de resistencia
a la información verdadera. Trump, aunque no lo supiera, ha rentabilizado este
problema con más de 13.000 mentiras y su poder en el gobierno y en Norteamérica.
El milagro chino ha cambiado paradigmas, pero
estamos lejos del final de la primacía estadounidense. El dar por liquidado el
siglo americano debería hacerse menos a la ligera. La predominancia militar no basta para obtener resultados deseados por
una superpotencia como EEUU.
Cuando la clave no está en la batalla y está en
convencer a la población hay un problema. De hecho, el poder militar puede ser
contraproducente. No hay que cegarse ante el poder blando por las manías imperialistas
de tener enormes flotas y ejércitos.
No ha habido mayor amenaza al orden liberal que
el soviético. Tras la derrota del
comunismo, se lograron los primeros superávits en mucho tiempo, se firmaron
los primeros acuerdos comerciales, la alianza con Japón.
Entre 1989 y 2016 el PIB global se triplicó, la
mortalidad se desplomó, más de 1000 millones salieron de la pobreza y las
nuevas tecnologías mejoraron la vida de la mayoría de la población. En china la
globalización creó la clase media, en EEUU fue a parar en las élites tecnológicas
y Trump lo supo leer en el descontento de las clases medias blancas.
La estabilidad derivada de esas cifras impidió
percibir las consecuencias de intervenciones
o posguerras desastrosamente gestionadas. Una globalización desigual,
clases medias desencantadas del sistema y sin un enemigo exterior al que culpar
de su pérdida de bienestar. La obsesión por encontrar un enemigo para justificar
lo injustificable ha sido el problema número uno de EEUU desde la caída de la
URSS.
El orden multilateral económico y polar
estadounidense se ha deteriorado por el rechazo de potencias regionales, los
actores no estatales, China, el nacionalismo, el populismo, todo ello
alimentado por factores como la desigualdad, las crisis, el cambio tecnológico,
el sufrimiento de las clases medias en algunos países, y la aparición de las
TIC.
Ante las preguntas sobre la guerra de
Irak de 2003 y las gestiones de la administración Trump Sahagún se acalora y se
arranca en un crescendo de pasión geopolítica desatada. Nos convierte en sus
confidentes. “Tuvimos una comida con Robert Kagan en el Cairo, inmediatamente
antes de la invasión a Irak. “Ya va siendo hora de darle una patada al avispero”
dice que afirmó Kagan. “No estaban contentos siendo el hegemón. Tenían a los
leones enjaulados y tuvieron que cometer la torpeza de la gestión desastrosa de
la guerra y la posguerra. El problema fue la prepotencia”.
Según Sahagún, que parece bien informado, del
amago de ataque a Irán hace algunas semanas habría “varias versiones, pero
parece que Trump no se fio de sus subordinados que le pidieron no atacar, si no
de presentadores de la Fox, de su yerno y de generales retirados que le
recomendaron hacerlo”, asevera negando con la cabeza.
Según el periodista y académico, a Trump le
dijeron que si había un ataque convencional no podría ganar las elecciones. Todo
lo que hace Trump es pensando en los electores. Como no tiene principios le
vale todo, y como le ha funcionado pues lo sigue haciendo. “Eso no es un gobierno, es un
tinglado de un sultanato o de algo… Qué se yo, algo de hace siglos”, pero quien
tiene el poder se resiste a perderlo.
LOS DESAFÍOS INTERNACIONALES
DEL SIGLO XXI – MESA REDONDA: José Ignacio Torreblanca - Carmen González - Kattya
Cascante
José
Ignacio Torreblanca es director de la Oficina de ECFR en Madrid.
Profesor de Ciencias Políticas en la UNED. Columnista en EL MUNDO y colaborador
de RNE. Parece mucho más joven de lo que es y sus palabras denotan la
tranquilidad del que sabe de lo que habla.
Estamos a punto de cumplir los 30 años de la
caída del muro de Berlín. Hace 30 años empieza un sueño liberal y
posmoderno europeo. En aquel momento no solo Fukuyama consideraban que el
liberalismo triunfante iba por un camino que acabaría con Europa liderando el
mundo.
