‘El catálogo ATU vs la morfología del cuento de Propp: un caso práctico’
Natalia Cantero, investigadora y periodista Máster en Gestión de Proyectos y Espacios Culturales independiente, abrió la segunda jornada dedicada a las diferentes clasificaciones de los cuentos tradicionales con una disertación sobre ‘El catálogo ATU vs la morfología de Propp. Un caso práctico’.
La investigadora, que fue presentada por Sanfilippo, repasó
la historia de la catalogación internacional, así como los nacionales y
regionales. Pero se centró en el trabajo de Vladimir Lakovlevih Propp, que se
mostró crítico con las catalogaciones anteriores. “Si un cuento es de animales,
¿no puede ser maravilloso?, se preguntó el investigador ruso y realizó otro
tipo de catalogación”, explicó Cantero. Propp postuló que los personajes de los
cuentos siempre hacen lo mismo, es decir, tienen la misma función, que
concretamente son 31.
Analizó los cuentos ‘El hombre del saco’ y ‘La bruja y el
niño’ y puso el ejemplo de cómo se catalogan con el ATU y con la propuesta de
Propp. El investigador ruso propone una clasificación muy distinta que se basa
en la propia estructura del cuento. Adopta, no obstante, la denominación de “cuentos
maravillosos”, ya que estos, afirma, “poseen una estructura absolutamente
particular, una estructura que se percibe inmediatamente y que define esta
categoría”. Dicha estructura vendría constituida por las funciones de los
personajes, entendiendo por función “la acción de un personaje, definida desde
el punto de vista de su significado en el desarrollo de la intriga”. Las
funciones serían, entonces, las partes constitutivas fundamentales del cuento.
Atendiendo a dichas funciones, Propp afirma que todos los cuentos maravillosos
son del mismo tipo, aunque con subdivisiones, afirmó la investigadora. No obstante,
el estudio de Propp tampoco está exento de sesgos, ya que se basa en único
corpus de cien cuentos rusos compilados por Affanasiev. Cantero explicó algunas
de las funciones de los personajes que propone Propp.
El autor ruso afirmó que en los cuentos cambian los personajes, no las funciones y Cantero enumeró algunas de ellas como el alejamiento, la prohibición, la transgresión, el interrogatorio, la información, el engaño, la complicidad, la fechoría -función muy importante y que, junto con la carencia, está presente en todos los cuentos-, principio de la acción, partida, primera función del donante (un mismo personaje puede tener varias funciones o varios personajes pueden desarrollar una misma función), reacción del héroe, recepción del objeto mágico, desplazamiento entre reinos, combate, marca, victoria, reparación, regreso, persecución, socorro, reconocimiento, descubrimiento, transfiguración, castigo o boda.
Como consideraciones finales, Cantero dijo que el catálogo ATU
sigue siendo fundamental, sobre todo a nivel internacional, y que Propp ofreció
una visión más amplia de las catalogaciones, “que continúan ampliándose con
trabajos de otros investigadores”.
El proyecto de catalogación del cuento folclórico panhispánico:
problemática y estado de la cuestión
Los folcloristas y autores del ‘Catálogo tipológico del
cuento folclórico hispánico Vol. V -Cuentos del ogro tonto’ Anselmo Sánchez
Ferra y Ángel Hernández Fernández tomaron la palabra para explicar
el proyecto de catalogación del cuento panhispánico, ahondando en su
problemática y en el futuro del trabajo de catalogación de relatos anecdóticos.
El volumen comenzó como el desarrollo de una obra inédita de Julio Camarena y Máxime Chevalier en la que recopilaron más de 100 cuentos sobre el ogro tonto, que “no son de los más conocidos en las tradiciones folclóricas, pero sí muy interesantes porque representan una transición entre el cuento maravilloso y el satírico”, afirmó Hernández, que tomó la palabra en primer lugar. Comparten la presencia de un adversario fantástico, pero falta un elemento fundamental: el mágico, que se suple con la astucia.
Camarena, muerto de forma prematura en 2004, dejó el trabajo
inconcluso y ambos profesores se han encargado de corregir errores, actualizar
la bibliografía, estirarla hasta la segunda década del siglo XXI y abarcar -a
través de internet- otras publicaciones que en el siglo XX eran prácticamente
inaccesibles. Además, han incluido el cuento hispanoamericano, que “tiene la
misma importancia que el español” y para clasificarlos han añadido nuevos
tipos, “aunque sea una cuestión espinosa”.
Hablando sobre el volumen de narraciones en nuestro país, explicó
que existen “decenas de miles de cuentos de tradición oral”, un trabajo que se
ha realizado entre finales del siglo XX y principios del XXI. “Podemos presumir
de ser uno de los países de Europa con la mayor recopilación de cuentos de
tradición oral”, afirmó.
Anécdotas y chistes
Por su parte, Anselmo Sánchez anunció que han decidido
continuar el trabajo, el sexto volumen, con los chistes y anécdotas que había
recopilado Camarena. De momento, las grandes categorías no se adaptan a este
tipo de relatos.
