La tercera y última jornada del
Curso de Verano de la UNED dedicado a Cela propició la participación en la
sesión final de dos entendidos de la literatura.
El catedrático de Literatura
Española de la UNED y director del propio curso, Julio Neira, ahondaría durante
su tiempo en la que quizá sea una de las cuestiones más desconocidas para el
público general, como es la fundación, por parte del propio Camilo José Cela,
de una revista literaria.
Bajo la denominación de Papeles de Son Armadans, ésta vino a
constituirse como una tribuna abierta en la que poetas experimentados y
emergentes podían sencillamente expresarse. Entre la extensa nómina de colaboradores
se encontraban incluso autores prohibidos -exiliados-, que volverían a ser
leídos en una publicación española.
El profesor Neira durante su intervención. |
Corría el año 1955 cuando Camilo
José Cela decide crear esta revista literaria con el único ánimo de convertirse
en la gran revista de posguerra, donde la literatura y el pensamiento tuvieran
su espacio y también su crítica. Lo que se inició como una aventura con los
peores presagios, terminaría siendo una publicación imprescindible a lo largo
de 276 números y 24 años de existencia.
Por sus páginas pasaron 1.070
autores, colaboradores necesarios del éxito de una revista que destacó por la
calidad de los textos publicados y la gestión llevada de manera excepcional,
tal y como se encargaría de reiterar en diversas ocasiones el propio Cela, por
el poeta José Manuel Caballero Bonald. El tándem Cela-Caballero Bonald propició
que la publicación consiguiera llegar a representar la cultura española pese a
la ruptura ideológica de entonces. Lo conseguiría en tan solo cuatro meses.
No fue todo, sin embargo, un
camino de rosas para la publicación. Las dificultades económicas acompañarían
en numerosas ocasiones a la revista, sustentada por la publicidad y las
suscripciones de sus lectores, pero nunca por las instituciones, lo que le aseguraba su total independencia.
De los devenires de la revista,
de su revolucionaria concepción y bagaje, y de las circunstancias que rodearon
a los que fueron sus sustentadores también hablaría el profesor Neira para
completar una ponencia meticulosa y bien documentada que sorprendió a los
asistentes por su novedad.
La invención de un escritor
El turno del historiador de la
literatura José Carlos Mainer estuvo dedicado a desgranar la construcción del Cela escritor. Todo un
ejercicio intelectual que comenzaría con un elogio hacia Cela al reconocer que realizó
un gran esfuerzo por inventarse a sí mismo como escritor, y más aún hacerlo en
unos tiempos nada fáciles.
“Se ganó merecidamente ser
considerado el escritor de la posguerra” con títulos como Viaje a la Alcarria, La
Colmena o La familia de Pascual
Duarte. La dignificación de su carrera literaria vendría dada por su
ingreso en la Real Academia Española en 1957 y la fundación de la revista Papeles de Son Armandans, uno de sus
logros más cabales y en el que Cela se convierte en ensayista de interés
general. “Cela perseguía el éxito; quiso serlo todo, y vio en la literatura la
forma de poder serlo”, apostilló el ponente.
Mainer hizo un recorrido por el Cela escritor. |
El declive de Cela vendría a
partir de los años 70. De una parte, el escritor se equivoca al desechar lo que
precisamente le hace destacar, el lenguaje sencillo; éste se vuelve barroco y,
con él vendrán los malos textos, las ediciones baratas, los resentimientos y
rencores.
Su relación con Marina Castaño y
sus apariciones en las revistas del corazón tampoco ayudarían a su imagen, traducida a un personaje rudo, maleducado y grosero del que no habría ni rastro en su
vida personal, tal y como se encargaron de puntualizar los que le conocieron en
las distancias cortas.
Se dice que el último Cela fue el
peor enemigo de sí mismo. Sus excentricidades, escándalos, constantes salidas
de tono crearon todo un monstruo a su alrededor que, si bien le otorgó la fama,
acabó finalmente por comerse al escritor.
Imagen de la clausura del curso dedicado a Cela. |
Esa aversión generalizada a Cela,
o mejor dicho, al personaje que creo en torno a su persona y al escritor, es precisamente
la que impide colocar al escritor en el lugar que se merece dentro de la
literatura española. Y parece que aún hoy todavía es demasiado pronto para redimir
sus pecados y quedarnos solo con su genialidad literaria. Una reflexión con la
que concluyó este Curso de Verano que ha cumplido con creces el recuerdo del
autor en el centenario de su nacimiento.
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