martes, 5 de julio de 2016

La ética y la estética en los espacios palaciegos

Los palacios como dinamizadores de la sociedad, como símbolo de la evolución militar o como foco de nuevas tendencias estéticas. Esas han sido las cuestiones analizadas en las diversas conferencias impartidas en la tarde de la segunda jornada del curso de "Espacios Palaciegos en la Edad de la Nobleza" organizado por la UNED de Guadalajara. Una jornada de discusión y análisis sobre el significado y el uso de los palacios a través del tiempo.
Las conferencias se iniciaban con la impartida por Félix Labrador, profesor de Historia Moderna de la Universidad Rey Juan Carlos que ha hablado del papel que han jugado los Sitios Reales en la modernización y el desarrollo. Para Labrador los sitios reales no son sólo un lugar de descanso y asueto de los monarcas como siempre se ha creído. La historia ha demostrado que  esos lugares, construidos en las zonas más fértiles y mejor comunicadas, se convirtieron en la mayoria de las ocasiones en lugares de desarrollo científico e innovación.
Félix Labrador, experto en Sitios Reales

Según Labrador la memoria colectiva siempre nos ha hecho pensar que estos lugares surgieron por su valor como reserva cinegética lo que suponía un gran coste económico pero la realidad es distinta ya que estos lugares sirvieron como centro de innovación y de experimentación. Además de apoyar a las pequeñas economías locales eran pioneros en temas industriales, agrícolas...  "Se estudia cuando poner árboles- señala Félix Labrador- y de qué tipo, que momento es el más óptimo para talarlos e, incluso, se experimenta con nuevas especies. Lo mismo ocurre con cultivos que se usan tanto para regalo, autoabastecimiento y venta en los mercados locales. En general son espacios de innnovación". 
Los sitios reales afectan de forma brutal al entorno y suponían un gran desarrollo para la zona  también tenían aspectos negativos por ejemplo la creación de esos reales sitios impidía la caza a los lugareños produciendose problemas y denuncias.
Pero a pesar de las ventajas que suponía para la economía local la instalación del monarca en estos espacios lo cierto es que los reyes fueron incapaces de encontrar financiación adecuada para mantenerlos. Los reyes quieren qu sean lugares autosuficientes pero el mantenimiento de los edificios es caro, eso unido a que en ocasiones hay que destinar las partidas a otros usos, como la guerra,  provocó grandes deudas con los que trabajan en estos lugares.

Del castillo al palacio
Otro de los aspectos analizados durante esta segunda jornada del curso ha sido la unión entre el palacio y la arquitectura militar. Enrique Cantera Montenegro, profesor de Historia Medieval de la UNED, ha hecho un paseo visual por la arquitectura de los palacios y los castillos a lo largo de la historia.
Cantera Montenegro ha explicado cómo los castillos, con una imagen ruda y dura en un principio, se fueron transformado con el objetivo de dar a sus inquilinos una vida más cómoda. Poco a poco fueron desapareciendo los elementos defensivos aunque el cambio más radical se produjo en la Edad Moderna debido a la aparición de las nuevas armas de guerra.
Enrique Cantera hablando de arquitectura palaciego-militar

Según el profesor Cantera las nuevas armas tenían capacidad para disparar a los castillos desde más lejos y causando daños mayores. Eso fue lo que hizo necesario transformar su arquitectura. La primera medida que se adoptó fue hacer el edificio más horizontal y más bajo. Además se construyeron los primeros fosos para que los cañones no alcanzasen los muros de piedra. Con el tiempo la apariencia fue evolucionando.  Aunque en el exterior sigue conservando elementos militares como las torres en las esquinas o ligeros recuerdos de las almenas, el interior se transforma: aparecen escaleras de protocolo y grandes ventanales para dar luz a las estancias.
Ejemplos de esa arquitectura a caballo entre lo militar y lo palaciego son el Palacio Ducal de Lerma o la Granja de Segovia en su diseño incial. 
Una evolución que ha hecho que al final todo se unifique: hay edificios palaciegos con uso militar y  edificios militares, creados para ese fin, con aspecto exterior de palacio. Uno de esos edificios es la desaparecida Academia de Ingenieros de Guadalajara, un edificio cuya fachada principal recordaba la arquitectura palaciega aunque habitualmente en estos edificios la parte trasera seguía conservando algunos aspectos netamente militares.




La estructura y la decoración, otro símbolo de poder
Pero esas transformaciones en la estructura de los palacios van alcanzando su mayor exponente durante el Renacimiento y el Barroco. Unos cambios se hacen principalmente en Italia. De ello ha hablado David García Cueto, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Granada. Según García Cueto aunque la monarquía española era la más poderosa en ese época no fue en España si no en Italia donde más se transformó el interior y el exterior de los palacios en el Renacimiento y el Barroco. Esto se debe a que en España los nobles no se atreven a hacer palacios más grandes y ostentosos que el Alcázar Real porque consideran que si lo hacen se pone en entredicho el poder del Rey. Sin embargo, ese temor no existe en Italia donde el poder más alto lo ostenta el Papa, un cargo que pasa de familia en familia.
Una veintena de alumnos ha participado en esta segunda jornada del curso

Todo esto hace que sea en Italia donde se modifique radicalmente la decoración y la estructura de los edificios: se hace un patio central, una zona de acceso cubierta para carruajes, una larga escalera de bienvenida... Pero todo alcanza su mayor grado de ostentación con la creación el llamado apartamento romano, una parte del palacio formada por un conjunto de estancias colocadas de una manera concreta y con un ceremonial determinado para cada una de ellas. El apartamento romano se inicia con la escalera, seguida de la sala del cuerpo de guardia, esos soldados, independientes de los que hay en el exterior del edificio, custodian esa zona que está considerada como el corazón del palacio. Tras esta sala se abren dos antecámaras, tras ellas la cámara de la audiencia, donde se recibía a los invitados más prestigiosos, y, por último, las habitaciones de uso privado. 
Pero no sólo se cambia la estructura y distribucción del edificio, además en esta época los materiales que se utilizan para tapizar las paredes o cubrir los suelos, y el mobiliario en general, sirven para dejar constancia del poder de los dueños del palacio.

En España hay pocas residencias que hayan sabido conservar el espacio arquitectónico o la decoración tal y como se hizo en Italia, "si acaso -señala David García Cueto- el Palacio de Liria pero es de una etapa más moderna".
En esta evolución de la decoración y estructura palaciega, David García Cueto ha destacado la figura del VII Duque del Infantado que dió un paso más en este tema de la evolución decorativa de los palacios cuando fue nombrado embajador de España en Italia. El edificio que se usaba como sede de la embajada era propiedad del Conde de Oñate y estaba en obras cuando el Duque del Infantado llegó. Ante esa situación el duque se vió obligado a rehabilitar el palacio y hacer un gran desembolso, pero en un rasgo de audacia estableció un sistema que le permitiera  recuperar la mayor parte de las obras que lo engalanaban, para conseguirlo ordenó hacer elementos desmontables que se llevó cuando se marchó.

La segunda jornada de este curso de verano se ha cerrado con una mesa redonda en la los ponentes de esta segunda jornada han valorado las distintas lecturas éticas, estéticas, y de simbología que ofrecen los palacios de la Edad Media.

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