Con el curso, “Alternativas reales: avances y desafíos de las
economías transformadoras en un contexto de crisis ecosocial”, han
arrancado, este lunes 26 de junio, las formaciones estivales del Centro
Asociado de la UNED en Guadalajara.
En un mundo marcado por diversas crisis, ecológicas y sociales, cobra sentido el planteamiento de nuevos tejidos estructurales, en materia económica, que permitan alcanzar principios de igualdad a través de prácticas sostenibles con una clara vocación transformadora.
Iniciativas que parten con el propósito claro de la (re)significación de la propiedad y los bienes comunes. Todo ello, a través de formas de organización económicas no orientadas a la acumulación. Mediante una gerencia de los recursos medioambientales en el contexto de la transición ecosocial y la crisis ecológica. Con especial hincapié en la administración de los cuidados y los tiempos dedicados a la vida. Además, de la búsqueda de la (re)significación de la producción y la gestión dentro de las denominadas “economías de plataforma”.
Pero todos estos proyectos suscitan varios dilemas analíticos. Entre ellos el de los valores a los que se adscriben estas autodenominadas “economías transformadoras” y el hecho de insertarse en la lógica de mercado capitalista. Por otra parte, las relaciones entre las diversas iniciativas y las administraciones. Sin olvidar la habilidad de conjugar las aspiraciones de las “bases militantes” con respecto a sus expectativas de llegar a un público más general.
Dentro de las diferentes categorías de las economías transformadoras encontramos: economías feministas y con perspectivas de género; el movimiento agroecológico y de soberanía alimentaria; los comunes, naturales, urbanos, digitales y conocimiento; y la economía social y solidaria, el movimiento cooperativista y las finanzas éticas.
Estos movimientos están presentes en todas las fases o etapas del proceso económico –producción, circulación, distribución, consumo y financiación–. Incluso reconceptualizan, alteran y matizan estas fases bajo diversas características.
Las múltiples crisis ponen de manifiesto las necesidades insatisfechas. Además se vinculan a las innovaciones sociales y tecnológicas. Son tipos de economía que no se enmarcan en exclusiva en el concepto de empresa. Buscan alterar la sociedad y el conjunto de prácticas, proyectos y experiencias con el fin último de hacer economía desde otro prisma.
Se categorizan bajo varios principios como el grado de horizontalidad o la vocación de transformación social, ecológica y solidaria. Diversos tipos de empresa pueden situarse en distintos polos del espectro renovador, con numerosos grados de compromiso.
Se trata de regular, redistribuir, redimensionar y desmercantilizar. Desde el reconocimiento de una pluralidad de lógicas económicas. Cambiando enfoques y significados como la productividad o la rentabilidad.
En el camino de aplicar estos principios, para llegar a ciertas necesidades, surgen diversas tensiones. Por un lado las derivadas de la interacción con instituciones públicas. El conocimiento sobre formalismos, legalismos y registros. La dependencia económica con respecto a las subvenciones. El grado de equilibrio entre cooptación y despolitización. La falta de participación o incidencia en procesos transformadores y la coherencia entre sus principios y los institucionales.
También tensiones respecto al alcance transformador, al mismo tiempo que intentan mantener una viabilidad operativa dentro de un sistema capitalista. De nuevo, conflictos entre la coherencia de principios, el grado de competitividad o las condiciones laborales. También, la inclusión o no de estas iniciativas en procesos estandarizados de marketing y consumismo. No es menos problemático el reparto de las ganancias o el posible lucro. Además, cobra vital importancia la realización de mediciones o auditorías y el posible crecimiento empresarial.
Las tensiones del escalamiento de estos proyectos se contraponen al debate sobre su coherencia ideológica. De ahí que se valoren los tipos de crecimiento o escalamiento. Tienen lugar debates internos sobre la necesidad de crecer, en contraste con optimizar la función social. Existen cuestionamientos sobre qué servicios se deben ofrecer y si los productos buscan llegar a todos los públicos o no.
Además, es importante que las organizaciones sean vivibles. Que las estructuras para su desarollo permitan la conciliación y el mantenimiento de unas condiciones de vida sostenibles. Todo ello con una reflexión sobre la conciliación o la autoexplotación. La convivencia dentro de las iniciativas o la pluralidad de los actores que la integran.
En definitiva, son numerosas las formas de concebir estas organizaciones, todas ellas combinables y con la importancia de búsqueda del horizonte común.
La ponencia ha concluido con el relato de la labor desarrollada por la organización no gubernamental de desarrollo, Economistas sin Fronteras. Un trabajo que pretende la modificación de estructuras económicas y sociales, para la búsqueda de un sistema más justo en el que se respeten los derechos humanos dentro del marco del desarrollo sostenible. Para ello ofrecen formación y asesoría a todas las iniciativas que entren en contacto con la organización.
Esta
sesión ha planteado el calentamiento global y el cambio climático “como hechos
sobre los que existe un amplio consenso científico”. Condicionantes que ponen
de relieve la vulnerabilidad de los sistemas socioeconómicos y enfrentan una
serie de modificaciones que necesitan ser abordadas. Estas nociones críticas sobre la
alteración del entorno, se han visto “opuestas al desarrollo de las políticas neoliberales
que históricamente han buscado el crecimiento económico desvinculadas del
impacto sobre el medioambiente”.
La aceleración económica, de finales del siglo pasado, planteó una serie de dilemas “sobre los recursos, la gestión de los residuos y el deterioro medioambiental” que trajeron a colación el concepto de Desarrollo Sostenible. El capital económico “queda vinculado de esta forma al capital natural”. Para que todas las energías transformadoras tengan una aplicación efectiva, es necesario el planteamiento de un cambio estructural que redefina las lógicas para la búsqueda de nuevos horizontes.
La crisis económica del año 2008 constituyó una fuerza impulsora a la hora de replantear las estructuras económicas y sociales y su sostenibilidad en el tiempo. En 2019, en Estados Unidos, el Green New Deal planteaba la lucha contra el calentamiento global, sin perder de vista la desigualdad económica.
El entorno natural debe ser concebido como “la base estructural de nuestros procesos socioeconómicos, técnicos y políticos y no como un mero repositorio de recursos y escenario envolvente”.
La ponencia ha concluido con el concepto de “neoruralidades”: sujetos, subjetividades y procesos que han buscado un re-anclaje de la vida en el espacio rural natural. Todo ello suscitado por una desafección con las dinámicas urbanitas, para encontrar unas mejores condiciones vitales.
Además,
se han puesto en relieve otras iniciativas como los huertos urbanos. Propuestas
transformadoras dentro del contexto de la ciudad, para las que se necesita un
vínculo estrecho con las administraciones.
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