Los palacios como dinamizadores de la sociedad, como símbolo de la evolución militar o como foco de nuevas tendencias estéticas. Esas han sido las cuestiones analizadas en las diversas conferencias impartidas en la tarde de la segunda jornada del curso de "Espacios Palaciegos en la Edad de la Nobleza" organizado por la UNED de Guadalajara. Una jornada de discusión y análisis sobre el significado y el uso de los palacios a través del tiempo.
Las conferencias se iniciaban con la impartida por Félix Labrador, profesor de Historia Moderna de la Universidad Rey Juan Carlos que ha hablado del papel que han jugado los Sitios Reales en la modernización y el desarrollo. Para Labrador los sitios reales no son sólo un lugar de descanso y asueto de los
monarcas como siempre se ha creído. La historia ha demostrado que esos lugares, construidos en las zonas más fértiles y mejor comunicadas, se convirtieron en la mayoria de las ocasiones en lugares de desarrollo científico e
innovación.
Félix Labrador, experto en Sitios Reales |
Según
Labrador la memoria colectiva siempre nos ha hecho pensar que estos
lugares surgieron por su valor como reserva cinegética lo que suponía un
gran coste económico pero la realidad es distinta ya que estos lugares sirvieron como centro de innovación y de experimentación. Además de apoyar a las pequeñas economías locales eran pioneros en temas industriales, agrícolas...
"Se estudia cuando poner árboles- señala Félix Labrador- y de qué tipo, que momento es el más
óptimo para talarlos e, incluso, se experimenta con nuevas especies. Lo mismo
ocurre con cultivos que se usan tanto para regalo, autoabastecimiento y
venta en los mercados locales. En general son espacios de innnovación".
Los sitios reales afectan de forma brutal al entorno y suponían un gran
desarrollo para la zona también tenían aspectos negativos por ejemplo la creación de esos
reales sitios impidía la caza a los lugareños produciendose problemas y
denuncias.
Pero a pesar de las ventajas que suponía para la economía local la instalación del monarca en estos espacios lo cierto es que los reyes fueron incapaces de encontrar
financiación adecuada para mantenerlos. Los reyes quieren qu sean
lugares autosuficientes pero el mantenimiento de los edificios es caro, eso unido a que en ocasiones hay que destinar las partidas a otros usos, como la guerra,
provocó grandes deudas con los que trabajan en estos lugares.
Del castillo al palacio
Otro
de los aspectos analizados durante esta segunda jornada del curso ha
sido la unión entre el palacio y la arquitectura militar. Enrique
Cantera Montenegro, profesor de Historia Medieval de la UNED, ha hecho
un paseo visual por la arquitectura de los palacios y los castillos a lo
largo de la historia.
Cantera Montenegro ha explicado cómo los
castillos, con una imagen ruda y dura en un principio, se fueron transformado con el objetivo
de dar a sus inquilinos una vida más cómoda. Poco a poco fueron
desapareciendo los elementos defensivos aunque el cambio más radical se
produjo en la Edad Moderna debido a la aparición de las nuevas armas de
guerra.
Enrique Cantera hablando de arquitectura palaciego-militar |
Según el profesor Cantera las nuevas armas tenían
capacidad para disparar a los castillos desde más lejos y causando daños mayores. Eso fue lo que hizo
necesario transformar su arquitectura. La primera medida que se adoptó fue hacer el
edificio más horizontal y más bajo. Además se construyeron los primeros
fosos para que los cañones no alcanzasen los muros de piedra. Con el tiempo la apariencia fue evolucionando. Aunque en el exterior sigue conservando elementos militares como las torres
en las esquinas o ligeros recuerdos de las almenas, el interior se transforma:
aparecen escaleras de protocolo y grandes ventanales para dar luz a las
estancias.
Ejemplos de esa arquitectura a caballo entre lo militar y lo palaciego son el Palacio Ducal de Lerma o la Granja de Segovia en su diseño incial.
Una evolución que ha hecho que al final todo se unifique: hay edificios
palaciegos con uso militar y edificios militares, creados para
ese fin, con aspecto exterior de palacio. Uno de esos edificios es la desaparecida Academia de
Ingenieros de Guadalajara, un edificio cuya fachada principal recordaba la
arquitectura palaciega aunque habitualmente en estos edificios la parte
trasera seguía conservando algunos aspectos netamente militares.
La estructura y la decoración, otro símbolo de poder
Pero
esas transformaciones en la estructura de los palacios van alcanzando su mayor
exponente durante el Renacimiento y el Barroco. Unos cambios se hacen
principalmente en Italia. De ello ha hablado David García Cueto, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Granada. Según García Cueto aunque la monarquía española era la más poderosa en ese época no fue en España si no en Italia donde más se transformó el interior y el exterior de los palacios en el Renacimiento y el Barroco. Esto se debe a que en España los nobles no se atreven a hacer
palacios más grandes y ostentosos que el Alcázar Real porque consideran
que si lo hacen se pone en entredicho el poder del Rey. Sin embargo, ese temor no existe
en Italia donde el poder más alto lo ostenta el Papa, un cargo que pasa
de familia en familia.
Una veintena de alumnos ha participado en esta segunda jornada del curso |
Todo esto hace que sea en Italia donde se modifique
radicalmente la decoración y la estructura de los edificios: se hace un
patio central, una zona de acceso cubierta para carruajes, una larga
escalera de bienvenida... Pero todo alcanza su mayor grado de
ostentación con la creación el llamado apartamento romano, una parte del
palacio formada por un conjunto de estancias colocadas de una manera
concreta y con un ceremonial determinado para cada una de ellas. El
apartamento romano se inicia con la escalera, seguida de la sala del cuerpo de
guardia, esos soldados, independientes de los que hay en el exterior del edificio, custodian esa zona que está considerada como el corazón del palacio. Tras esta sala se abren dos
antecámaras, tras ellas la cámara de la audiencia, donde se recibía a
los invitados más prestigiosos, y, por último, las habitaciones de uso
privado.
Pero no sólo se cambia la estructura y distribucción del edificio, además en esta época los materiales que se utilizan para
tapizar las paredes o cubrir los suelos, y el mobiliario en general,
sirven para dejar constancia del poder de los dueños del palacio.
En
España hay pocas residencias que hayan sabido conservar el espacio
arquitectónico o la decoración tal y como se hizo en Italia, "si acaso -señala David García Cueto- el
Palacio de Liria pero es de una etapa más moderna".
En esta evolución de la decoración y estructura palaciega, David García Cueto ha destacado la figura del
VII Duque del Infantado que dió un paso más en este tema de la evolución decorativa de los palacios cuando fue
nombrado embajador de España en Italia. El edificio que se usaba como sede de la
embajada era propiedad del Conde de Oñate y estaba en obras cuando el Duque del Infantado llegó. Ante esa situación el duque se vió obligado a rehabilitar el palacio y hacer un gran desembolso, pero en un rasgo de
audacia estableció un sistema que le permitiera recuperar la mayor
parte de las obras que lo engalanaban, para conseguirlo ordenó hacer elementos
desmontables que se llevó cuando se marchó.
La segunda jornada de este curso de verano se ha cerrado con una mesa redonda en la los ponentes de esta segunda jornada han valorado las distintas lecturas éticas, estéticas, y de simbología que ofrecen los palacios de la Edad Media.
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