El mudo posterior a la guerra fría llegaba con
una Europa que parecía tener todas
las herramientas para comérselo. Solo con echar un vistazo comprobamos que ese
proyecto ha fracasado en gran medida
o está en vías de hacerlo. Habrá que entender que la UE representa la no
linealidad de la historia y que el progreso ilustrado no es eterno, también fracasaron
Grecia y Roma, y la historia puede tener retrocesos.
Lo que ha sucedido desde 2016 es la contrarrevolución
antiliberal que puede ser triunfante por la pinza sino rusa, la venganza de la historia, de la geografía, la de la
demografía, etc. Demuestran que no podemos independizarnos de la
demografía, la geografía y la historia gracias a nuestra forma de vida
posmoderna.
Frente a un mundo donde pensábamos que desaparecían
las alternativas a la democracia liberal nos encontramos con el resurgir de elemento y viejos fantasmas como el nacionalismo y el
populismo en la ola que vivimos. Esta ola de populismo viene como un fin de ola
de un periodo de globalización.
Cada periodo de globalización tiene su propia implosión. Toda ola de globalización
acaba en una de populismo, el
problema de estos tiempos es que hay modelos como el turco, el ruso o incluso
el chino de economías de mercado desprovistas de democracias como tal. Tan solo
con eliminar el papel de la prensa se quita una de las patas a la mesa.
El modelo chino desmontó a los politólogos que
pensaban que una cierta renta por persona y la aparición de una gran clase media implicaban necesariamente la
demanda de libertades personales. Pero la liberalización económica ruso-china
ha probado que cortocircuitar el desarrollo económico y generar clases
medias no implica la aparición de democracias.
De acuerdo con Torreblanca, pensábamos que
podíamos trascender fronteras, asimilar Europa central y oriental, ocupar el
espacio postsoviético, crear una euro-esfera de norma por encima de la
geografía. Pero el Bréxit es el primer
retorno de la geografía y la historia en el sentido literal. Lo que no es estrictamente
continental se ha caído de la unión y a Ucrania, la prueba de que las esferas
de influencia importan, directamente nos la dejamos fuera.
Ese retorno
de la geografía es global, no solo en nuestro caso europeo. Camia un orden
multilateral por uno multipolar tras un breve episodio de hegemonía. “Nos hemos
creído que lo del unipolarismo americano de después del 1989 sostenido con intervencionismo
era para siempre, pero no”, afirma Torreblanca, “fracasó con errores varios
como la guerra del golfo y ahora ha vuelto a un aislacionismo extraño como el
de Trump”.
Dentro de la propia Europa hubo un momento que
se trascendían las barreras culturales. Parecía que las dimensiones
tradicionales desaparecían y que España o Turquía alcanzaría a Alemania. Pero tras la crisis se ha vuelto a romper
el norte y el sur, el este y el oeste, nacen esas nuevas ligas hanseáticas con culturas
políticas ligadas a las historias tradicionales y que configuran su manera de
estar y de ser europeos.
Carmen González Enríquez – Catedrática
de Ciencia Política y de la Administración de la UNED
González Enríquez considera que hoy día la migración causa una enorme tensión
entre estados que en el pasado no se sentían en absoluto preocupados por la
llegada de inmigrantes a su territorio. Trump ha conseguido expandir un enfoque
en el que hasta los iberoamericanos contemplen mal las corrientes migratorias
internas desde Venezuela o Centroamérica. Todos quieren construir un muro,
todos quieren hacer su país grande otra vez.
El momento que catalizó todo fue la crisis de refugiados de 2015 y la
llegada de cerca de un millón y medio de europeos a la unión europea, en mayor
medida recibidos por Alemania provocó un terremoto interno, una confrontación
en la que la UE empezó acusando a las monarquías petroleras del golfo de no
cumplir su parte, y acabó por pelearse consigo misma.
La crisis de los refugiados de 2015 puso en
peligro hasta el espacio Shengen. Comenzaron a vigilarse las fronteras, se volvieron a materializar y hoy en día la
inmigración es una de las principales preocupaciones de los europeos. Esto
tiene una traducción política, no ya solo a los partidos xenófobos sino también
a las deliberaciones de los fenómenos migratorios.
