‘Teselas y mosaicos flotando en el mar de las historias’
Marina Sanfilippo, profesora titular de Filología
italiana de la Facultad de Filología de la UNED, abrió este nuevo curso de
verano del Centro Asociado de la Universidad a Distancia de Guadalajara -El
hilo de Ariadna: catálogos y otros mapas en el laberinto de los cuentos
tradicionales- con una ponencia a la que denominó ‘Teselas y mosaicos flotando
en el mar de las historias’.
Pep Bruno, narrador oral y escritor, así como el encargado
de la coordinación del curso, se encargó de presentar a la primera ponente, que
ha estudiado temas vinculados con la oralidad desde distintos puntos de vista:
la narración oral y popular italiana y europea; la literatura italiana y
comparada de autoría femenina; el teatro italiano en perspectiva comparatista,
sobre todo en la época humanística y renacentista o en la escena contemporánea;
y la literatura de la Shoah.
Sanfilippo, directora del curso, comenzó explicando que el curso es “multidisciplinar”,
ya que abarca tanto la teoría como la práctica. Advirtió, en este sentido, que “los
cuentos fuera de la persona que lo narra pierden su sentido”. Recordó que la
catalogación de los cuentos tradicionales comenzó en el norte de Europa.
“Una catalogación es un mapa reducido y simbólico y esto hay que tenerlo claro”, aseguró para continuar explicando que en los nuevos catálogos siempre se introduce algo nuevo. Habló del italiano ‘Tradizioni orali non cantate’ de Alberto Maria Cirese y Liliana Serafini con la colaboración de Aurora Milillo y publicado en 1975, que es en realidad un inventario de las tradiciones orales italianas. Los autores recopilaron durante varios años (1968 1972) estas narraciones y “apareció la figura de Briganti, un bandido que es bueno y del que recogieron hasta 60 narraciones, sobre todo en el sur de Italia”.
La profesora desgranó los diferentes tipos de narraciones
que incorpora el catálogo e incidió en que se trata de un tipo de catalogación
diferente del resto. Como anécdota, este incluye las cartas que se han
utilizado por numerosos narradores para construir historias.
Explicó extensamente las dificultades para catalogar las
tradiciones orales y mencionó el de motivos de Stith Thompson. Al producir el
índice de motivos, Thompson se basó en la investigación del folclorista
finlandés Antti Aarne , quien en 1910 publicó un índice de tipos de cuentos
europeos, que el propio Thompson había revisado en 1928 para cubrir la región
desde Europa hasta Asia: esto es conocido como el índice de tipo de cuento de
Aarne-Thompson .
Asimismo, dedicó un emocionado recuerdo a Ignasi Potrony,
con quien compartió varias experiencias precisamente en Guadalajara y del que
dijo que “era capaz de obligar al público a prestar atención a pequeños gestos
para hacerles sentir, por ejemplo, la respiración de un niño escondido en un
armario”. Comprendía “perfectamente el ritmo” y mostraba como los motivos
actúan como catalizadores de la narración.
‘Los catálogos tipológicos. Historia y actualidad’
Carme Oriol, catedrática de Filología Catalana de la Universidad
Rovira i Virgili de Tarragona y autora del catálogo tipológico del cuento
folclórico, ha protagonizado la segunda intervención del curso con la ponencia ‘Los
catálogos tipológicos: historia y actualidad’. Oriol es conocida por sus
investigaciones sobre Joan Amades y sobre la literatura de la tradición oral en
la sociedad contemporánea. Junto con Josep Maria Pujol y Sanmartín, trabajó en
la clasificación de más de 2.000 fábulas catalanas desde mediados del siglo XIX.
Las narraciones orales
“Explicar historias es un arte que realizan las personas”,
comenzó afirmando. A lo largo de los siglos ha existido un intercambio de
historias a través de los viajes y las migraciones, “lo que les ha hecho
variar”. Su función principal era entretener, aunque cumplen otras funciones
como transmitir valores o hacer olvidar el hambre.
