Óscar Abenójar Sanjuan (profesor investigador, Colegio de México), Almudena Francés Mora (narradora oral y recopiladora de cuentos), Aziz Aahjour Khayouch (catedrático de la Universidad Mohammed I y doctor en la Universidad Complutense de Madrid) e Ifigenia Kakridoni (narradora, maestra infantil y música con un posgrado en Educación Musical) fueron los cuatro ponentes de la segunda jornada de “Historias del Mediterráneo: circulación y mestizaje de cuentos entre las orillas del ‘continente líquido’”, dividida en dos sesiones matutinas y dos vespertinas.
Jueves 29 de junio. 10 de la mañana. Óscar Abenójar da comienzo a su exposición (Hermanos incestuosos del norte de África: mito, cuento, tabú). “Una mujer iba hacia el mercado para vender sus canastas y se encontró con un tigre. Le da todo lo que tiene, éste se queda con hambre y le pide un brazo. La mujer se lo da y, posteriormente, le entrega el otro. Cuando ya no hay más brazos que darle, el animal le pide las dos piernas. El tigre se las come, se hace pasar por ella y va hacia su casa para engañar a los dos gemelos que viven en su casa”, relata el profesor.
“Sus hijos, astutos”, continúa, “le piden pruebas. El tigre tira la puerta abajo y persigue a los muchachos, que suben hasta lo alto de un árbol. Los dos chicos terminan convirtiéndose en el sol y la luna”. Este relato, denominado Los viajes del sol y luna, tiene diferentes versiones que arriban hasta las fronteras de Corea o Taiwán.
Abenójar centró su intervención en diferentes cuentos del norte de África que han alcanzado territorios lejanos, como Siberia o América, donde se combina el tabú del canibalismo con el incesto. “Ese es el mito de partida de Claude Levi-Strauss. Se trata de un complejo narrativo muy variado. Tenemos episodios de incesto, canibalismo, ascenso (combinación con relatos acerca de orígenes del sol y la luna: Asia y América), amputación de manos o dedos y pájaros salvadores en la cima”, continuó el español.
Todos los relatos mencionados en esta primera sesión de la segunda jornada tienen diferentes pasajes: infracción relacionada con la familia, huida mágica del personaje inocente (lanzando obstáculos a su paso), refugio en lugar elevado, auxilio sobrenatural (en forma de pájaro, ángel o divinidad) y episodio final (alivio, redención, creación).
José Manuel Pedrosa volvió a ser citado durante todo el día y, según Abenójar, muchos de estos cuentos contienen relaciones de sustitución. Es decir, el canibalismo o el infanticidio reemplazan al incesto. Para ello, este tipo de sustitución se puede reflejar de diferentes formas, tal y como expresó Lévi-Strauss: simetría (hermano o hermana), inversión (alto o bajo), por analogía (pájaro/ángel), isomorfismo (ascensión al árbol/transformación en árbol).
Abenójar concluyó el coloquio analizando las diferentes versiones de Las manchas de la luna encontradas en Siberia, el Cáucaso, norte de África, Europa e India.
De boca a oreja. Contar de oídas:
A las 12 horas llegó el turno de Almudena Francés Mora, proveniente de Ontinyent. Comenzó contando un cuento, “que es lo que hago normalmente”, añadió.
¿Por qué ir a la fuente si hay agua embotellada? ¿Por qué preguntar si está todo en los libros? “Porque no sólo se narran cuentos, todas las vidas pueden ser narradas y no todas están en los libros, porque las narrativas de los demás ayudan a entender nuestra forma de narrar, porque las personas son fuentes de folklore y la etnopoética es oportunista y ocasional, porque la lengua se nos escapa entre los dedos, porque nos perdemos en la globalización y buscamos la autenticidad en alguna cosa y porque escucharnos nos acerca, nos conforma como pueblo, nos da sentido en el nosotros”, comentó la narradora catalana. Pronunció un recital de frases destacadas sobre los cuentos y sus lugares de origen.
“Lo que no se dice, se calla. Los libros son agua embotellada. Ayudan a que no muramos de sed pero no deja de ser agua estancada. Los cuentos me dieron raíces. Se me hace muy difícil preguntarle un cuento a alguien y que me lo cuenten a la cara, por eso prefiero que haya más escuchantes, siempre intento que sea en grupo”, indicó Francés.
Pero, antes de presentar los dos proyectos en los que se encuentra embarcada, preguntó: “Por qué escucho a mujeres?”. “Me interesa lo que pasa y ha sucedido de puertas hacia dentro, pregunto sobre la vida de antes y escucho sobre la economía doméstica, cuidados, intimidad. No busco vaciarlas sino que se llenen de su propio relato y del de las demás, devolverles lo que me dan. Con todas me quedo una relación, vuelvo a los pueblos muchas veces a grabarlas, con algunas nos llamamos por teléfono”, sentenció.