La ONU se planteó regular de alguna manera la
migración internacional. Casi ninguno estuvo de acuerdo porque la ONU proponía
con buena intencionalidad chocaba con la soberanía de los estados y su
capacidad de decidir quien forma parte de su población. El estado es soberano de su población y de su gente. Sin dominio
sobre quién forma parte de un país o quién no. Tiene que haber un pueblo
definido sin definición del pueblo, aceptando toda la población humana como
posible sujeto de ejercicio de soberanía, no hay democracia.
En el largo plazo, los pronósticos de la
población europeo en 2080 implican disminución
poblacional. La UE necesita población joven, y eso está claro. El Magreb ya
ha pasado la transición demográfica, pero no el África subsahariana. En unos
años su población se multiplicará y al ser el crecimiento económico más lento que
el demográfico, la desigualdad entre la renta per cápita africana y la del
mundo desarrollada no para de crecer pese al aumento de riqueza en el
continente negro.
Podría parecer que si a Europa le falta población
joven y a África le sobra podríamos solucionar con sencillez el problema. ¿Por
qué no suprimimos la política contra la inmigración irregular? Porque la población que nos llegaría no es
integrable en nuestros mercados de trabajo. No podríamos manejarla sin
deterioro en el estado del bienestar. Es mano de obra que no está cualificada y
que formaría un submundo de guetos, barriadas, empleo precario e inestabilidad.
Gestionar esa migración para que la podamos
absorber es muy costoso. No tenemos los medios o la experiencia. Esto no
funcionaría porque si Europa quiere mantenerse en la dura competencia
internacional de productos en el mercado internacional ha de apostar por una economía mucho más intensiva en el conocimiento y la innovación, y en ese
camino, sin el cual nos convertiremos en el paraíso de los turistas, habremos
perdido la competencia por ser punteros.
Si no queremos eso no podemos abrir la puerta a
cualquier fuerza migrante de baja o nula
cualificación. Es una fuerza de trabajo sin cualificación. Ya es difícil encontrar
trabajo para un español sin la ESO, imaginémoslo para un subsahariano sin el
idioma. Una de las principales ideas es que Europa debe volver a estar presente
en África. Europa dejó de estar informadas, dejaron de tener presencia tras la
descolonización.
Nuestra
ignorancia sobre áfrica nos impide estar en el continente. Hay que establecer
lazos de conexiones personales con esos estados. Los estados africanos no quieren cortar el grifo de inmigrantes
porque tendría un coste para ellos. Provocaría tensiones ya fuera inmigración de
origen o de paso. Frente a eso la UE tiene pocas palancas.
Habría que invertir, aumentar la presencia
humana y cultural, hay que abrir vías de inmigración legal. Las sociedades
europeas no han estado influyendo a largo plazo. Europa tiene que apoyar el desarrollo económico de esos
países para que resulten atractivos a sus jóvenes.
Kattya Cascante - Profesora de Relaciones Internacionales en
la UCM.
De
acuerdo con Cascante, la agencia 2030 y sus dieciséis puntos, pese a haber
recogido la firma de 194 países, tiene un enorme riesgo de ser ignorada. Distintas
agencias complementarias como la del desarrollo de 2002 cayeron por la falta de financiación pese al consenso
logrado. La UE intentó un impulso y pese a la generosa financiación de los
nórdicos, a partir de la crisis de 2009 se ha desmantelado económicamente.
Pese a los intentos de mejorar la gestión no se
consiguieron los objetivos. Se hizo una enumeración de los desafíos, pero lo
que se buscaba era no dejar a nadie atrás. De acuerdo a Cascante necesitamos bienes públicos globales. Construir
bienes que pueda disfrutar todo el mundo participe o no en su construcción.
Pero esta agenda no tiene un modelo de desarrollo claro y no habla de si el
crecimiento económico es desarrollo sostenible.
Necesitamos índices que vayan más allá del IDH,
enfrentarnos a retos como la independencia del sector financiero o burbujas especulativas
que aumentan la desigualdad, y que tienen un impacto desaforado desde el
bienestar a la estabilidad política y a los ecosistemas. Tanto si es
especulación inmobiliaria como si es especulación con las materias primas. De
hecho, como recuerda Jesús de Andrés,
la UNED y los centros asociados aplican el programa 2030 para su organización.
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