Estas narraciones utilizan los recursos propios del lenguaje
poético por lo que son literatura. Además, son interpretadas por personas
narradoras competentes “que tienen una habilidad especial para explicarlas”.
Finalmente, permiten la improvisación en función del público o el momento.
Existen dos tipos de narraciones: Las que se producen de
forma espontánea y las que constituyen una actividad profesional (una
interpretación en la que el narrador ocupa un lugar destacado). En ambos casos,
los narradores son personas competentes y con habilidades especiales. A lo
largo de la historia, ambas han convivido y se han retroalimentado.
Los folcloristas han estudiado ambas. Para recoger estas
narraciones se ha usado el método histórico geográfico, que reconstruye la
historia y la sigue en su difusión, pero exige un trabajo ingente. “Lo que
hacemos ahora los catalogadores no tiene nada que ver con este método”, explicó
y mencionó algunos estudiosos del método como Walter Anderson, Aurelio Espinosa
y Stith Thompson. Los tres catálogos del método histórico geográfico derivaron
en el actual ATU (Aarne/Thompson/Uther) y en el catálogo tipológico
internacional.
- · Reconstruye la historia
- · Recoge el máximo número de versiones
- · Descompone cada versión
- · Construye tablas de porcentajes
- · Construye mapas
- · Formula la hipótesis del origen
En el método histórico geográfico también se estudian
términos y conceptos como el ecotipo, el arquetipo, las variantes, la forma
genérica y el motivo (la unidad de contenido más pequeña).
Hoy en día, solo quedan algunas reminiscencias de este
método, “pero utilizado para una única versión interpretativa”, dijo.
ATU (Catálogo internacional)
La profesora afirmó que este catálogo, aunque sea mejorable,
promueve la interculturalidad entre los pueblos. No obstante, ha recibido
algunas críticas, como la de Vladimir Propp, que daba tanta importancia al
motivo como a la morfología y escribió ‘La morfología del cuento’. Espinosa,
por su parte, afirmó que hay que clasificar tanto el motivo como la estructura
del cuento.
Otros catálogos tipológicos
En otros países no occidentales se han editado otros
catálogos que incorporan distintas especificidades. Y en España, existen varios
ejemplos de catálogos específicos:
·
1930 Boogs (folklore español)
·
1995- 2003 Camarena/Chevalier (cuento folklórico
español)
·
1996 González Sanz (folklore aragonés)
·
2008 Oriol/Pujol (folklore catalán)
Los catálogos tipológicos y los narradores de cuentos
Los catálogos tipológicos son “especialmente útiles para los
narradores porque suponen una herramienta para ampliar su repertorio”.
La profesora analizó diferentes tipos de cuentos y las
características que reúne cada uno de ellos. En primer lugar, habló de Eulalia Bullich
y Mercè Maure que escribieron el Manual del rondallaire en 1996. Se trata de un
catálogo orientativo sobre cuentos infantiles.
Cuentos de animales: protagonizados por animales que
se comportan como seres humanos. Son narraciones breves que contienen recursos
estilísticos, como las fórmulas rimadas, las repeticiones y las onomatopeyas.
Un ejemplo es el cuento del lobo y los siete cabritillos del que existen muchas
versiones de la escrita por los hermanos Grimm. “Y hay que reivindicar esas
otras versiones”, afirmó.
Cuentos maravillosos: tienen una estructura compleja
que responde a la morfología establecida por Propp. Contienen elementos
extraordinarios y tienen una fórmula inicial y una final. Puso como ejemplo La cenicienta
de Perrault, así como otras versiones en las que la protagonista es mucho más
activa.
Cuentos religiosos, cuentos-novela y los chistes y
anécdotas: Son principalmente para personas adultas y tiene un estilo
realista y una menor presencia de elementos simbólicos. En este tipo de cuento
mencionó el denominado Noticias llevadas al rey: “usted lo dijo, no yo” o La
burra perdida, un cuento anticlerical.
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