Habló sobre las dificultades para clasificar este tipo de
narraciones, ya que las existentes no son demasiado claras. Citó los cuentos
sobre tontos y estúpidos, matrimonios donde la tonta es ella o él, ladrones no
demasiado espabilados, etc., y las diferentes clasificaciones que se han dado a
relatos similares. La escasez de tipos registrados en relación con el número de
cuentos es otro de los inconvenientes para la clasificación, dijo, y añadió que
de momento han incorporado 144 nuevos tipos. “Lo normal en una investigación es
partir de un objeto bien definido”, afirmó para resaltar las dificultades de
catalogación este tipo de cuentos.
El camino de migas de pan
Pep Bruno, narrador oral profesional, escritor y
editor, además de licenciado en Literatura Hispánica, abrió la sesión de tarde
tras la presentación que realizó Sanfilippo de él. Su ponencia, denominada ‘El
camino de migas de pan’, se centró en el catálogo “como un camino de migas”,
porque desaparece y se pierde.
En primer lugar, intentó explicar qué hacen los narradores “cuando no estamos contando”. El cuento tradicional ha pasado a ocupar un lugar preminente entre los narradores contemporáneos. “Ahora mismo, un 86% de las 92 personas que participaron en la encuesta tenían material narrativo tradicional en su repertorio”, declaró. Continuando con el mencionado repertorio afirmó que “contamos de todo, incluso conceptos filosóficos, sueños y películas”. “Prácticamente, la totalidad del tiempo la dedicamos a la búsqueda de material”.
La búsqueda de cuentos no se detiene, siempre hay una parte
del cerebro que está pendiente de material narrativo. “Esto es una actividad
agotadora”, dijo Bruno, quien afirmó que algunos compañeros pasan hasta 10
horas al día leyendo porque la mayor parte de las historias se recogen de los
libros. Mencionó que tras la pandemia también ha cambiado el trabajo, “ya no es
exclusivo del periodo escolar, sino que se ha diluido durante todo el año”.
Haciendo un inciso, explicó que la mayor parte de los
cuentos tradicionales pertenecen a los secundarios, es decir, son escritos que
están manipulados por el escritor.
Respecto al trabajo, indicó que el de mesa consiste en el
análisis de la estructura del cuento. Y el de boca, que es fundamental, en general
se hace de forma solitaria y se termina en el escenario durante las representaciones.
“Es un trabajo vivo y dinámico”.
¿Qué lugar ocupa el catálogo?
Es un recurso “alucinante”. Tiene ventajas como la
bibliografía del final, compuesta casi íntegramente por cuentos primarios, “que
son casi invisibles”. Además, las categorías están relacionadas con las
diferentes edades de los niños y niñas.
El catálogo permite “pescar en una charca pequeña que
contiene todos los ejemplares, todo es bueno”, afirmó. Incluso permite “pasar
de ser pescadores a ser cazadores”, es decir, buscar variantes y versiones mejores
de una misma narración. “El catálogo es la única forma de ver un mismo cuento
en todas las versiones posibles”, aseguró.
En el trabajo de mesa, el catálogo brinda recursos como
completar o variar una versión elegida con otras, “porque inventarla no suele
ser una buena elección”. Además, el catálogo internacional explica con qué
combina cada narración.
‘Un puente de hilos entre cuentos, objetos y personas’
Silvia Anabelle Castaño, narradora oral y
colaboradora en la Universidad de Buenos Aires y en el Museo Etnográfico Juan B.
Ambrosetti, que participó online, impartió una conferencia denominada ‘Un
puente de hilos entre cuentos, objetos y personas’.
Presentó el museo en el que trabaja en Buenos Aires, donde organizan encuentros de narrativa oral en los que participa ella y otros colegas. “Los museos de antropología son los que más se parecen a las colecciones de cuentos”, afirmó mostrando elementos (máscaras maoríes) de una de las salas que enmarcan historias y que, precisamente, es donde comenzó con la actividad de la narrativa oral. De hecho, desgranó el simbolismo de un antiguo cuento maorí.
“La idea fue ir entrecruzando el material de la exposición
con los cuentos que se relacionan con él”, indicó, porque “dentro del contexto se
cierra el ciclo y los objetos se convierten en más reales”. El material
arqueológico dentro de los museos también se ha clasificado con criterios
aleatorios, como sucede en los catálogos en la narrativa oral.
Habló también de los pueblos aborígenes de Tierra del Fuego,
tanto de Chile como de Argentina y de los trabajos antropológicos que se
realizaron en la zona. Allí, se recopilaron las historias orales de la
población autóctona.
Otro ejemplo que puso fue el de los cuentos japoneses, que
conoció a través de las colecciones y explicó cómo comenzaron a confeccionarse.
A los catálogos se puede llegar de muchas formas, afirmó y dijo que “todos
ellos son productos de su momento histórico”. En el siglo XIX, por ejemplo, se
redujo drásticamente la presencia de mujeres en los cuentos.
Los contenidos tabúes también han estado presentes en los cuentos dependiendo de la época en la que se hayan catalogado independientemente de si se han recogido o no.
Finalizó su intervención, señalando la importancia del
contexto y la revisión que están haciendo algunos museos etnográficos tanto de
su material como de su contenido, conscientes de que las catalogaciones son muy
subjetivas. En cuanto a los catálogos tipológicos, afirmó que se está haciendo
lo mismo.
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