jueves, 7 de julio de 2016

Sabiduría y equilibrio mental

“El Mindfulness no es una técnica sino una forma de ser, una forma de vida que aspira a la sabiduría y la felicidad”. Es una de las definiciones que nos ofrecía hoy Vicente Simón, catedrático de Psicología de la Universidad de Valencia y precursor del Mindfulness en nuestro país. Con su ponencia sobre Mindfulness y sabiduría se iniciaba la segunda jornada del curso organizado por la UNED de Guadalajara.

Exponía Simón que el Mindfulness es una de las herramientas que se utilizan para cambiar el nivel de conciencia. “El cambio o transformación de la conciencia no es algo nuevo, pero lo que se está produciendo hoy es un cambio de masas”, matizaba.

Para entender esta idea de la transformación, el catedrático explicaba que practicando la auto-conciencia, los seres humanos lo que hacemos es cambiar nuestra visión del mundo y de nosotros mismos. Cuando uno aumenta su nivel de conciencia desarrolla nuevas actitudes, produciéndose un antes y un después y un avance en nuestro grado de unión con los demás. La meditación mindfulness es una de las alternativas con las que podemos llegar a ese cambio de conciencia, señalaba Simón, aunque no es la única. 

En su intervención, repleta de citas de filósofos, sabios y psicólogos, remarcaba el ponente la importancia de cultivar la presencia poniendo la atención en el momento presente -con aceptación y ecuanimidad-. Es fundamental vivir y disfrutar el momento presente porque es el único instante en el que todas las cosas suceden.

El catedrático de Psicología, Vicente Simón, en un momento de su intervención.

                     
Santiago Segovia, catedrático de Psicobiología de la UNED, se encargaba en esta segunda jornada de dirigir un taller práctico sobre el programa Mindfulness Based Mental Balance (MBMB).
Segovia hacía alusión al Mindfulness como “una atención pura” cuya práctica “no provee de una simple mente en blanco, sino de un conocimiento sereno, lúcido y ecuánime de la realidad”. El interés primordial de la meditación es la eliminación o la liberación del sufrimiento, añadía.

Existen distintos programas de meditación, señalaba el catedrático, y entre ellos, el MBMB. Se trata de un programa enfocado al desarrollo personal que se fundamenta en el hecho de que no podemos ser felices si no tenemos equilibrio en cuatro áreas psicológicas: atencional, emocional, motivacional y cognitiva. Entre las expectativas de este programa se persigue la autorregulación de estas cuatro áreas, desarrollando facetas como: la serenidad, una visión cabal de la realidad, la empatía, paciencia, lucidez, ecuanimidad, aceptación, compasión, bondad, autoconocimiento y bienestar psicológico.

En la actividad práctica desarrollada por los alumnos del curso, estos han podido experimentar la sensación de quietud mental que se pretende conseguir con el MBMB, después de pasar por diferentes estados hasta llegar al estado mindfulness. 


          Félix Hernández (a la izquierda) presentando al catedrático de Psicobiología, Santiago Segovia.

Terapia de compasión y Mindfulness

 “La compasión es una terapia de tercera generación, sin connotaciones religiosas ni culturales, con gran evidencia científica”. Así comenzaba su intervención Javier García Campayo, profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza, en relación al tema de la compasión.

El mindfulness y la compasión son, según la tradición budista, “las dos alas del pájaro de la sabiduría”, sin una de ellas, el pájaro no puede volar. Señalaba el profesor que el concepto de compasión en términos psicológicos hay que entenderlo como un sentimiento entre iguales y no con un sentido de superioridad y de lástima. La compasión surge al presenciar el sufrimiento del otro y el de uno mismo y conlleva un deseo de ayudar a aliviar ese dolor.
   
En este sentido, exponía García Campayo, cabe hablar de una “humanidad compartida”, al darnos cuenta de que no somos diferentes al resto de seres humanos y de que todos compartimos ese sufrimiento. Y también hay que hablar de la “auto-compasión”, lo cual implica afecto y comprensión hacia uno mismo cuando se siente sufrimiento, en lugar de ignorar el propio dolor o de autocriticarse de forma destructiva.

Para desarrollar la compasión podemos utilizar gestos compasivos (relacionados con el abrazo y el contacto) y también frases del tipo: ¡Ojalá puedas estar mejor!, ¡Ojalá que todo te vaya bien!, ¡Ojalá que puedas ser feliz!

Señalaba el profesor que la autocrítica es algo muy destructivo y que las personas autocompasivas tienen una gran humanidad. La autocompasión permite ver los problemas con mayor perspectiva, entendiendo que estos son similares a los de la mayoría de las personas y no algo que solo nos ocurre a nosotros. Ser compasivos, por tanto, nos ayuda a aliviar el sufrimiento.

  Javier García Campayo, en un momento de su ponencia sobre la compasión. 

La última de las ponencias de la jornada, corría a cargo de Miguel Ángel Santed, decano de la Facultad de Psicología de la UNED. En su intervención, centrada principalmente en la práctica de la atención plena, lanzaba esta primera pregunta: 

¿Qué es lo que puede ser atendido?, o dicho de otro modo, ¿de qué podemos ser conscientes los seres humanos?

La respuesta es que podemos poner nuestra atención en sensaciones interoceptivas (que provienen de los órganos internos del cuerpo humano, como es el caso de la respiración); en sensaciones exteroceptivas (referidas al tacto, la vista, el olfato, el gusto y el oído); en el procesamiento cognitivo de la información y en el ser conscientes de estar conscientes. Cuando practicamos la meditación podemos usar uno de estos anclajes o todos ellos al mismo tiempo.


 El director del Centro Asociado de la UNED en Guadalajara, Jesús de Andrés Sanz, presentando al decano de la Facultad de Psicología de la UNED, Miguel Ángel Santed.


En relación a las características que tiene esa atención que hacemos en meditación, Santed destacaba la de no juzgar, matizando que “se pueden tener criterios sobre lo que es correcto o no correcto y actuar en consecuencia y al mismo tiempo tener una vivencia interna no agresiva”. Señalaba también que puesto que el sufrimiento proviene del deseo, según las enseñanzas budistas, la atención debe de hacerse sin avidez y sin aversión. Y, por último, hacía referencia a la ecuanimidad, entendida como la ausencia de propósito.


La finalidad de la atención, concluía Santed es “superar el sufrimiento” y en este sentido es importante captar la impermanencia de los fenómenos. 

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