“Museum Íntim de les Històries Mal Contades” y “Contes a la fresca” son sus dos próximos proyectos. Con respecto a este último, más de 15 y 20 pueblos de la Vall d’Albaida se suman cada año.
Comunión en el Mediterrámeo a través del cuento: La mata de la albahaca y sus versiones y adaptaciones como ejemplo ilustrativo
Y comenzaron las sesiones vespertinas. Aziz Amahjour Khayouch fue el primer ponente de la tarde. “Parto de la idea de que el Mediterráneo está unido por una cultura común, más allá de los rasgos peculiares (diferencias de lengua, étnicas y religiosas). Hay una cultura común que nos une. Donde más se refleja esa unidad es en la tradición oral. La globalidad la inventó el Mediterráneo. Tenemos versiones de cuentos que están tanto en la orilla sur como en la norte. El Mediterráneo es una zona muy especial con una amplia riqueza cultural. Todo el mundo, de alguna manera u otra, pertenece al Mediterráneo”, señaló el catedrático y doctor.
Amahjour navegó por el Mediterráneo durante sus 120 minutos de ponencia y viajó hasta su África natal. “Tanto en el árabe dialectal y en ‘amazigh’ existen palabras de origen latino. Las primeras obras de la literatura española tienen su origen en historias del continente africano y no se descarta que haya cuentos de origen latino en el norte de África”, añadió.
Al igual que Las mil y una noches, traducida por Vicente Blasco Ibáñez en 1899, La mata de la albahaca es de origen medieval, se trata de un cuento mediterráneo por “excelencia”, tal y como mencionó Amahjour y tiene varias versiones.
La española, en primer lugar, de 1946, protagonizada por dos hijas de una señora viuda y no de un mercader con tres descendientes. La italiana, similar a la anterior pero con una variante, el personaje femenino se trata de la hija de una sastra. Y, por último, la marroquí y la hija del carpintero, que contiene algo diferente si se compara con el resto.
Además de la adaptación cinematográfica también existe la teatral. “Hay dos adaptaciones fabulosas. Una, de García Lorca (también folklorista), en el 23. Él reescribió el cuento, dio nombre a los personajes. Se produce una historia de amor que no sucede en el cuento. Y, en la adaptación de Almodóvar, del 97, los nombres los puso él, Matilde, Clotilde y Mariquilla”, continuó Amahjour.
El penúltimo invitado del día quiso despedirse con otra cita. “Le preguntaron a Antonio Gala: '¿Cuál es tu palabra preferida?' Y contestó: 'Albahaca'”.
El hilo rojo de los cuentos:
A las 19 horas tuvo lugar la última ponencia del día. La protagonizada por Ifigenia Kakridoni. De forma virtual, ya que se encontraba en su país natal, Grecia. Acompañó el inicio de un cuento con el cantar de su voz y un laúd.
“Los cuentos en Grecia empiezan con un hilo rojo que se va extendiendo”, comenzó. Pero, ¿por qué? “Desde la antigua mitología griega existe y nunca ha parado de existir, lo podemos encontrar desde Homero, Penélope y su telar, en Perseo. El hilo conecta los cuentos. Se le relaciona con la madurez. En los cuentos folklóricos se muestra a tres moiras, mujeres que dan regalos a los niños. Al tercer día de su nacimiento les dan dones o virtudes. A medianoche, las mujeres dejaban en la mesa tres vasos de agua y dulces. Ellas no se suelen reír en los cuentos”, añadió.
Aunque la mala suerte y el destino también aparecen en estos cuentos. “Dicen que un rey tuvo siete hijos, seis niños y una niña. Un viejo sabio le dijo que uno de sus hijos tenía mala suerte y tenía que adivinar cuál era y echarle de casa. El que duerme con las manos entre las piernas es el que tiene la mala suerte. El rey levantó las mantas de sus hijos, ninguno dormía con las manos entre las piernas pero su hija sí. Pidió a un sirviente que la acompañara al bosque y la dejara allí. La niña tuvo miedo, se perdió aún más y, al amanecer, fue a una casa. Una mujer le abrió, le dio de comer y beber y al día siguientes encontró a todos sus animales muertos. La mujer le echó. A los pocos días volvió a suceder lo mismo pero en otra casa y con otra familia. Terminó durmiendo en la cale hasta que se fue con otra mujer, “pero yo soy gafe, tengo mala suerte. No, vendrás conmigo, vamos a hacer dulce y las vas a llevar al castillo donde viven las tres moiras. Al tercer día, después de varios disgustos, estas tres mujeres le pusieron una bobina de hilo rojo de seda. Volvió riendo, pasaron los años, volvió con su familia a una boda y la costumbre era hilar las flores con un hilo de seda”, señaló la ateniense.
Estos cuentos de moiras son narrados por mujeres mayoritariamente y, además, tal y como comentó Kakridoni, “el color rojo del hilo une lo antiguo con lo folklórico. Las vueltas que da el ovillo al huso son los años que vivirá una persona”.
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